Con la Semana Santa concluida, observamos una profunda devoción y pasión en Andalucía. Tradiciones cargadas de historia llenan las calles, entrelazando lo religioso con lo cultural. Sin embargo, cabe preguntarnos: en una era de creciente secularización, ¿es beneficioso mantener tan arraigadas estas celebraciones?
En esta línea, la importancia de la Semana Santa en Andalucía radica en su significado religioso y cultural para la población, así como en su impacto en la economía y el turismo de la región. Sin embargo, considero que la Semana Santa no debe ser tan relevante en Andalucía por razones como la secularización puesto que, supuestamente, en una sociedad cada vez más secularizada, la celebración de festividades religiosas como la Semana Santa puede resultar anacrónica o incluso excluyente para aquellas personas que no practican la fe católica. Además, la excesiva importancia dada a esta festividad podría subestimar la diversidad religiosa y cultural de la región, y, lo más importante, a la ciencia.
También, aunque pueda tener un impacto positivo en la economía local a través del turismo y la generación de empleo, también conlleva costes asociados, como la inversión de recursos públicos en la organización del evento. En este sentido, se puede considerar que estos recursos pueden destinarse a otros ámbitos más prioritarios.
Sin embargo, lo más desazonador es la vinculación de la tradición y la identidad de la semana santa con el sistema patriarcal. Esta festividad refuerza tradiciones patriarcales y conservadoras, como la exclusión de mujeres de ciertos roles dentro de las cofradías o la promoción de estereotipos de género en las procesiones. Y a partir de aquí, exclamo con fuerza: andaluza ¡deja de rezar!
Libertad, una palabra vacía como Dios, patria, reyes o amores escritos. Siempre pensé que la libertad era una mujer de cabello moreno, descalza en sus maneras, pretérita en sus conversaciones y poeta en sus caricias donde me acompañaría en la resolución de cada una de mis inquietudes. No obstante, más allá lejos de la realidad eso iba ser imposible debido que la palabra libertad no quiere conjugar a la mujer debido a un monstruo patriarcal.
La libertad en sí depende de la gestión de recursos. La mujer ha estado siempre reprimida en el control de la riqueza. De ahí, que no escribió la historia, el sistema socioeconómico y, mucho menos, la religión. Por ello, las mujeres han tenido pocas “oportunidades” durante nuestro horizonte temporal. He insistido tanto en esta realidad histórica que os aconsejo que vuestras bonitas manos se subleven del rezo y os pongáis a tocar las palmas para que, si os hace falta, idolatréis sólo doctrinas creadas por ustedes.
Mujer, serán vuestras manos verdaderas sin rezo y con revoluciones lo que os hará libre, no ningún Dios creado por el hombre. Además, ¿quién es o qué es DIOS?
Si existe una palabra que se repite, una y otra vez, entre los continentes que adornan este mundo: es DIOS. Aún después de colgarme –en numerosas ocasiones- la mochila viajera de las inquietudes, y después de tanto andar, correr y viajar por países tan diversos entre ellos; es notoriamente llamativo lo parecido que son las naciones a la hora de encumbrar a Dios en la cúspide de sus vidas.
De esta manera, realicé los mismos actos religiosos que ellos y ellas durante mi carretera temporal: le recé, lo adoré, le supliqué, le pedí, le oré, le perdoné, lo mancillé, le di cháchara, lo alabé, lo quise y lo amé. No obstante, aunque no me respondiera ni apareciera cuando lo necesité, al fin me encontré con él, al fin se quién es.
Dios no tiene nombre ni apellido porque es una palabra desmedidamente vacía que solo contiene el refugio para aquellos sectores de la población a los que les sirve para justificar cualquier acción: sea buena, mala, o regular. Ya me he citado con él, ya sé quién es. Dios es una palabra longitudinalmente vacía que solo bienaventura a los poderosos mientras al resto, “los desiguales”, les ofrece unos infinitos retales de imágenes, cruces y credos como salvavidas para aquellas personas carentes de oportunidades.
Por ello, por más que recemos, la desigualdad sigue imperando en cada calle de nuestro mundo y el único edén que reverdece es la vid de vivir a tu manera. Asimismo, aun creyendo que existiese, ya podría repartir las injusticias de este planeta debido que no hay un solo segundo en el que siempre lloren y sean castigados los mismos de siempre: es decir, aquellos con menores recursos, aquellos saqueados por los Estados “desarrollados”, aquellos que emigran en patera por los codiciosos que se apropian de los activos ajenos, aquellos humillados por el réprobo dinero y aquellos refugiados por las malditas guerras.
Quizás empecéis a brearme por mi posición supuestamente atea. Pero cuando se manifiesta que él multiplicó panes y peces, tendríamos que preguntarle a cada desamparado si es así; cuando abrió los mares para salvar al pueblo de Moisés, no nos vendría mal preguntarle a cada refugiado de hoy; cuando sanó a una persona con minusvalía, seamos honestos y preguntémosle a nuestra querida ONCE; y así sucesivamente en cada episodio bíblico. Eso sí, en caso de que convirtiese el agua en vino no quedaría ser humano no creyente por tal hazaña.
