La exaltación extrema de los afectos y de las pasiones casa poco con el oficio del historiador. Y mucho menos con la percepción de los que se acercan, interpretan, cuestionan... algunas de las interpretaciones que se derivan del análisis científico de las fuentes: ya sean documentos de archivos, bibliográficas, audiovisuales o incluso orales.
Por eso cuando se insiste en deteriorar la imagen de la Memoria Democrática hay que traer a colación, pese a que a muchos les sorprenda, la palabras del profesor Alfonso Pinilla, cuando nos recordaba que la Historia es subjetiva pero ( y aquí viene el detalle fundamental) su conocimiento no tiene por qué ser arbitrario. Se mueve en el terreno de la relatividad.
Cada uno tenemos nuestra ideología, pero si queremos hacer las funciones de los historiadores debe primar la honestidad y la honradez a la hora de seleccionar las fuentes que utilizamos y sobre todo valorar y especificar su origen, ya que en muchas ocasiones, determinadas expresiones o afirmaciones hay que tomarlas con suma prudencia.
En esta línea podemos incluir las declaraciones de Alberto Alonso Martín, el Director del Instituto Gógora del País Vasco hace unos días en la Asamblea de Extremadura. Nos recordaba Alberto, el paralelismo que existe entre los que justifican la violencia franquista con lo que hacía la izquierda abertzale para realizar sus asesinatos amparándose en la opresión del Estado anterior.
Desde las derechas no pueden incidir en buscar la responsabilidad del régimen republicano para quitarle el peso a la represión de los 40 años de Dictadura. Nada justifica ni la Dictadura ni el terrorismo.
No se puede hurtar el contexto a las víctimas. De lo contrario podrán reproducirse en nuestro entorno situaciones como las que se están viviendo en Portugal donde ha quedado evidenciado que el auge de la extrema derecha ha llevado consigo un aumento de la violencia política.
Por eso, insisto, en la línea de Alberto Alonso, no podemos eliminar los contextos cuando no se profundiza en las causas de la represión.
Para comprender el dolor, los historiadores debemos identificar claramente quién ejerció la violencia.
En el sentido opuesto le podemos señalar a las derechas que las víctimas del franquismo y los que defienden la recuperación de su Memoria no destilan odio ( yo nunca lo he visto en la multitud de actos a los que he asistido). Tampoco se puede hablar de resentimiento ( ya hemos hablado en otras ocasiones que en España, a diferencia de otros países, no se han pedido responsabilidades por los crímenes y los atentados contra los Derechos Humanos). Por último, no tienen intolerancia, prueba de ello y así lo he podido vivir y admirar, son los actos en los que hemos visto dialogar a familiares de víctimas y verdugos.