Francisco Silvera

Opinión de un Profesor I

04 de Diciembre de 2016
Actualizado el 02 de julio de 2024
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ben

ben-copiaAndo mosqueado porque la experiencia me dice que nos la van a colar otra vez; ya pronostiqué (dotes prománticas) que los partidos del bloque corporativo (PP, PSOE y C's) iban a vender unidad con una reforma educativa, que ni les va ni les viene, para trasladarnos lo útil de la responsabilidad conservadora. Nos van a hacer otra más, otra ley inútil porque el problema es de fondo y ése no se va a tocar.

No creo que exista una legislación educativa apolítica, este calificativo encubre casi siempre un extremismo conservador que se tiene a sí mismo por aséptico, cuando suele ser parte en la pugna. Por eso no la va a haber; deberíamos aspirar a una legislación que sea efectiva y que cumpla rigurosamente con el papel otorgado a la Educación por la Constitución y las declaraciones de derechos internacionales que nos sirven como fundamento democrático, claro que más allá de los partidos: la Enseñanza es la fuerza reequilibradora más importante de un sistema político, debería ser motor de igualdad y promoción social, si no es así sólo puede ser academicismo interesado para crear sectores de población, canalizada a componer mano de obra para quienes se educan en otros sistemas pagados por ellos mismos, y así sostener la diferencia.

la Enseñanza es la fuerza reequilibradora más importante de un sistema político, debería ser motor de igualdad y promoción social

No voy a hacer patafísicas ni politicismos, simplemente voy a proferir lo que he vivido en veinte años de experiencia docente, y como profesional en ejercicio voy a exponer lo que jamás hasta ahora nunca nos han preguntado, lo que yo necesito para dar clase, qué es lo que me afecta en la práctica diaria del ejercicio docente.

Quiero dejar claro que si algo merece la pena en la Enseñanza es esa chavalería a quien el Sistema, de una forma u otra, incorpora para la vida ciudadana, crítica y culta. Y el Sistema funciona parcialmente, todos los cursos, sale del Bachillerato un puñado de gente maravillosa, trabajadora y bien formada que está a la altura de su tiempo; pero no hay zona intermedia, hay una gran mayoría que transcurre por todas las etapas educativas y jamás pasará del analfabetismo funcional o de ser meros técnicos sin capacidad crítica. Véanse estadísticas sobre hábitos de lectura o sobre música culta, les recuerdo que el museo más visitado de Madrid no es una pinacoteca precisamente... El fracaso de la educación no es su fracaso, sino nuestro fracaso.

Lo que voy a decir no va a gustar ni al profesorado, ni a la Administración, ni a la Inspección ni a los padres y madres ni al alumnado, pero hay que afrontar la realidad: el fracaso está ahí, no podemos seguir aplicando el mismo tratamiento si los pacientes han muerto repetidamente bajo nuestra responsabilidad: empecinarse en continuar así es ora tener interés en que siga la ruina ora ser gilipollas.

El fracaso de la educación no es su fracaso, sino nuestro fracaso

En 1933, la Junta para la Ampliación de Estudios, dependiente de la Institución Libre de Enseñanza (¿eso era España?), publicaba el “Tomo I” de una “Biblioteca Literaria del Estudiante”, Fábulas y cuentos en verso, y la Colección llevaba un interesante prólogo de Ramón Menéndez Pidal; hago mías unas palabras suyas acerca del aprendizaje: “Pero nunca se tendrá bastante en cuenta que el aprendizaje […] se hace siempre a fuerza de percibir incompletamente aquellas cosas que sobrepasan la comprensión del instante y que esperan tiempo venidero para ser asimiladas de un modo más perfecto”.

Siempre he trabajado así... No se puede pretender que una alumna sepa lo que un profesor, sino que le quede el eco de su docencia, porque ése será el camino de su formación futura.

Soy profesor de Secundaria y Bachillerato, mi enfoque será desde esa perspectiva; invito a la gente de Primaria a hacer lo mismo, porque los malos resultados son una cadena de causas y efectos donde sí existe un primer motor, y deberíamos empezar por domesticarlo.

EXAMEN:

  1. AUTORIDAD Y DISCIPLINA 

No se puede entrar en un aula sin Autoridad. Hay que tenerla y, sin violencia (lógicamente), o te ampara el sistema o es muy difícil. Hablamos de virguerías pedagógicas cuando muchos docentes tienen un único problema: mantener un nivel de respeto y silencio adecuados para permitir el ejercicio de la Enseñanza y el Aprendizaje; esto no tiene por qué significar aburrimiento, pero una clase no es un espectáculo para hacer reír a chavaletes. Evitar el insulto y la permanente interrupción y, sobre todo, el respeto al derecho a recibir Enseñanza de quien quiera atender, deben prevalecer sobre cualquier otra consideración; hay aulas donde la capacidad de autocontención de un adulto se pone a prueba durante sesenta minutos y así no se puede enseñar, y el final no es bueno ni digno (véanse estadísticas de bajas y pidan opinión a los profesionales).

La Educación, como la Libertad, es un Derecho y el derecho se puede perder sin menoscabo del mismo (las cárceles existen y no hay por ello menos libertad), tiene que haber una pérdida graduada normativamente para poder penalizar a quienes abusan o impiden ejercer a los demás sus derechos; la expulsión de clase, entendida como la máxima pena ante quienes no saben estar, debe estar regulada, y para ello debe haber una alternativa: no se entiende un centro docente sin unos Servicios Sociales que puedan actuar ipso facto, en el mismo centro, con quienes no tienen un contexto que les permita estar con normalidad en un aula.

