Sobre las trece horas del pasado quince de marzo, me saltó en el teléfono móvil un mensaje con un artículo de prensa, "Pablo Iglesias disputará la Presidencia a Isabel Díaz Ayuso, el próximo 4 de Mayo". Tres veces tuve que leerlo y compartir la noticia en grupos para saber si no se trataba de un "fake news".
La parte dura de la política nacional ha condicionado seriamente la vida personal de Pablo Iglesias. Desde el 15 M, que nos abrazamos en las calles, donde un@ llega a sentir la verdadera libertad, la democracia, y a entender las formas de organización y de luchas obreras, a la gente de izquierdas se nos abren las carnes en las Avenidas y plazas cuando desfilamos en masas delante de los edificios que representan los poderes políticos y económicos, cuando nos paramos frente al Banco de España en la Capital madrileña y al alzar la vista, divisas una marea humana que clama derechos colectivos al unísono.
Pablo es un político de barrio.
Llevo un año diciendo en el entorno familiar que no terminaba la legislatura, fueran motivos de presión mediática, o discrepancias insufribles en el seno de la coalición. Si para sacar adelante cualquier punto del acuerdo firmado, tienes que comerte titulares, tertulianos, insultos, y tener que renegociar con este PSOE del libre mercado que buscan artimañas hasta debajo de las faldillas de la Moncloa para frenar como sea posible sus propias promesas, poco o nada puede llegar a aguantar un político informal con dos dedos de frente, que no ha dejado de denunciar públicamente desde dentro del gobierno, que hay atados y bien atados a los que no van a ceder, aunque se les baile una jota aragonesa dentro.
El PSOE tiene siempre “desinrazones de Estado” para derogar la Ley Mordaza, y la Reforma laboral de su predecesor, Mariano Rajoy, las tiene incluso para impedir que en España se tenga derecho a una vivienda en régimen de alquiler. Ya han salido a la palestra de bonificar a los propietarios. Y no se ponen "ni colorados".
En Izquierda Unida hablamos siempre de la correlación de fuerzas que tenemos dentro del Consejo de Ministros, cuando nos sientan enfrente de la CEOE y de CALVIÑO, y nos sacan las recetas de la Unión Europea, y Garamendi tira de datos de millones de contratos basura, que para él son todo un logro social.
En la corta trayectoria política de "Podemos", los poderes fácticos han presentado más de catorce querellas judiciales para asustarles, coaccionarles, acosarles, o sinceramente para desalojarles del arco político actual.
El peso de la transición monárquica en este país es una losa para fuerzas de izquierda disidentes con ánimos de transformación social. Lo están sufriendo en Catalunya. En cuanto se pronuncia la palabra "República", se empiezan a financiar partidos pro régimen, pro capitalistas y ahora pro fascistas. España está en una emboscada constitucional sin derecho a reformas y sin compromiso alguno por parte de este sanchismo maltrecho y desideologizado que solo se sostiene de la polarización para hablar de Monarquía o República en pleno siglo XXI. Este Sánchez se ha reencarnado en sí mismo desde su No es No y sus gloriosas primarias.
Si se pierde Madrid, caeremos todos los territorios. El electorado tiene tendencia a comportarse de forma muy diferente cuando se votan distintas escalas, en ayuntamientos, regiones y generales. Y no voy tan confiada como veo a Pablo en las entrevistas. Sacar por encima del 80 % a los barrios obreros y al cinturón rojo de Madrid a votar el 4 de Mayo, no va a ser tarea fácil. Pero esos barrios han tenido la inmensa suerte de poder contar con uno de los suyos, con las espaldas anchas, renunciando a su "poltrona", a su estatus político, y a su vida "oficial" para tirarse a la batalla imposible de Madrid.
Otros y otras, aprovecharán las puertas giratorias de las eléctricas para culminar su profesionalidad política.
Suerte, compañero.