"La humanidad se va a la mierda", leo en un comentario ayer a primera hora de la mañana. Tal vez esto se deba a causa de la mudez de la verdad, la falta de sacrifico hacia la gente con la que convivimos o el escaso respeto que nos tenemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Nos vamos a la mierda -al parecer- sin percatarnos que ya habitamos en ella, sin percatarnos que hace mucho tiempo que no hacemos nada, de nada, por engrandecer a las personas que aún ostentan bondad, sinceridad y principios claramente humanos. Nos acercamos al cataclismo por falta de valor y ética. Sin decoro y sin importarnos las consecuencias, somos cómplices de todo este embolado.
Nos vamos a la mierda quizás porque merecemos -sobre- vivir entre inmundicias que huelen a cloaca: guerra en Ucrania, genocidio en Palestina, egoísmo voraz, ingratitud desde primera hora de la mañana, una infracción que sólo va en aumento, incremento de nuevos ricos, la pobreza rozando niveles históricos, la Viruela del Mono asomando la patita, culto a la imagen y devoción a la insana incultura, entre otros acontecimientos y circunstancias que, acaso, le den la razón a esa persona que considera que estamos viviendo la época más estúpida en la historia de la humanidad.
Nos vamos a la mierda, no lo dude usted, por tozudez egocéntrica. Miramos nuestro culo permanentemente, pero no caemos en la cuenta de que el WC es comunitario, compartido. Subvencionamos lo absurdo y le damos alas a los mensajeros de las malas nuevas. Masticamos sin tener en cuenta que el índice de personas en este mundo que no pueden llevarse un trozo de pan a la boca es humanamente inaceptable. Compartimos la semilla de la idiotez a medida que dejamos de luchar por lo fundamental: una vivienda digna, un trabajo bien remunerado, una sanidad de calidad, una educación que haga pensar por sí mismos a nuestros jóvenes…
Y es que es evidente que en nuestra sociedad existen injusticias y situaciones que muchos quisiéramos cambiar. Hay valores como la independencia, la justicia y la solidaridad que han quedado en un segundo término en un contexto económico en que prima el beneficio, el lucro y el aislamiento mental.
Es evidente que la sociedad presente está vacía, hueca, a consecuencia del Humanismo perdido. Recuperar los actos compasivos es ahora más que nunca una tarea necesaria y fundamental para alejarnos de esa “mierda” de la que ya hablan muchos, ya que perder el sentido humano es estar integrado en una comunidad demente donde se le da demasiada importancia al hedonismo y al consumismo, dejando a un lado las relaciones intensas, haciendo que convirtamos nuestro día a día en una guerra permanente de todos contra todos.
Y yo, para finalizar, debo aclarar que acepto mi porquería y el peso que trae consigo. Porque lo que más nos tendría que llegar a doler es que sean nuestros semejantes los que carguen con la basura que nosotros generamos… Mierda que no les pertenece, pero que hace que su pesadez los mantenga desalentados, depresivos, sin ánimo, con pocas esperanzas de que el futuro se nos muestre un poco mejor en comparación a este presente adiestrado por las sucias manos de un Sistema creado no para formar personas, sino, más bien, para crear y dominar a códigos de barras: individuos nacidos para consumir sin rechistar hasta el final de sus días.