Hay que usar el rigor y poner niveles de frustración y autonomía que permitan aprender que las responsabilidades tienen consecuencias; jamás hay que sustituir la autonomía de actuación de quien aprende, tiene derecho a equivocarse y también a asumir las consecuencias, sabiendo guiarlos, claro, que esto es enseñar. Hace falta personal que atienda específicamente al alumnado problemático atacando la raíz (que suele ser la familia y el entorno) desde el mismo centro educativo. Se debe contemplar la expulsión o exilio a otros centros sin menoscabo del derecho a la Educación, y los tutores legales deben afrontar las consecuencias, en incluso ser atendidos para que puedan hacerlo (desplazamientos...). Los trabajos para la comunidad para pagar desperfectos o adquirir consciencia del daño causado podrían ser una salida a la disciplina; pero hace falta personal (no necesariamente docente) que se haga cargo de esas funciones.

No proponemos un lugar autoritario, sino la protección del Derecho a la Educación de quienes quieren aprovecharlo. No pediríamos a la gente de la calle tolerar el delito para que quienes lo ejercen no pierdan la libertad; si esto es absurdo, la situación actual de los centros: también. El Sistema Educativo tiene que pelear por esto y por recuperar a quienes no lo pueden disfrutar, y eso sólo se hace poniendo medios: no abandonando al desgraciado que no puede saber qué pierde atacando a su propia salvación. Esto es realidad, y no teorías. Y Autoridad.

  1. EL QUÉ

No debato sobre qué es la inteligencia, ni qué el conocimiento o el saber... eso sólo sirve para montar un curso inútil para inútiles profesores... leamos sobre eso, pero por formación general. Si no queremos mantener discusiones bizantinas, hay un axioma del que podemos arrancar sin dudas: para enseñar algo, hay que saber algo.

Lamentablemente, exigimos a nuestro alumnado lo que como docentes responsables no hacemos. Un Sistema adocenante en el que no existe carrera profesional y en el que la especialización erudita se supone (como aquel valor en las cartillas...), juega permanentemente en un vacío pedagógico en que se aspira a que el alumnado lea a los clásicos, guste del cine más allá del mero entretenimiento, paladee la música clásica, esté pendiente de las novedades cosmológicas, al día de los movimientos políticos, de la Historia, use críticamente el nuevo horizonte digital, hable idiomas... y no existe una sola herramienta que garantice que la docencia tenga adquiridos esos compromisos.

Hemos hablado de estadísticas culturales en España, ¿cómo podemos afirmar que entre el personal de magisterio y el profesorado la tendencia es mejor? No digo que no lo sea, sino que la Administración debe poner los medios para que ése sea el contexto de la Enseñanza (a lo mejor empezando por desgravar en el IRPF discos, libros, cine, informática... a los profesionales del ramo).

Podemos encontrar perfectamente un profesor que terminara su carrera, aprobara sus oposiciones y lleve décadas sin actualizarse y sin actividad intelectual alguna, ¿cómo puede promover alguien así los fines de la Educación? ¿En qué se distingue de cualquier otro profesional que se aprenda un temario? Construimos tejados sin cimentar nada; mi afirmación es sencilla: si favorecemos una formación muy profunda a la docencia y ésta no transmite, al menos podremos diagnosticar un problema metodológico; si empezamos por airear pedagogías sin debatir lo fundamental, podemos encontrar la sorpresa de que lo que está fallando es la base.

Hay que volver a la especialización, no para dar mayor cantidad de conocimientos (eso, empero, no es absurdo, no pasa nada por aprovechar los recursos al máximo nivel), sino para garantizar que quien imparte clases tiene vida intelectual, interés y objetivos lejanos y por tanto un control casi absoluto de las materias; esto es una parte importante de la Autoridad citada antes y permite mirar más allá del currículo y el aula. Los profesores y profesoras que hemos admirado eran gente culta, aunque aparentemente la causa de nuestra admiración no se cerniera exclusivamente a lo erudito de sus conocimientos.

Y por no alejarme de la realidad, mis compañeras más capaces, los mejores profesores con los que he trabajado y trabajo son gente que por vocación, más allá de sus habilidades pedagógicas, tienen una cultura amplia y viva, y casi nunca hablan mal de su alumnado ni pierden el tiempo contando chácharas de disciplina: quieren enseñar. Esto es lo que pasa en el mundo real, señorías legisladoras; el ignorante sólo sabe de partes disciplinarios, de reuniones con madres y padres, de cursos para puntuar en los traslados y de rellenar estadillos legalistas absolutamente inútiles que no sirven para saber si lo que hace tiene influencia en la vida de sus discentes (enseñante-calamar). Lo que digo es que aquéllos, además de hacer todo esto: pueden enseñar algo.

Respecto del alumnado, saber muchos contenidos no es un objetivo de la Enseñanza sino un medio, para poder tener así ideas complejas, crear hábitos, analizar, poder descifrar textos comprensivamente... Por qué ignorar si se puede saber, decía Horacio; acumular datos no molesta y puede servir; suele pensar que no quien no los controla.

 
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