13 de Octubre de 2024
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Parecidos razonables

El pasado 7 de octubre se cumplió el año del ataque de Hamás que ha servido de motivo para incendiar todo Oriente Próximo. Por ahora el gobierno de Netanyahu ya ha bombardeado 4 países y matado a 43.000 personas. Todo un portento de eficacia asesina pero discreto en cuanto a logros estratégicos reales. Desde el principio muchos señalaron algunas incongruencias del relato como la absoluta ineficacia de unos servicios de inteligencia que se las daban de extremadamente competentes y sofisticados, sobrepasados por unos tipos con camionetas y fusiles de asalto. O el retraso de la intervención militar israelí que parecía organizada por Oscar Puente. Otros opinaron que Israel había pecado de soberbia, de infravalorar a su enemigo (pecado capital en cualquier guerra) o de sobrestimar su propia tecnología. 

De lo que indudablemente no dudaron fue de clamar venganza y de comparar la agresión de Hamás con el  atentado contra las Torres Gemelas (2001) y todavía más atrás en el tiempo con el ataque japonés a Pearl Harbor  (otro día 7 pero de diciembre y de 1941). Son modos de apropiarse del relato desde el principio.

Pero como las similitudes las carga el diablo, resulta que tanto en los atentados del 11- S como en el ataque a Pearl Harbor persisten numerosos puntos oscuros. En el primer caso, el propio Osama Bin Laden había trabajado durante años con los americanos durante el conflicto de Afganistán. Fueron los propios estadounidenses los que financiaron y armaron grupos integristas Aquel atentado le permitió al presidente George W. Bush desencadenar su famosa "guerra contra el terrorismo" y destruir un par de países. Era lo que ellos llamaban "un mundo basado en normas". Claro, las suyas No estoy afirmando nada, simplemente las razones para dudar del relato oficial.

Pero viajemos en el tiempo hasta 1941. 

En aquella época el pueblo norteamericano no quería ni oír hablar de entrar en guerra en contra del parecer de su presidente Franklin D. Roosevelt. Se necesitaba un pretexto. No hay nada que revitalice más la economía norteamericana que una buena guerra. El 7 de diciembre de 1941 una enorme flota japonesa con 6 portaviones de escuadra( algo difícil de esconder en un contexto como el de entonces de una gran tensión entre EEUU y Japón y por tanto con razones como para estar vigilantes) desencadenó el ataque. Curiosamente ese día los buques más importantes de la flota del Pacífico americana (los portaviones) no se encontraban en la base naval. Según el relato oficial la agresión fue una verdadera sorpresa. Sin embargo, al parecer, existió una radiolocalización que situaba a los buques de guerra nipones al noroeste de Hawái entre el 30 de noviembre y el 4 de diciembre. 

Al menos un hecho sospechoso. 

Además, al contrario de lo relatado en las versiones oficiales si que se interceptaron transmisiones japonesas. Añadir que los servicios de inteligencia de la Marina estadounidense demostraron una gran habilidad para descifrar los códigos japoneses (lo cual les permitió tender una trampa a la Armada japonesa en Midway sólo 7 meses más tarde).

El mismo 6 de diciembre la inteligencia militar americana recibió informes de un mensaje diplomático llegado a la embajada japonesa y que debía mantenerse en secreto y de igual modo se habían descifrado en los días previos una serie de mensajes radiofónicos dirigidos a las autoridades consulares de Honolulu. Para rematar las sospechas, uno de los submarinos enanos japoneses que debían participar en el ataque fue detectado y eliminado antes de la llegada de los aviones japoneses una prueba clara de una agresión inminente. 

Ciertamente todo resulta inquietante. ¿Un cebo? La pregunta es si un gobierno es capaz de sacrificar las vidas de 2405 de sus soldados con tal de galvanizar a toda la poderosa opinión pública americana para entrar en guerra. Lo cierto es que tan solo un año después la industria bélica estadounidense producía cantidades ingentes de armas y en 1945 EEUU se alzaba como la indiscutible primera potencia mundial. A nivel estratégico los muertos de Pearl Harbor significaban muy poco en comparación con semejantes logros.

Los servicios de espionaje e inteligencia son fundamentales para la seguridad de las naciones sin duda alguna. Vivimos en un mundo de lobos Pero el hecho de funcionar de modo opaco, con fondos escasamente controlados y con métodos de muy dudosa ética bajo el principio de que "el fin justifica los medios" los convierte en potenciales amenazas si caen bajo un control equivocado. De hecho muchas veces se han convertido en "estados dentro del estado" temidos incluso por sus teóricos dirigentes, es decir, por los gobernantes de sus respectivos países. 

La CIA, la NKVD o el KGB en la URSS, el MI6 en Gran Bretaña o el MOSSAD en Israel son legendarios siendo considerados sus empleados héroes o villanos en función del bando relator de sus hazañas o de sus delitos (depende, de nuevo del punto de vista). En España tenemos nuestros particulares acontecimientos tan llenos de incongruencias, puntos oscuros y motivos malévolos como los referidos al ataque de Hamás. Sobre los atentados de Atocha en 2004, el de Barcelona en 2017 o incluso en 1973 sobre el espectacular asesinato del almirante Carrero Blanco cae la sombra de los servicios de inteligencia de uno o de varios países. En los últimos años, en cambio, nuestro CNI parece haber estado muy ocupado con Bárbara Rey, una actividad, al menos que no es demasiado sanguinaria, lo cual es de agradecer. Yo propongo que se la enviemos a Netanyahu a ver si deja de pensar en bombardear poblaciones inocentes aunque lo dudo. Lo peor es que esta matanza no lleva camino de acabar.

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