La reciente intervención del vicepresidente de los Estados Unidos en Munich, J. D. Vance, con ocasión de la Conferencia sobre Seguridad en Munich, como todo lo que lleva el sello de Donald Trump, resultó ser de todo menos positiva. Si hay que calificarla tendría que ser como despreciable, al marcar una línea roja entre su país y nuestra Vieja Europa de difícil superación, al menos mientras esté en el gobierno la actual administración trumpista.
Que usted diga que en el viejo continente europeo existe un déficit de democracia y que no se deben poner cordones sanitarios a los partidos que le gustan, los de extrema derecha, como Alianza por Alemania, lo único que dice de su persona es que se trata de un ignorante compulsivo, como toda la gente que acompaña a Donald Trump en su gobierno de los Estados Unidos. Le recomiendo que se informe sobre qué pasó en la II Guerra Mundial, qué hicieron los nazis, y por qué en Europa se le tiene pánico a un renacimiento de sus ideas.
Que se atreva a decir que el peligro no es Rusia o China, dos países que se caracterizan por sus regímenes autoritarios, y que el enemigo lo tienen en una Unión Europea que está abandonando sus valores es para reír y llorar a la vez, harto difícil. Solo procede recordarle que, hasta hace bien poco, y con gobiernos demócratas o republicanos en su país, sus ideas y las de la Unión Europea han ido bastante de la mano. ¿No serán ustedes los que a bordo del trumpismo han tomado la doctrina de la extrema derecha?
Y sin embargo desde aquí, desde Europa, hemos visto bien nítido como sus seguidores invadían el Capitolio en un intento de golpe de estado, típico del siglo pasado, en que algunos países, entre otros España, vieron como un dictador como Francisco Franco se cargaba el estado republicano en una guerra civil de tres años, que tuvo como consecuencia la muerte de miles de españoles, antes y después de la llegada de la dictadura. ¿Sabe lo que le digo? Que los magnates de su país, como usted o Elon Musk entre otros, padecen del mal de la “ignorancia supina”.
Pueden presumir, sí, pero de tener a un presidente que es un delincuente por multitud de delitos cometidos, que debería estar en la cárcel, en un lugar de los que tiene preparado para los inmigrantes irregulares, a los que les echan la culpa de todo lo malo de su país. Espero que sus cuatro años de mandato pasen pronto y a ser posible lo dejen antes de un año. ¿Funciona tan bien como dicen su democracia? ¿Y su justicia?
Es cierto, tienen unas universidades privadas como Harvard, MIT, Stanford, que están en la vanguardia del conocimiento, ¿pero, ¿quiénes pueden asistir a ellas? Lo diré yo, los hijos de los poderosos, de fuera y de dentro de su país.
Pero, ¿qué me dice de su sistema sanitario que solo tiene en cuenta, de nuevo a los ricos, a los que más dinero tienen, mientras que los pobres, los vulnerables, se mueren por las calles sin nadie que los atiendan? Por si no lo sabe, en nuestro país, por ejemplo, tenemos una sanidad pública y gratuita para todos los que viven entre nosotros. También tenemos una educación pública y también gratuita para que todo el que quiera y pueda se forme desde la cuna hasta la Universidad.
¿Y qué me dice de su presidente que, como excepción, fue incapaz de estar presente en la toma de posesión del presidente Joe Biden? Esto no ocurre en ningún país de la Unión Europea. Digno de mala educación. De impresentables.
Como me dijo una vez un colega que hizo el doctorado en Boston, en el MIT, bajo la dirección de uno de los tres premios Nobel en Química 2005, Richard Schrock. “EEUU tiene un país que no se merecen”. Porque tienen mucha riqueza. Por cierto, ¿quiénes son los que trabajan en las tiendas y bares de Manhattan? Yo sí que lo he visto: la mayoría son ciudadanos de origen centroamericano, caribeño o sudamericano. ¿Por qué se quejan de los inmigrantes?
Haga el favor, y antes de hablar de la vieja Europa lávese bien la boca.