Me preguntó, qué necesidad tenían los consortes de Ursula Von der Leyen, Pedro Sanchez; Isabel Diaz Ayuso y Santiago Abascal, o la hermana de Alberto Feijóo, y el hermano de Pedro Sánchez, en realizar consultorías a empresas que dependen de las decisiones de sus parejas o familiares.
¿No se conformaban con el poder real de haber ayudado a su consorte a tomar decenas de decisiones que afectan a millones de ciudadanos, así como empresas?
A lo mejor, les pone cachondos jugar al monopoly en la corte de hidalgos que se genera alrededor de todo sillón público de poder. Me da, que hasta son adictos.
¿Habría que prohibir que una consorte pueda ejercer labor de consultoría alguna durante el tiempo que su pareja esté en el cargo, a cambio, otorgarles una renta por ello? Si se aburren pueden dar formación, pero sin asistir al famoso vino español de la enésima escuela de negocios.
El problema es que la consultoría en España se sigue contratando por amiguismos. Más aún en ese cajón desastre llamado marketing, emprendimiento e innovación de impacto. Sé de lo que hablo, me he pasado en el sector más de una década, creando relaciones sin tirar de amiguismos, ni pagar el peaje lobista a la asociación sectorial de turno.
La realidad es que hay mierda para parar un tren, pero todos callados, que quien se mueva sale en la foto de Pegasus. Pero esta columna no el lugar para hablar de ello. O más bien, de qué sirve retratar al personal, instituciones, fundaciones, observatorios, universidades, y demás entes canalizadores de inútiles fondos europeos, que van dejando un rastro del 3%, del cual viven miles de Pulgarcitos expertos en lo suyo, si a la larga no sirve de nada. De hecho, las parejas de l@s presidentes no son más que la bandera de la punta del iceberg. Y los medios de incomunicación callamos, excepto que Black Rock y Vanguard Group quieran cambiar de cromos (Pallete), y ahora, les seamos útiles.
Curioso que la única forma de tangibilizar a Barrabés, el susurrador de Ibex 35, haya sido por unas charlas con Begoña, cuando tiene acuerdos con todos los colores e instituciones públicas y privadas. ¿A quién le habrá tocado los webs para sacarle de su “anonimato”. Se nota que ni es Amancio, ni Florentino, ni Roig.
Llegados a ese punto de suma cero, creo que es mejor admitir la realidad, y dejar de rasgarse las vestiduras morales porque hagan en sus temporales estancias en casas públicas, lo que han hecho toda la vida en sus casas privadas. Como si tú nunca hubieras hecho.
Además, ¿no somos libres de contratar a quién queramos? ¿Qué culpa tienen de que votes cada n años en base a la úlcera de estómago que te provocan sus parejas a base de crear odio entre hermanos?
En los borradores de la constitución española de 2033, se debería contemplar la posibilidad de amparar legalmente estás figuras casi institucionales.
GO!