Gonzalo Oses

Pienso demasiado

30 de Mayo de 2024
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Pienso demasiado Gonzalo Osés

Gracias al libro “Pienso demasiado”, he comprendido por qué desde niño me he sentido tan incomprendido, tan vacío y con tan poca autoestima. ¡Por fin! mi cerebro tiene la información y metodología para cuadrar el puzzle de mi alegría.

Por ello, ruego a quien modela humanos en plataformas de educación y de salud mental, que lo lean, para en caso de encontrarse un supereficiente, hacérselo saber, y tranquilizarlo para que deje de dolerle su mera existencia.

Al parecer, formó parte de ese 15% de la humanidad cuyo cerebro es hipereficiente, hipersensible, estar regido por el hemisferio derecho, y como guinda, produce un pensamiento arborescente. Es decir, mi cerebro no para de moler ideas, se asombra de cada percepción de mis sentidos, se rige por los afectos, y quizás, lo más importante, (aunque todo lo sea), el pensamiento arborescente, donde  de una idea por asociación nacen 10 más, analizadas simultáneamente, y de cada una de éstas, otras 10, como un mono saltando de rama en rama a toda velocidad.

Por el contrario, el 85% de la población, la mayoría que crean la norma, los normopensantes, su cerebro se rige por el hemisferio izquierdo, focaliza en qué sentido usar, al poder focalizar su pensamiento secuencial, donde de una idea nace solo otra, para materializarla en un proyecto concreto, usando la crítica para construir no para insultar, como creemos los supereficientes. Sistema al que se amolda la educación europea al poner puertas al campo, y clasifica cada terreno que es una persona por comparación.

El regalo de ser súper eficiente, es disfrutar de la complejidad, la multitarea, y los desafíos, haciendo buena la frase “lo hice porque no sabía que era imposible”. Lo malo, es que lo monótono, lo cotidiano, aburre y le desconecta, como un overcraft.

En lo profesional, comprendo por qué cada lustro, he cambiado de sector y profesión, he cavado pozos en el desierto, y cuando solo había que darle al botón para subir el agua, me he ido.

En lo personal, me doy cuenta que hace un año, tras cerrar mi startup de comida rápida saludable, y cambiar de entorno para venir a cuidar a mis padres, me quedé sin un proyecto vital que me motivará. Lo cual, unido a tener tanta fuerza mental que mi imaginación vive experiencias virtuales como si fueran reales, llegando a saborear un placer antes de tenerlo, con lo que en mi soledad, me hice adicto chatear en redes sociales digitales. A su vez, esa capacidad de análisis arborescente si muele percepciones negativas, puede llegar a conclusiones que desechen felices realidades, como creo que fue el caso, de una de mis exparejas, con la que todo fluía, pero sin ser consciente de ello, la aleje de mi.

Por fin, soy consciente de mis encontronazos diarios con normopensantes al tomarme las cosas muy a pecho, hacerme demasiadas preguntas rápidamente y ser un idealista, que le cuesta la mezquindad. Hoy mismo, he reportado un grupo de whatsapp, donde me han metido, sin mi consentimiento, y con una paupérrima explicación del administrador. En vez, de seguir a lo mío, y esperar acontecimientos, al no ver otra explicación que dé contexto, lo reporte. Después me di cuenta que era de un interesante programa de radio que me habían entrevistado. Donde la exigua explicación le parecerá válida al administrador normopensante. Me toca, desbloquarle, y explicarme, sin tener claro si me comprenderá. ¿Te acuerdas que hace unas semanas le planteaba a mi psicóloga para qué tenía que relacionarme con otros humanos?

No sé si es por no poder parar de sentir, o por necesidad de aceptación del grupo, los supereficientes leemos la comunicación no verbal de los demás, y con ello, desarrollamos una  telepatía,  al “leer” los pensamientos ajenjo, –en mi caso, a veces, accedo a los registros akáshicos de quienes aconsejo–. Tenemos cierta capacidad de prever el futuro, pero sin ser convincentes, al tener dos esquemas mentales y de valores diferentes con los normopensantes.

Otra sorpresa es el famoso coeficiente intelectual, el cual, está diseñado por cerebros regidos por el hemisferio izquierdo, para crear élites en base a la campana de Gauss, donde si tienes 130 eres parte del 95% eres normal, y de 131 a 145 superdotado. El autor plantea que Leonardo da Vinci era un supereficiente, y que se empieza a plantear que Miguel Ángel, Newton, Einstein y Mozart fueran Asperger.

Ahora comprendo, que a mi padre, ya con 9 años y refugiado en Francia por el golpe de estado del 36, no le cupieran las matrículas de honor en el diploma, que llegó a ser director de la universidad ICAI; de OREVASA (la empresa encargada de pasar a 10.000 familias que vivían en casas bajas, a vivir en los pisos que son Madrid Sur, donde está el parlamento de la Comunidad de Madrid; y liderar el 0,7% a los países en desarrollo.

En cambio, en el colegio de estilo Montessori que fui, y en el instituto humanista, mis notas siempre estuvieron acompañadas del siguiente comentario, “tendría mejores resultados si se esforzara más”. Cuando si algo hice fue esforzarme en aprobar para ser normal. Recuerdo, al profe de literatura en 3º de BUP, que ante un comentario de texto me dijo “No te puedo suspender porque tu interpretación es diferente, pero no es incorrecta”, y me puso un exiguo 5. 

Saqué un 5,6 en la selectividad, que me daba para hacer derecho, pero yo quería hacer empresas. Así que, me apunté a Económicas en  la Universidad Nacional a distancia (UNED), y a la academia San Román, donde un genio nos enseñó contabilidad, motivándonos, al decirnos que la contabilidad era la esencia de un bar. ¿Se podía motivar mejor a unos chavales que se iban a Humera de botellón el jueves y el viernes y luego a la discoteca de día La clase? En la UNED que el examen de contabilidad era tipo test, saque sobresalientes. La coña fue al año siguiente, que con la herencia de mi abuela, mis padres pudieron pagarme entrar en Administración de Empresas en San Pablo CEU. En los exámenes de contabilidad para no destacar y acabar demasiado pronto, y que me señalaran como el empollón, y el diferente. Lo divertido era tras hacer mi examen para un 9, coger el examen de un amigo, con otro ejercicio, y mejorarselo para que sacara un notable, sin que los profesores que nos vigilaban se dieran cuenta. Ahora, me surgen piezas de mi existencia que se van conectando y alineando.      

 Todo cobra sentido!

Las personas con cerebros supereficientes van desde la hiperactividad, a las asperger, así que, ahora me toca, estudiar el libro, para afrontar el reto más motivador que pueda haber, detallar como es mi cerebro para aceptarlo, y con el libro generar ciertos hábitos saludables, que curiosamente coinciden con las sugerencias de mi psicóloga.

En el inicio de mi 7x7 vuelta al sol, ahora, el reto soy yo, y mi puzzle vital. GO!

PD: Perdona por las batallitas, pero la primera columna que escribí, parecía una nota de prensa, y puede que no hayas llegado hasta aquí en la primera lectura, pero hoy ya no me escondo ni me arrepiento de mi magnífico cerebro.

PD2: Agradecer a mi amigo Juan Antonio Orgaz, la sugerencia de este mapa del tesoro.

PD200: También, agradecer a Bea Talegón que hace 200 columnas me ofreció esta oportunidad.

GO!

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