Han sido muchas las reflexiones antes de decidirme a escribir este artículo.
En realidad, no versa sobre Nadal, del que en estos dias escucharemos a las plañideras a las que–de tarde en tarde- les obsequiaba con unas palabras, salvo la honrosa excepción de Joan Solsona, un maestro del periodismo.
Pronto los libros sobre las gestas de Rafa ocuparán las tiendas de viejo, de libros a un euro.
Rafa se va y deja desierto el solar. Como Ghaza o como Damasco...
Fue él en mi presencia -cuando era convocado para jugar la Davis-, el que proclamó que “qué le debía él a España”, para, a continuación, ausentarse en los compromisos dificiles..
No en vano cobraba la mitad de los emolumentos totales que percibía el equipo español de Copa Davis. Todos los demás integrantes de la Selección, balbuceaban en silencio contra él, aunque no se les oía. Desde Feliciano hasta David Ferrer.
Este último tenía el don de acertar siempre. Sabía el justo momento en que Nadal abandonaba la pista hacia el vestuario -si el partido no iba bien- o reclamaba al fisio para enfriar al adversario en racha.
Nadal decidía a qué restaurante (previa recompensa) iba todo el equipo en las concentraciones Y quien conseguía que los díscolos fueran relegados al segundo plano.
De esto, Nicolás Almagro podría ilustrarnos.
En sus inicios, no había bola dudosa que él no cantara fuera; y tan ruines fueron, que han pasaportado adonde habita el olvido a quien fuera su descubridor, que nunca fue el Tito Toni...
Depredaron la costa balear; fardaba de yate, pero ni lo arrancaba, que la gasolina está muy cara. Y alentaba a que discriminaran al único tenista que defendió a Gala León, la primera Capitana del Equipo.
Yo aun así quiero despedirme de él. No en vano hemos de reconocerle su valía, por más que unos hackers rusos (así los llamaron), desvelaran los papeles de un posible dopping, en manos del entonces Presidente de la ITF Ricci Bitti. Todo esto no es ninguna primicia, que ya lo desveló en su libro (prohibido por el clan) Agassi.
La Familia Nadal almuerza por separado. En una mesa, los machos. En la otra, las hembras, salvo alguna vez, que diría Rajoy.
Atacó a Ana Mato, tan solo por defender como mujer a Gala León. Y así hasta que acabó echándola; como a otros, victimas de su pecado capital, la gula.
Hasta para celebrar una Davis con Rajoy en la Moncloa, no consintió en salir hasta que los responsables de Hacienda alli presentes, le garantizaron un trato “humano” a sus presuntos desmanes fiscales en Navarra.
Rafa se nos va. No sufran. No pasará hambre y hasta nos reclamará el salario social.
El emérito nos lo ha colocado... En Arabia Saudí, el paraiso de la igualdad.
Yo quiero despedirme de él. Mentiría si no dijera que hubo un tiempo en que me orgasmaban sus triunfos.
Pero hoy he descubierto –y miren que ha tardado- que la existencia –ya lo decía Borges- es un laberinto circular.
Ha sido empeñandose por jugar por España cuando ha sufrido la hiel de la derrota. Esa España que nada le debía, ni importaba.
Pero no se va con los bolsillos vacíos. Hasta Moreno Bonilla, le ha regalado unos terrenitos al lado del Martin Carpena de Málaga. Va a resultar que el santo era Manolo Santana y Jesus Gil.
Rafa amó a Letizia (la émula), aunque nunca será suya. Y que conste –aún sigue vigente el delito de injurias a la corona- que no me refiero a la periodista elevada a la sangre real.
La otra debilidad de Rafa, las cordobesas...
Su derrota en la Davis hace justicia; y no es que me alegre, porque justo es reconocer que ha sido un deportista de leyenda, al menos su estatua.
Fue Almudena Grandes el último bastión de los perdedores.
Es mi deber –habito a gusto en el olvido- contar mi verdad.
Y no por mi, sino por sus víctimas.
Fuerza y honor para Gala León. Maldigo cuanto se lleva en la cartera.
Al menos, se le ha escapado Nole...