Esta semana me etiquetaron en la imagen de un twitter. En esa foto una persona que vive en Venezuela, poco importa el sexo o la edad, porque podría ser cualquiera, ya que no es un caso puntual allí, pedía ayuda, le queda un mes de vida, pero no por una enfermedad intratable.
No, morirá porque no consigue insulina, solo le queda un frasco y está desesperado. Algo que para cualquier diabético en España no comprendería.
La escasez de medicinas en Venezuela hace menos de un mes era del 85% y actualmente alcanza el 97%. Esto está generando tráfico ilegal de medicamentos, un mercado negro que arruina aún más a familias con enfermos y con pocos recursos.
La introducción de fármacos caducados desde países amigos al regimen de Maduro. Quien sin pensar en sus ciudadanos rechaza la ayuda humanitaria que esta semana le ha querido hacer llegar el gobierno brasileño.
La estrategia de Maduro ante esta situación de crisis humanitaria ha sido un cambio de ministra y promesas en llevar a cabo una mejor gestión hospitalaria de los medicamentos.
Pero, Sr. Maduro, si no hay nada que gestionar.
El problema no es la distribución, sino la falta de producción, al no tener suministros de materias primas para la fabricación de los medicamentos necesarios.
¿Cómo puede ser que un país que dispone de recursos naturales rentables económicamente, no tenga divisas para compra las materias primas para la fabricación de medicamentos?
Porque no estamos hablando de que te duele la cabeza y no tienes paracetamol, no, no es eso, es que falta insulina, antibióticos, medicinas de tipo oncológico, antivirales, etc. Acabaríamos antes diciendo lo poco de que disponen.
Mientras, el resto del mundo, incluida España, mira como Maduro mata a sus conciudadanos, pasándose de una situación de "crisis humanitaria" a "asesinato por inacción".
Por supuesto no me quiero imaginar que esto pudiese pasar en España, que yo algún día no tuviese acceso al eutirox 112 que tomo todos los días.
Pero tampoco me quiero resignar y pensar que no se pueda evitar este genocidio. Que desde Europa y desde la España que yo quiero no podamos evitar que seres humanos sepan el día de su muerte por la falta de un medicamento.
En la España que yo quiero, sus políticos no van a Venezuela solo en época de campaña electoral. Y sus gobernantes, actuarían diplomáticamente o como fuese necesario para que un pueblo no muriese por el capricho de un hombre.