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No tengo vanidad

12 de Abril de 2025
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No tengo vanidad

No tengo vanidad sino la herencia orgullosa de saber qué hacer con lo que tengo. O sí, o sí la tengo y soy vanidoso hasta para hablar de mi propia vanidad.

 ́Dicen' que los sueños son las confesiones de la conciencia. Yo, como tengo la conciencia tranquila, prácticamente no sueño; dejo para el sueño escribir malos poemas y así durante el día me dedico a los buenos.

'Dicen' que recordar es hacer un seguimiento del olvido. Yo, como nunca he olvidado lo que pienso, no preciso recordarme.

'Dicen' que los poetas ejercemos la codicia de la gloria como un aplauso a nuestros genes. Demasiadas cosas buenas me descubro a mí mismo como para tener que soportar los elogios ajenos.

'Dicen' que el ser humano se vuelve inteligente momentos antes de morirse. Yo, que ya soy extraordinario desde niño, me vuelvo como mucho algo más imprevisible a los ojos de los muertos.

'Dicen' que los librepensadores estamos abocados a la soledad. Yo prefiero estar a solas buscando la verdad que en torno a la mentira acompañado.

'Dicen' que tirar un libro es una ofensa indescriptible a toda la humanidad. Yo de dos o tres millares me deshice porque la mala literatura ni siquiera se merece el polvo de mi casa.

'Dicen' que la verdad es una mentira convincente. Yo he despreciado tanto la mentira como elogiado la verdad y, sin embargo, no hay elogio verdadero ni desprecio sin engaño.

'Dicen que la vergüenza es síntoma de respetar al resto de los hombres. Yo jamás permitiría que la vida me ruborizase pero no hay agresión más evidente que la de tener tan grandes tus vergüenzas que no puedas ocultarlas.

'Dicen' que un hombre poderoso es aquel al que los demás necesitan para cumplir sus deseos. Yo soy un hombre poderoso: me ayudo sólo de mí mismo para preservar en mí mis propias convicciones.

'Dicen' que el amor es un estorbo para el buen entendimiento. Yo, que entiendo mucho más que la inmensa mayoría de los españoles, cuanto menos amo mejor entiendo a los enamorados.

'Dicen' que todo cotilleo de lo ajeno tiene, como fundamento, eludir la conciencia de lo propio. Yo soy libre de los cotilleos; tan libre que, por no hacerme caso, ni siquiera le hago caso a lo que digo. 

'Dicen' que los hombres hacen el mal porque ejercen su derecho a no ser buenos. Yo nunca he conocido a un hombre malo que no tomara por bueno lo que hace y por eso ni siquiera necesito la maldad para ser mejor que ellos.

'Dicen' que la felicidad es la tristeza en pausa. Yo me entristezco de júbilo para llorar como un hombre pues mi cuerpo hace dichoso cualquier lugar en que me halle.

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