aaron

Nunca trato de vivir sin darme cuenta

21 de Febrero de 2025
Guardar
Nunca trato de vivir sin darme cuenta

Aunque suba las escaleras de dos en dos, nunca he dejado de quererme.

Quererme es, para todo, la mejor de mis excusas; pero no he podido sorprenderme enamorándome de mí porque justo estornudé en ese mismo momento.

Protejo mi afectividad como el león su melena de los rayos solares.

Me tengo cariño, ¿qué más puedo aconsejarme? Nadie me quiere tanto como yo, ni siquiera yo mismo.

Me conozco, me parodio a mí mismo porque 'parodiar' es el verbo que se vota en las urnas de los españoles.

Protagonizo una comedia que termina con los ojos abiertos; olvidé cerrarlos una noche y, desde entonces, me han dolido las mejillas.

Daría lo que me falta para obtener lo que me sobra.

Todos los muebles de las casas del barrio de Hortaleza se hacen a través del árbol que atraviesa mis riñones.

Aparezco y desaparezco en cada bote de un partido de tenis.

Y reservo la paciencia para mis últimos días.

Había decidido no morirme porque morirme supondría la demostración de haber vivido.

He sido siempre el único muerto de mi cementerio, muerto al que le late el corazón demasiado deprisa.

Y he sido un corazón que no ha latido, un agujero invisible como el azote de los tiernos a las mujeres casadas, con la misma utilidad de un dios que no te exige compromiso.

Lo + leído