Mientras la noche dormía, vi pasar las horas como cantaba Joaquín Sabina pero con pijama y acompañada por mis cuidadores bigotudos. Hace 40 años habría deseado aguantar despierta para verlos pasar, pero hoy, a pesar de agudizar mis sentidos, no tuve suerte. Supongo que al estar confinada y esta vez con doble rallita, no sería precisamente mi ventana la que utilizarían para entrar. Sentía la curiosidad de verlos con mascarilla y me dá miedo sólo pensar, en la dermatitis en sus manos al acabar la jornada con tanto gel hidroalcohólico.
Supongo que entre la marathon que me estoy haciendo de "Anatomía de Grey" y la psicosis colectiva existente, lo normal era que mi noche en vela se llenara de neumonías, neumotórax y hasta isquemias cerebrales en vez de reconocer que le había abierto la puerta a una vieja conocida...
Ansiedad: Sensación de "desborde”, que se te va de las manos el control y bloquea al azar cualquier zona de tu cuerpo, en mi caso, lo que sería para los sánscritos el cuarto chakra o la región esternal para quien no sabe de ésto. Desde mi adolescencia he sabido lo que es ahogarte sin estar en el agua, entonces solía acompañar mis momentos de exámenes, años después, iría reapareciendo como llamadas de mi cuerpo, para frenar el ritmo con ese nudo en el centro del pecho que precisa de una respiración profunda para soltarse y, cuando no lo consigues, has de esperar sin desespero, a la siguiente ola y una vez "abierto el canal", volver a empezar con el siguiente nudo. La consecuencia de estos esfuerzos, es que te acaban doliendo todos los músculos del tronco.
Ese bloqueo no sale en radiografías en electrocardiogramas y cómo olvidar a aquél especialista "de pulmón y corazón" que me llegó a recetar la búsqueda de un novio.
Ojalá en aquellos inicios hubiera sabido que había alternativas al relajante muscular o a los inhaladores que inútilmente me pautaron porque yo no era asmática. Yo solo tenía un bloque en mi diafragma con músculos petrificados que impedían que el aire y la energía fluyeran como toca.
Una jaqueca tensional, una mandíbula bloqueada o una aceleración en el ritmo intestinal, pueden ser mensajes de socorro de un cuerpo que necesita que pares, que medites y empieces a saborear más la vida y desde luego, en los últimos 2 años, el ambiente ha estado tan cargado de personas grises y malas noticias , que hasta las más positivas, como no venimos del espacio ni tenemos superpoderes, podemos caer en una noche de ¿Y sís...? totalmente irracionales.
La salud mental de la población mundial ha sufrido duramente, así que tendremos que buscar los apoyos emocionales que tan deficitarios han sido durante estos últimos años. Puede que sea preciso administrar medicación en algunos casos, pero desde luego, no debemos confiar que sólo una pastilla sea la responsable de nuestro resurgir. La psicología, la fisioterapia, la osteopatía, la acupuntura o la medicina integrativa pueden ser tan aliados como un buen libro, empezar a meditar o a hacer yoga y lo más importante, retomar contactos humanos y APAGAR pantallas.
Para acabar, sólo deciros que aunque no los vi pasar, mis queridos Reyes Magos se colaron en nuestro comedor como cada año, y a estas horas, espero estén ya en sus casas descansando.
Deseo que os hayan dejado mucha paz mental y esperanza, porque es de lo que más escasea por aquí.