Y como nos contaron, Dios al sexto día, con su varita mágica, pensó que una vez dibujado el mundo con su naturaleza y animales iba a ser inapetente sin seres racionales. Así pues, inventó y moldeó al hombre esculpiéndolo tan racional que se le fue de las manos y resultó en una persona con la consigna: “el fin justifica los medios”. De ahí, se subrayan nuestros comportamientos a lo largo de nuestra hermosa historia, iniciada en las cavernas: contaminando la naturaleza, sacrificando a los animales y a nosotros mismos. Pero el cuadro final no quedó ahí, ya que veía al hombre demasiado triste y, como cuenta el capítulo 2 del Génesis: "Entonces Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán y, mientras éste dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre".
Seamos serios, mujeres como vais a venir de la costilla de Adán ni de la costilla de ningún hombre ya que sois naturaleza salvaje que imprime vida, suministra alimentos y ante cualquier injusticia os reveláis como si fuerais un fenómeno natural ya sea maremoto, terremoto o un volcán en erupción. Sin embargo, en ocasiones, acaecéis dormida ante tanto palabrerío machista y dogma religioso con rostro patriarcal; y no podéis permitirlo. ¡Despertad! El mundo nuevo os necesita, sobre todo vivas. ¡Ni una más!
Sigamos con la temática, ¿Dios creó el universo, al hombre y a la mujer, entre otros elementos? Bueno, voy a aceptar que concibiera al universo y al hombre, y otras variables, pero, de ninguna de las maneras, admito que crease a la mujer. Las personas nacen del vientre de una hembra que se llama universalmente madre mediante el encuentro más pasional y secreto entre dos personas. Además, la gran diferencia entre Dios y la mujer es que, ésta última, tiene la virtud de colorear un cordón umbilical a partir del cual se explica las conexiones misteriosas entre una madre y una hija o hijo. Asimismo, por muchos poderes con que dotemos a Dios, jamás tendrá el vigor de originar tal vínculo.
Por favor, mujer andaluza, deja de rezar religiones donde no tuviste cabida en la cúspide de su pirámide social, donde el perfil monjil y la subordinación siguen constantes. ¿Cómo es posible que te arrodilles delante de una imagen que lleva detrás decenas de escritos donde tú nunca participaste? Y no es por falta de capacidad, sino porque jamás te dejaron. Y para colmo de males, te condenan por comerte una manzana cuándo eres tú quién nos hace nacer. Por tanto, ¿qué mejor maestra para enseñarnos sobre la creación humana que tú, mujer?
Mujer andaluza, no seas partidaria de un credo que te margina y solo te venera en una estrecha jerarquía de sirvienta, en cualquiera de sus estratos profesionales, que se inicia en el cura de barrio, con todos mis respetos, y termina con un Papa elevado en los altares de su Vaticano.
Paralelamente, ésta situación de la mujer ocurre en todas las religiones, al menos en las mayoritarias. Por ello, si aceptas la fe tal como está diseñado hoy, eres cómplice, directa o indirectamente, del sistema actual patriarcal, ya que funciona bajo las mismas claves; es decir, el hombre manda y tú obedeces.
Por ello, levántate, mujer, deja de invocar a dioses que no te pertenecen, atesora tus hermosas manos en tu faltriquera y, si te place, traza una religión horizontal de poder donde el rango social no posea escalones sino una cuesta hacia abajo para que sea más fácil el lazo de todas las personas en ese afán por crear un mundo mejor.
Eso sí, si construyes tal religión, sé más sensible y tolerante que el hombre, y une a los individuos de todo el globo terráqueo, sin distinción, aceptando el bien más preciado de la humanidad, que es la diversidad en todos sus afluentes. De lo contrario, parirás un monstruo evangélico, intransigente con otras culturas, e invocando a tu Yahvé para que en su propio nombre acometas las maniobras más macabras para salvaguardar, como siempre, tus propios intereses.
Dios no creó al hombre, sino fue el hombre quién creó a Dios justo a su imagen y semejanza, siendo su palabra tan grande que, incluso, supera continentes. Sin embargo, es tan vacía que llena de hambre territorios y, además, en su nombre se han acometido las mayores canalladas contra la humanidad.
Dios y pobreza; un géminis universal inventado por el hombre y protegido por un sistema patriarcal, que nació para quedarse con nosotros y así justificar sus actos (Dios) y engordar su ego (pobreza). En este sentido, la limosna disfraza al hombre de buen samaritano y no queremos más dádivas, sino oportunidades para todos y todas.
No podemos mitificar a una religión que perpetua, siglo tras siglo, estructuras de poder desiguales, especialmente en relación con el género.
Por todo lo anterior, tú, mujer andaluza, deja de rezar y si lo haces, al menos, con una religión que tu escribas; y si cantas saetas que no sea bajo la imagen de un cristo o una virgen que no te ampara. En este caso, canta, hasta quedarte sin voz, en la lucha por los “dolores” que enfrenta Andalucía día a día.
Y, ojalá, orillemos en un día donde la Carta de Declaración de los Derechos Humanos Universales sea más relevante que una Biblia, Coram o Dharmapada, entre otros libros sagrados.
X la revolución de los desiguales…