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Por el camino más largo es el viaje más corto

03 de Junio de 2025
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Por el camino más largo es el viaje más corto. José Mujica a la edad de 20 años.

José Mujica, conocido cariñosamente como "Pepe", falleció el martes 13 de mayo de 2025 a los ochenta y nueve años. Fue un hombre de muchas facetas: exguerrillero, preso político, filósofo y presidente de Uruguay. Pero, más allá de los títulos, fue un hombre bondadoso que dedicó su vida a luchar por un futuro más justo.

Pepe era corpulento, con un bigote tupido y el pelo siempre despeinado y ropa sencilla, Mujica tenía una presencia humilde, pero sus ojos brillaban con ironía y calidez. En sus discursos, hablaba con pasión sobre el poder transformador de la política, aunque también era conocido por su franqueza. En una ocasión, describió a un compañero jefe de Estado como "loco como una cabra". Amante del mate, siempre llevaba consigo su petaca y su bombilla plateada. Fumador empedernido, su voz se volvió un gruñido ronco con los años.

En la primavera de 2024, le diagnosticaron cáncer de esófago. Sus últimos meses fueron una despedida serena, rodeado de amigos, periodistas y líderes mundiales que acudieron a visitarlo a su modesta casa de campo, una construcción de techo de hojalata en las afueras de Montevideo, donde vivía con su esposa, Lucía Topolansky, también exguerrillera y exvicepresidenta. Entre los visitantes estuvo el presidente brasileño Lula da Silva, quien dijo: "Sabía que no le quedaba mucho tiempo, pero eso no era un problema. Ya había hecho historia".

Mujica había sido parte de los Tupamaros, un grupo guerrillero marxista que combatió la dictadura uruguaya en los años sesenta. Vivió en carne propia la represión: fue capturado, torturado y pasó trece años en prisión, gran parte de ellos en una celda de aislamiento que casi lo enloquece. Sin embargo, al salir, eligió el camino de la reconciliación. "Tuve compañeros que usaron su poder para ajustar cuentas", dijo alguna vez. "Pero yo luché contra mí mismo para no hacerlo. Tenía que decidir qué era prioritario: el futuro o el pasado".

Tras el fin de la dictadura en 1985, se integró a la política democrática. Fue diputado, senador, ministro y, finalmente, presidente entre 2010 y 2015. A pesar de su cargo, nunca abandonó su estilo de vida austero: donaba la mayor parte de su salario, vivía en su casa rural y se movilizaba en su viejo Volkswagen Escarabajo azul.

Mujica mantuvo siempre sus ideales de izquierda, solidarizándose con figuras como Fidel Castro, Hugo Chávez y Lula, pero también fue pragmático, dialogando incluso con adversarios políticos. Algunos lo compararon con Nelson Mandela, otro exprisionero que abogó por la paz.

En sus últimos años, reflexionó sobre los errores de la izquierda y los desafíos del capitalismo global. Criticó en privado a líderes como Daniel Ortega y Nicolás Maduro por su autoritarismo, y lamentó la pérdida de valores revolucionarios en Cuba. "A menudo, quienes gobiernan se enamoran del poder y no quieren soltarlo", decía.

Hasta el final, Mujica mantuvo la esperanza en un mundo mejor. "La humanidad puede construir algo mejor, aunque lograrlo requiera más esfuerzo", afirmó. "Porque, si perdemos la capacidad de tener fe, ¿qué sentido tiene la vida?".

Su legado perdura. Lula dijo que su vida seguirá inspirando a jóvenes, y Gabriel Boric, presidente de Chile y uno de sus discípulos, lo llamó "un faro de luz". Mujica partió, pero su mensaje de lucha, humildad y humanidad sigue vivo.

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