Hasta este punto hemos llegado. Hace apenas dos años nadie podría afirmar que, a día de hoy, los ciudadanos tendrían que organizarse en muchos barrios de España para evitar ser saqueados y proteger su integridad física y la de sus seres queridos.
Esta es la España moderna, multicultural, solidaria e inclusiva. Un país donde el estado, las instituciones, los cuerpos y fuerzas de seguridad, los medios de comunicación y los políticos se han unido a los delincuentes y le han declarado la guerra a los ciudadanos de a pie.
Además de la absoluta sinrazón que supone el hecho de que un contribuyente al que saquean literalmente con impuestos directos e indirectos todos los días tenga que "jugarse la vida" para salvaguardar su patrimonio y la integridad de su familia por el absoluto desamparo de aquellos que juraron "servir y proteger".
Lo realmente surrealista es que tampoco se le permite quejarse y hacerlo público porque si se le ocurre señalar a ese colectivo de "seres de luz" venidos de otras latitudes con esa religión y esas costumbres tan tolerantes y pacíficas como causantes mayoritarios de esta locura será acusado nada menos que de "Delito de Odio".
Robos, violaciones, hurtos, agresiones, okupaciones, palizas, violencia, inseguridad,... Esta es la realidad a día de hoy en muchos barrios y poblaciones de toda la geografía española.
Las patrullas vecinales representan no solo una respuesta a esta infamia sino una esperanza que, por primera vez en mucho tiempo, está empezando a calar en el corazón de muchos españoles y europeos que han empezado, por fin, a ser conscientes de que es absolutamente imperativo aprender a proteger nuestra identidad y a nosotros mismos.
El hartazgo, la sensación de indefensión y la desesperación están dando lugar a algo que parecía imposible; organización, valor, principios, responsabilidad, confrontación,...
Solo el pueblo salva al pueblo. Ante la delincuencia en las calles... PATRULLAS VECINALES.

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