Los pinchazos en discotecas están generando una especie de psicosis entre la población. La idea de que se trate de un nuevo método de sumisión química no deja indiferente a nadie.
Desde el sector del ocio nocturno piden no generar alarma. Aseguran que se trata de casos aislados y que el sector está completamente preparado para hacerles frente.
Por su lado, la policía investiga las motivaciones subyacentes que se refugian tras estas agresiones sin que hasta la fecha hayan podido establecer una conexión entre éstas y los pinchazos. Asimismo, piden a la población que extreme las precauciones y hacen un llamamiento a la calma.
¿Sumisión o vulnerabilidad química?
En primer lugar debemos distinguir ambos conceptos dada cuenta que en ambos casos se produce una minoración de la capacidad decisoria del sujeto pero únicamente uno es perseguible penalmente.
Mientras la vulnerabilidad química es aquella disminución de la capacidad de decisión de un sujeto como consecuencia de la ingesta voluntaria de alcohol u otras sustancias, la sumisión química responde a la anulación de la voluntad de la víctima de forma forzosa por el agresor.
De este modo, mediante la sumisión, el sujeto activo del delito puede aprovechase de la voluntad deteriorada o anulada de la damnificada para cometer delitos contra la indemnidad sexual de ésta o contra el patrimonio. Y lo más grave es que esta situación de semiinconsciencia ha sido provocada por lo que se reputará como un acto de violencia penalmente reprochable.
¿Qué sustancias se inyectan y cómo afectan a la salud?
Las autoridades de Reino Unido y Francia, países en los que apareció esta práctica en el año 2021, han confirmado que la mayoría de ocasiones los agresores se sirven de drogas tales como la burundanga o el éxtasis líquido.
La utilización de estas sustancias no ha podido ser confirmada en la mayoría de los casos denunciados en España dada cuenta que los análisis farmacológicos realizados a las víctimas han dado negativo, a excepción de una niña de 13 años de Gijón que dio positivo en MDMA (éxtasis líquido).
Síntomas y motivación del agresor
Los principales síntomas que expresan las víctimas son cansancio, visión borrosa, dolor de cabeza y desmayo. Producido éste último, sería lógico que el sujeto agresor se aprovechara de la situación de desavenencia de la víctima para acometer cualquier acto en contra de su voluntad.
Este es precisamente el elemento que no cuadra a los investigadores. Primero se utiliza un método que no es discreto como lo fuere en su día la introducción de estas sustancias en la bebida (el pinchazo se nota).
Y, segundo, no se ha producido ningún acto de violencia sexual ni patrimonial contra las víctimas después del suministro de la sustancia. Entonces, ¿qué interés se esconde tras la inyección?
El VIH y el peligro que suponen los pinchazos en discotecas
Por si fuera poco, esta nueva práctica podría suponer un nuevo aluvión de casos de sida. Los agresores utilizan la misma jeringuilla para inyectar la sustancia a distintas víctimas, de modo que si una de éstas es portadora de la enfermedad es muy probable su transmisión a las demás.
Por eso desde los servicios sanitarios se han elaborado una serie de protocolos que prevén en qué casos conviene realizar un tratamiento preventivo por lo que pudiera pasar.
Y, mientras tanto, las autoridades piden extremar las precauciones y que, en el supuesto de ser víctima de uno de estos casos se pida inmediatamente auxilio al personal de seguridad y se aguarde hasta la llegada de los servicios sanitarios.
El ocio nocturno vuelve a estar en el punto de mira. Esta vez no por la pandemia sino por ser el lugar donde se producen estas acciones. Por el momento, el sector pide calma y que no se alarme a la población. ¿Estamos ante un nuevo método de sumisión química?