En su discurso ante la Asamblea Legislativa el Presidente de la Nación Javier Milei convocó ‘tanto a gobernadores como ex presidentes y líderes de los principales partidos políticos, a que depongamos nuestros intereses personales y nos encontremos el próximo 25 de mayo, en la provincia de Córdoba, para la firma de un nuevo contrato social llamado Pacto de Mayo: un contrato social que establezca los 10 principios del nuevo orden económico argentino.’
El tiempo pasó y lo que se anunció en marzo, se reanunció en junio y se firmó en julio ya no fue el Pacto de Mayo sino el Acta de Mayo y contó con 18 gobernadores presentes, y 6 ausentes, 2 ex presidentes presentes, y 4 ausentes, y ningún líder político partidario.
El Acta de Mayo no fue un acuerdo, fue una imposición, y aun no queda claro a cambio de qué aceptaron los gobernadores ser parte de una puesta en escena que incluyó la firma de la Secretaria General de la Presidencia y hermana del Presidente antes que las autoridades de los entes subnacionales, y una serie de inconsistencias que hacen de difícil consecución lo allí firmado.
Comienza el texto anunciando ‘Nos los representantes de las Provincias Unidas del Sur’, cuando la realidad es que dicha entidad no existe y varios de quienes firmaron no representan a las Provincias, y se encomiendan, como dos siglos atrás ‘ante la mirada del Eterno’, recurriendo a un discurso religioso que se torna recurrente e incoherente en estos tiempos.
Y tras una serie de ideas programáticas que no son más que meras expresiones de deseos, los firmantes ‘se comprometen a su vez a la constitución de un Consejo de Mayo, para discutir el grande, augusto y sagrado objeto de la refundación de la Patria.’ Propuesta grandilocuente si las hay, la refundación de la Patria, ¿qué incluirá esto? Aún no se sabe, aún nadie lo sabe.
Sigue el texto afirmando que ‘Este organismo estará compuesto por un Presidente del Consejo de Mayo, por un representante del Poder Ejecutivo Nacional, un representante de la Cámara de Diputados, un representante de la Cámara de Senadores, un representante de las provincias, un representante de las entidades gremiales y un representante del sector empresarial.’, pero curiosamente ni las entidades gremiales ni el sector empresarial tomaron parte de la firma. Y finaliza volviendo a la cuestión mística implorando ‘Dios bendiga a todos los argentinos y nos otorgue la sabiduría y la fortaleza necesarias para superar los desafíos que enfrentamos como sociedad, para construir un futuro próspero para nuestra Nación. Que las Fuerzas del Cielo nos acompañen.’
Se recurre a las fuerzas celestiales porque las terrenales comienzan a dejar de acompañar.
Se implora a dios porque se descree de la ciencia.
Se firma un Acta, porque el Pacto fue nonato.
El punto de partida es tan crítico que al Presidente Milei, como en su momento a Carlos Menem, se le ‘perdonan’ cuestiones que a pocos se perdonaría. El haber perdonado muchas durante mucho tiempo, nos posicionó donde estamos.
Las consecuencias eran graves, tras seis meses de gobierno se tornaron gravísimas.
Treinta años después aún vivimos las consecuencias del gobierno peronista de Carlos Menem y de su refundación nacional, no comprometamos a la próxima generación.