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Parece magia y no hay truco

07 de Mayo de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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magia

Es increíble la de sensaciones que son capaces de provocar, simplemente con su presencia.

Verlas respirar mientras duermen disfrutando de la paz de sus caritas, siento curiosidad por el mundo en el que están, sueños de colores que quizás, luego recuerden para poder descifrarme el misterio, de si ya dejaron de soñar en dibujos animados, porque con eso de sustituir el “Érase una vez...” por Tik toks o tutoriales de Slime, imagino historias de películas en sus cabecitas. Yo me quedé con el Blandiblub con ojos comprado y paseos por la vida, la historia, el cuerpo humano o incluso el espacio. Con la de horas de dibujos que llenaron mis años de cole, sigo intrigada si en algún momento llegué a soñar con ellos.

Me encanta su olor tan especial al despertarlas, llenándolas de besos que durarían una vida, si no hubiera que correr para salir al cole entre almuerzos, prisas y ropa desperdigada por el comedor.

Esas fotos que me recuerdan que, por fin, hubo momentos de dormirse en el coche con boca abierta y baba de felicidad. La de viajes que tuve que saltar a la parte de atrás, para que una teta y un culo enlatado entre sillitas consiguieran calmarlas, por suerte, con 3 años de tregua entre una y otra durante los que disfruté como copilota poniendo la banda sonora al trayecto.

Después de tantos años como médica, me sigue maravillando como de lo microscópico puede formarse un ser con tanta luz. He tenido la suerte de poder repetir la aventura que llevó al segundo encuentro en la tierra prometida para llenar nuestras vidas.

Caprichos de la genética que te descubren en sus manías y sus miradas, las tuyas.

Disfrutar con sus alegrías porque te llenan también a tí de emoción.

Imborrables momentos como el llanto desgarrado de tu pequeña adolescente que te llevan a aquella clase donde aún veo a Mª Cruz, nuestra querida tutora, informándonos de la muerte de la madre de una compañera ¿Cómo entender la vida sin mamá?

Por suerte, hay otras lágrimas por caídas o golpes que son más fáciles de curar, y aun así, te rompes por dentro con sus dolores porque no tienes varita mágica, ni eres una heroína de la Marvel con el superpoder de dispersar sus sufrimientos.

Ocurrencias geniales y orgullo que te invade, porque a pesar de los pesares, y de los momentos “Malamadre” llega ese día en el que despiertas con un desayuno continental preparado con todo su amor y un cartel donde dice: Felicidades mamá.

La tierra seguirá dando paseos alrededor del sol, y seguiré guardando sus dibujos y felicitaciones para enseñarlas a mis nietas con mi melena lunar.

Tras el Día de la Madre, hoy celebro una vuelta más a la vida dedicándoles a mis hijas y a mi marido, esta pequeña sorpresa.

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