Cuando hablamos de la verdad, se suele interpretar, salvo en el caso de historiadores que apuntan de manera fidedigna a las fuentes utilizadas ( e incluso, a veces, hay dudas o interpretaciones), a la verdad individual del que se pronuncia. Es el caso de los testimonios de las víctimas de violencia en la represión de un conflicto.
Pero, como señala Elisabeth Lira, psicóloga chilena especialista en Derechos Humanos, no es suficiente. Hace falta un consenso sobre los valores de la Democracia que impida que los cambios de gobierno, de distintos signo político, desmantelen, las políticas de Memoria Democrática llevadas a cabo.
Y eso es lo que se está planteando en la actualidad en Extremadura ( también en muchos otros lugares). Con el pretexto de las nuevas verdades ( lo que en el entorno académico se suele denominar revisionismo) se trata, al modo de cualquier fenómeno de ósmosis, de penetrar en las capas sociales menos formadas, para inculcar ( eso sí que es adoctrinamiento) la teoría de la existencia de unas supuestas víctimas o de la no consideración como tal de otras.
Es importante hacer un examen crítico del pasado. En ese sentido, el término justicia restaurativa se debe entender mucho más allá de lo económico. Me parece primordial el efecto simbólico. El reconocimiento. La restauración de la importancia del legado que ha supuesto la contribución al bienestar de sus semejantes.
Aquí es donde se puede trabajar a nivel global con el intercambio de experiencias y planteamientos de las leyes de Memoria Democrática de diferentes regiones y países. Pues hay muchos puntos en común en el tratamiento de estos temas y además se podría contribuir a erradicar el negacionimo.
Para cumplir estos fines sería necesaria la apertura del acceso a los archivos oficiales que nos va a permitir conocer mejor nuestro pasado y promover la transparencia y la investigación en la búsqueda de la verdad. Es una deuda pendiente de la que constantemente se quejan ( y con razón) las Asociaciones de Memoria y multitud de historiadores.
Para finalizar, este conjunto de ideas debe facilitar la implantación de una Cultura de Paz, Es bueno recordar que sin Memoria no hay Paz. Hoy en día lo estamos padeciendo en los principales conflictos mediáticos a los que estamos, de momento como espectadores, asistiendo: las guerras en Gaza y en Ucrania. Sin aceptar los ejemplos de resilencia y fortalecimiento democrático a los que están sometidas estas poblaciones, no podremos entender la amenaza que supone para la convivencia la penetración de todas aquellas propuestas que pugnan por derribarla. Y no es cuestión de modas, la violencia sin sentido,la agresión sin límite o la razón de la fuerza es todo menos democrático.