Los obispos de Valladolid, Oviedo y Alicante arremeten contra la amnistía que ha sido pactada por el PSOE, Sumar, ERC y Junts. Mientras, la institución sigue ocultando los abusos producidos en su seno.
El sector más conservador del episcopado arremete contra la amnistía. Según Luis Argüello, aspirante a presidir a los obispos españoles y actual arzobispo de Valladolid, la negociación del PSOE, Sumar y los independentistas amenazan la convivencia. Argüello, invalidando la justa reivindicación de los presos y encausados del procés, señalaba que la amnistía podría ser valiosa si fuera recíproca y los amnistiados renunciaran a un proceso ilegal y unilateral, si fuera fruto de un acuerdo con mayoría cualificada, si no amparase la violencia contra las personas.
Pero este no es el único argumento que hemos podido escuchar. El obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, en su intervención en el programa Radio María, habló sobre que en las negociaciones con los independentistas están en juego los valores morales cristianos, ya que, a su juicio, es profundamente inmoral que unos políticos amnistíen a otros a cambio de recibir sus votos para seguir gobernando. Lo lógico para Munilla sería hacer una legislatura de transición con un pacto entre PSOE y PP para evitar una posible amnistía que considera que sería un episodio muy duro y triste.
Por su parte, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz acusó al PSOE de ser cómplices que venden lo ajeno por un plato de lentejas para seguir en el poder. En la red Tuiter aseguró que la amnistía no es un borrón y cuenta nueva. Aquellos que delinquieron conta la convivencia destruyendo un Estado. Curiosas palabras de uno de los principales representantes de la institución reaccionaria por excelencia del Estado; que no solo mete sus garras sobre la educación pública, sino que esconde y encubre miles de abusos sexuales en su seno, como los que han salido a la luz las últimas semanas.
El portavoz de los obispos ha afirmado que existen las herramientas en derecho para situaciones históricas muy excepcionales y ha
recordado que ya hubo una amnistía cuando se produjo el cambio de régimen, durante la transición. Es triste, vergonzoso y fuera de lugar señalar la amnistía de 1977 como excepcional, habida cuenta que se amnistiaron todos los crímenes, torturas, linchamientos y aquellos que lo practicaron. ¿Acaso no sabe la iglesia que la misma fue reprobada por las Naciones Unidas? Claro que es la misma iglesia que bendijo el golpe de estado de 1936, adaptada y maquillada al día de hoy.
Para el lector que quiera saber la actuación de la iglesia, iniciada la guerra civil, les adjunto el enlace para verlo. Tengo que advertirles que les puede afectar pues es horrible, más si no lo sabían con anterioridad.
La Iglesia Católica, aliada del Régimen del 78, mantuvo una situación de privilegio, en cuanto a la financiación pública se refiere, tanto a través de una dotación presupuestaria anual a la Conferencia episcopal, como la financiación de la educación y la asistencia religiosa en el ámbito educativo, penitenciario, sanitario y militar. Además, la Iglesia católica española se financia a través del Estado con más de 11.000 millones euros anuales (más del 1% del PIB), por medio de la casilla de la declaración de la renta, las exenciones fiscales, los colegios concertados, la obra social, los centros hospitalarios, el mantenimiento del patrimonio o las subvenciones. Por tanto, no es raro que abanderen la lucha contra la amnistía; por parcial que sea el acuerdo de PSOE y sus socios.
Se trata de un ejemplo de cómo la derecha intensifica su estrategia de oposición al gobierno a través de la amnistía y por todos los frentes. La Conferencia episcopal ha sido una aliada histórica del Régimen y de la ofensiva anticatalana que hizo crecer a la extrema derecha española y españolista estos últimos años.
Frente a esta Iglesia medieval y a la extrema derecha españolista, es fundamental pelear por una amnistía total para todos, una amnistía que no solo abarque a los políticos independentistas, sino a todos los encausados por luchar en el procés, contra el Régimen, en el centro de trabajo y los movimientos sociales.
Además, debemos seguir planteando la necesidad de separar la Iglesia y el Estado, que es una reivindicación básica. Solo así se podrían investigar de manera independiente e imparcial los casos de abuso por parte de la Iglesia, que se cuentan a millares, y plantear el fin de la educación reaccionaria que se da en los centros de estudio dirigidos por la Iglesia. Porque estas opiniones que hoy escuchamos de boca de los obispos son parte de la educación que defiende la Iglesia, donde la santa unidad de España y la defensa de un Régimen antidemocrático son sus dos pilares básicos.