Eva Puig

No es oro todo lo que reluce

02 de Agosto de 2024
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NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE

Llegan las vacaciones y toca parar. Ya veremos si desconectar. Nos volveremos a ver en septiembre con nuevas reflexiones sentipensantes al vuelo, o a ras de suelo y de actualidad.

“Vacaciones” viene etimológicamente de “vacans”, es decir, tiempo libre, desocupado, vacante. Tiempo libre para desconectar de todas las urgencias que nos reclaman y reconectar con una misma. Pero no es oro todo lo que reluce y las vacaciones suelen tener sus trampas.

Es muy sabido que muchos divorcios se dan después de este parón veraniego. Lejos del ajetreo diario las parejas tienen tiempo de pararse y mirarse y darse cuenta de que algo no va bien. Cada parte no se reconoce a sí misma y ve en el otro a un extraño con quien comparte hipoteca  e hijos. Al “¿quién soy yo?” sin respuesta se le une el terrible y certero “¿Quién eres tú?, y el “nosotros” que se construyó muere en el silencio que no sabemos dar a esa pregunta.

Parar para conectarse…o salir huyendo (tal vez de uno mismo). Los aeropuertos llenos, las playas llenas. Gente que se va a la otra punta de mundo cuando tiene el paraíso a pocos km (o en el mismo pueblo). Siempre la felicidad lejana nos parece más felicidad que la que tenemos a tocar de playa. Y extranjeros que vienen como locos a consumir la marca España. Unos vienen, otros van…pero todo está “lleno”. No sé qué diría Ortega y Gasset de la actualidad, cuando allá a finales de los años 20 publicó la rebelión de la masa e iniciaba su análisis sobre el advenimiento del hombre-masa con un estudio del “lleno” (decía el filósofo que todo estaba “lleno” y eso era sintomático de una época…en ¡1927!).

El turista sustituyendo al viajero. El turista que va a los lugares para “coleccionarlos”, para quien el viaje es mero desplazarse sin cambio sustancial. Precisamente sospecho que los viajeros, los auténticos, en verano no viajan, tal vez vuelvan a sus casas, si es que las tienen, se recluyen en vidas normales para preparar la siguiente aventura (porque todo verdadero viaje es una gran aventura).

Los padres contando cuándo vuelven los hijos al colegio. Venimos de un mes de julio donde los retoños tienen fiesta de sus sistemas de adoctrinamiento masivos pero los padres no tienen tantas semanas de vacaciones como sus hijos. Las malabares familiares, tanto de tiempo como económicas, son tremebundas, y los padres llegamos agotados a las vacaciones de agosto debido a este spring final.

Hace un año se atribuyó en un estudio de alguna universidad muy prestigiosa de cuyo nombre no me acuerdo, que el aumento de suicidios durante el verano se debía al calor. Parece que no nos cansamos de achacar al cambio climático y a las sucesivas olas masivas de calor, cualquier desgracia que nos acontece. El tiempo libre que nos encara con nuestro vacío existencial sumado el calor asfixiante hacen la ecuación perfecta del suicida veraniego.

En fin, ¡vacaciones!. Para mi las vacaciones son, sobre todo, de tiempo, no de espacio. Tiempo sin tiempo, tiempo para perderlo, y así ganarlo, tiempo para quedarme en mi casa con mi hija, mis cuatro gatos y mis 40 plantas, y soñar despierta, o soñar a pierna suelta, sin despertador. Tiempo para no hacer nada o dejar que la nada nos deshaga. Al principio nuestro sistema nervioso se ahoga, en esa “nada”...pero si le damos tiempo y espacio, poco a poco irá encontrando, en las profundidades de la nada, pedacitos de verdad e intimidad, de su ser que perdió a lo largo del año, o de toda una vida.

 

¡Felices vacaciones…espero!

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