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Patrick Manuel; pongamos por caso

05 de Enero de 2025
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Patrick Manuel

Acostumbro a acostarme temprano. La tele, salvo honrosísimas excepciones,me aburre y la noche pesa. Diríase que soy más de aperitivos al sol y de crepúsculos; a ser posible en una playa sureña. De forma que para conciliar el sueño, me ayudo de mi celular y de unos buenos auriculares. Buceo por internet en busca de videos que me arranquen una sonrisa y aldabeen el alma. Comienzo por algo de humor y termino con buena música. No es premeditada esta prelación pero sí sensata. Tras disipar, en parte, las secuelas del telediario de las nueve, ando en busca de talentos anónimos con los que la fama ha sido esquiva lo que, en ocasiones, no deja de ser una bendición. Una noche de tantas tropecé con actuaciones de Tierra de Talento; algo así como la versión andaluza de Got Talent. Quiso el azar encriptado que diera con Patrick Manuel cuyo nombre, compuesto y chocante, delata su ascendencia. Sanluqueño de cuna y anglo-andaluz por derecho.

Disculpen mi inmodestia pero siempre tuve fino oído y cuando la excelencia asoma, la advierto. De Patrick Manuel escuché varias actuaciones. Temas de Frank Sinatra (como New York, My Way o Fly me to the Moon) y de Domenico Modugno (como Volare).

 Mas si soberbias fueron éstas, majestuosa fue la interpretación de la mítica canción de Chavela Vargas,  La Llorona.  

Contra toda lógica, Patrick Manuel ganó la octava edición del citado concurso ya que en este tipo eventos rara vez gana el mejor. Los intereses puramente comerciales, aunque sean flores para un día, doblan el codo a la excelencia. En honor a la verdad, diré que Tierra de Talento es un maravilloso oasis donde el arte reina por encima de todo.

Supe después que Patrick Manuel venía de la calle; curtido en mil batallas libradas en bulevares y plazas donde un auditorio despistado, que acostumbra a ignorar lo que no paga, transita de aquí para allá. Donde el cielo y las estrellas hacen de decorado y el escenario, como las emociones, están a ras de tierra.

Quiso el azar, en este caso premeditado, que anduviera yo por Sevilla en las postrimerías del año pasado. Fue la primera vez y a Dios pongo por testigo que no será la última. Mi tío Juan, nacido en Lora de Río, decía siempre: De Sevilla al Cielo. Se quedó corto pues Sevilla y sus gentes son el mismo cielo.

A lo que iba. Calle Sierpes de Sevilla. Junto a mi reina (que no es mía aunque yo a ella pertenezca) y mi hijo pequeño, andaba  ensimismado por la inconmensurable belleza de Sevilla. Me pareció escuchar una voz familiar. A medida que me acercaba, la presunción tornó en certeza. Era Patrick Manuel, sentado en un poyete, guitarra en mano, cantando con ese arte que Dios le ha dao. Me acerqué a él, interrumpiendo en parte su interpretación, para decirle que le vi por televisión; que era bueno, muy bueno. Dejó de cantar aunque su guitarra seguía regalando acordes al aire hispalense. Me miró y con ojos sinceros y limpios, me dijo: gracias, muchas gracias. En su mirada atisbé humildad; atributo que jamás falta en toda persona extraordinaria.

Permanecimos un rato junto a él disfrutando de esa voz inmensa y evocadora. Sé que los laureles obtenidos en Tierra de Talento le han brindado oportunidades. Ha grabado varias canciones y en breves fechas saldrá su primer single titulado Let You Down.   Ojalá tenga el éxito que merece.  El suficiente para triunfar sin malvender su autenticidad. Aquella mañana soleada, en espera de la gloria anunciada, Patrick Manuel cantaba en la calle. Le vi feliz, muy feliz y tuve la sensación que la verdadera gloria andaba junto a él. 

Viajo poco. Mucho menos de lo que quisiera pero afirmo que hay más arte en las calles que en radio y televisión. El triunfo y el fracaso, al menos en sus acepciones mundanas, son dos grandísimos impostores. Las verdaderas victorias son íntimas, ciertas y mansas, y lo son aunque no sobrevengan espaldarazos de las afueras. Eso es lo que vi en la mirada de Patrick Manuel. La felicidad de un ser libre que, como el jilguero, no canta porque esté feliz sino que está feliz porque canta.

Hoy quise hablarles de Patrick Manuel pues, tras de él y de muchos como él, se esconde el verdadero arte de España.

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