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No soy princesa, ni feminista, soy mujer

07 de Enero de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Esta semana murió Carrie Fisher, la princesa Leia de la saga la Guerra de las Galaxias. Princesa que nada tiene que ver con las princesas de Disney, donde la inteligencia, astucia, valor y capacidad de liderar, se encuentran enfrentadas con la debilidad, dependencia de Bella, Cenicienta o Rapunsel, entre otras.

Todas estas princesas acompañan nuestras vidas a través de películas, dibujos animados, cuentos a los que un 99% de las niñas miran con deseo y admiración, esperando algún día ser ella la princesa rescatada por su príncipe (no atreviéndome a afirmar que un 100%, por eso de que la excepción confirma la regla).

Así que no es de extrañar que cuando mi hija me ve cambiar la bombilla del coche, coger un destornillador o el taladro, me pregunte si lo voy a hacer yo sola, sorprendida de que su madre, mujer, haga esas cosas de sexo típicamente masculino. Pero no pasa lo mismo cuando me ve pasar el aspirador, poner la lavadora o hacer la comida.

Con estos estereotipos que desde pequeños marcan nuestra infancia, tampoco es de extrañar que cuando llegamos a edades adultas, acabamos nuestros estudios, adquirimos experiencia profesional, nos encontremos con que cumpliendo todos los requisitos sea excepcional aquellas mujeres que alcanzan puestos de alta dirección en las empresas.

Debe ser que nos ven más como a la Cenicienta, débil y cuyo fin fue casarse con el príncipe azul, que como a Leia, valiente, capaz, resolutiva.

También nos encontramos que entre hombres y mujeres existe una brecha salarial. Igual trabajo, igual responsabilidad, igual productividad, igual formación, en muchas ocasiones supone distinto sueldo si eres hombre o mujer. No sé si será por eso de que las princesas Disney tienen su "príncipe azul", y tal vez, no me he enterado, que eso desgrava.

Imagino, que muchos de los lectores de este articulo, llegado este punto estarán pesando, "ya está aquí otra feminista". Pues siento decepcionarles, en mi defensa decir que odio el @ cuando se utiliza para referirse a los vecin@s (vecinos/vecinas), ciudadan@ (ciudadanos/ciudadanas), compañer@s (compañeros/compañeras).

Que considero que sí, las mujeres somos diferentes a los hombres por cuestiones fisiológicas que nada tienen que ver con la inteligencia pero sí con las hormonas, la constitución física. Lo cual en mi caso, no me hace ser menos persona, sino que me hace ser mujer.

Afirmo que me gusta que un hombre me abra la puerta y me deje pasar antes, que me ayuden a ponerme el abrigo, y que por ello nunca me he sentido menos persona, ni inferior a ese hombre, ni débil, simplemente me he sentido mujer respetada y agasajada.

Muchas veces es difícil luchar por la igualdad entre hombres y mujeres, cuando muchas de nosotras, partidos políticos supuestamente "progresistas" se empeñan en marcar diferencias donde no hay, como por ejemplo en las palabras. Y niegan donde sí existen como menoscabo de nuestra naturaleza humana.

En la España que yo quiero los partidos políticos, la sociedad en sí misma, lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en aquellas cosas en las que lo somos. Acepta sin calificativos lo que nos hace diferentes y nos educa en valores donde todos nos sintamos ciudadanos de primera.

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