El primer ministro israelí se siente respaldado por las armas y por los socios que se las proporcionan y le apoyan. Es tan soberbio que se cree con legitimidad para destruir Palestina. ¿Hay alguien que se atreva decirle las cosas a la cara? Solo la ONU lo ha hecho con diplomacia, pero no acepta a este organismo.
Ahora también acaba de hacerlo el representante de la Unión Europea en este semestre. Lo primero que ha hecho Pedro Sánchez es un viaje internacional para encontrarse, en nombre de Europa, con los dos contendientes en guerra. ¿Qué puede haber dicho?
No ha podido ser más diplomático. La tesis es que Israel tiene derecho a defenderse ante cualquier ataque, pero debe usar la fuerza con proporcionalidad y de acuerdo al derecho internacional. “El número de palestinos muertos es insoportable”. Matamos a los palestinos para defendernos. Contesta Netanyahu, convocando a los embajadores de España y Bruselas. De igual manera ha procedido el ministro Albares, convocando al embajador israelí en España. Ha declarado que esas acusaciones son “falsas e inaceptables”.
Tales declaraciones han encendido otra vez la mecha. Este proceder es injustificable, por eso Netanyahu acusa a España de terrorista por denunciar, como es su obligación, la brutalidad a la respuesta ante el ataque de Hamás, que es evidentemente desproporcionado. El primer ministro responde con soberbia e inhumanidad. ¿Qué esperaba que le dijeran, si es esto lo que piensa más de la mitad del universo?
Esto ha resultado un escándalo. Nuestra derecha coincide con Israel y ha criticado duramente a Sánchez. Con mi gobierno no, pero con uno extranjero, sí. Ha creado un conflicto internacional, dice Gamarra. Por eso hay que ponerse del lado de Israel, aprobando sus matanzas.
Alexander de Cro se alinea con Sánchez, al decir que no existe una solución militar para este conflicto y esto es, precisamente, lo que se está aplicando desde el principio. A una acción terrorista miles de acciones terroristas más. Seguimos en guerra, esta no ha terminado, solo hay una tregua de cuatro días. Israel está muy ofendido y el viaje ha cortado de un tajo la diplomacia.
Empiezan los problemas diplomáticos con Israel por imprudencia del Presidente, dice algún periódico nacional. Una última declaración de J. M. de Prada, que ya se había posicionado antes: “Ninguna persona con un mínimo de dignidad humana puede asumir lo que está haciendo Israel y es una vergüenza que la derecha haga reproches a lo que ha dicho Sánchez hoy”. Coincido totalmente con él en este caso.
¿Qué es lo que ha dicho Sánchez? Lo que cualquier persona con dignidad tiene que decir. No podía asumir, ni blanquear, las acciones de Netanyahu. Ninguna matanza de Hamás puede ser parada con matanzas violentas mayores.
El primer ministro israelí acusa a Sánchez de terrorista. Ahí le duele, porque eso lo está haciendo él y debe saber muy bien lo que es. Se lo ha dicho, incluso, El Vaticano.
Había que ser valiente para atreverse a decir esto a la cara colocados los dos al lado y ante un atril, hablando para el mundo. No se trata de ningún ego soberbio, sino de tomar posiciones ineludibles. No se puede seguir aguantando para no hacer una crisis. Hay que proclamarlo sin concesión ninguna. Alguien lo tenía que decir.
El odio no puede seguir, y las muertes tampoco. Nadie puede tener hoy licencia para matar, pero esto sigue ocurriendo. Tiene gracia, aunque resulte trágico, que mientras se acuerda una tregua se tenga el dedo en el gatillo.
Todo el mundo tiene derecho a su tierra y a que nadie se la arrebate por la fuerza. Para ello solo queda reconocer a Palestina. Que establezcan un territorio donde pueda vivir en paz, gobernándose a sí misma. Palestina necesita ser un país en el que trabajar y desarrollarse con la ayuda internacional.
Para eso hace falta reunirse y dialogar del mejor modo posible y desde la justicia. Y esto no se puede hacer por un conjunto de intereses ni económicos, religiosos, de fuerza, ni de ninguna otra cosa. Se trata de reconocer al otro y analizar sus necesidades. Para eso están las instituciones internacionales, que han de alcanzar la paz. No queda otro remedio. Habrá que nombrar héroe del siglo al que lo consiga. Y no hay tantos dispuestos y con posibilidades.
Solo queda la alternativa: guerra y muertes o paz con acuerdos. La dignidad de la humanidad solo apostará por esta segunda. Debemos aprender, además, que todos estamos corriendo un gran peligro y amar el peligro puede tener funestas consecuencias. No acudir al Foro de la Unión por el Mediterráneo es proceder como un gobernante corto de miras, que solo actúa por intereses propios. No se puede permitir.