Por qué el TTIP es contrario al emprendimiento, y otras mentiras del libre comercio
04
de Junio
de
2017
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Cualquiera que haya intentado boicotear una empresa determinada se habrá dado cuenta de la gran mentira que es eso de que vivimos en un libre mercado y que los consumidores podemos elegir lo que consumimos. La pura realidad es que “libre mercado” significa dejar libertad a los abusones. Resultado: cuatro grandes empresas con más capital que el PBI de algunos estados son las que de facto gobiernan. ¿Es eso libertad?Hablemos de emprendimiento porque es un concepto que se ha puesto mucho de moda, (excesivamente diría yo) y que, como buen concepto desgastado por políticos está envuelto en contradicciones etimológicas. Partamos de afirmar que, por mucho que se les llene la boca con el emprendimiento, las políticas que Ciudadanos y PP proponen solo generan trabas a los emprendedores. Si lo piensas fríamente, el neoliberalismo no es el mejor caldo de cultivo para potenciarlos, ahora veremos por qué.El concepto de emprendimiento, lo estamos viendo en muchas tertulias políticas, se ha puesto mucho de moda como una especie de solución mágica a la crisis. Rajoy, Gran Oráculo de profunda en indescifrable sabiduría, ya lo decía: que “hay que apoyar a los emprendedores, porque emprenden”.Muy bien, emprenden ¿qué? Y, lo que es más importante, ¿cómo se les apoya? ¿realmente la economía liberal apoya a emprendedores?En realidad, lo que yo veo es una gran ficción diseñada por el neoliberalismo en torno a lo que la economía capitalista es. Se supone que nos hace libres y tal… ¿no? Entonces ¿donde queda la libertad de mercado cuando son siempre las cuatro grandes multinacionales las que te venden un producto? Vas de una marca a otra intentando comprar un champú y descubres que todas tienen el sello de Unilever. Ligeresa, Tresemé, Axe, Dove, Knorr, Cornetto… Tooodas esas marcas y más pertenecen a Unilever. Lo mismo ocurre con la ropa. Inditex es: Zara, Stradivariuss, Oysho, Pull&Bear… Y otras tantas. Por supuesto, si la oferta es enteramente controlada por unos pocos, el equilibrio del mercado se rompe. Estamos supeditados a lo que nos quieran vender o imponer.En este contexto de oligopolios ¿cómo va cualquiera a montar una empresa que entre en competición con estas grandes potencias? “Ahí te las apañes” es el mensaje que lanzan los neoliberales.El concepto del emprendedor emerge como un ejemplo de storytelling. El discurso de la política neoliberal ha introducido el concepto como una figura heroica y antagónica de las sabandijas del sector público. Los neoliberales nos cuentan una epopeya en la que el emprendedor decide arriesgarse. Te venden que cualquiera puede convertirse en el próximo Steve Jobs. Aquí los malos son los del sector público ¡Cuánto funcionario vago que solo quiere tomarse un largo café mientras lee el periódico, aunque haya una cola que llegue al pueblo vecino, de la que se escaquearán con un: “pero si no trae el formulario rosa! Es imprescindible! Vaya a la ventanilla 3!”Porque para eso sirven los funcionarios, ¿verdad? Para ralentizar el sistema, saquear las arcas públicas. Menos mal que tenemos políticos neoliberales que con sus políticas privatizadoras nos salvan de semejantes ladrones. Claro, lo que pasa es que cuando pensamos en el concepto “funcionario” nos olvidamos de que funcionarios hay muchos: los que te atienden en el hospital, los que educan a tus hijos, los que apagan fuegos… Incluso, dentro del concepto clásico de funcionario de ventanilla, yo diría que el tópico acierta con los menos, y que los más (y de ello soy testigo directo) gastan salud y esfuerzo en atender a ciudadanos rabiosos e intransigentes, cada cual con su problema.Volvamos a la idea del emprendedor en un marco de libre mercado. Aquí llegan los grandes libertadores, el adalid del libre mercado para darnos la solución mágica del emprendedor cuando en realidad son ellos los que saquean las arcas, y cuando además son esas políticas neoliberales las que socaban realmente el libre comercio y la posibilidad de que los emprendedores lleguen a crecer algo más de lo que crece una judía en un bote de cristal entre algodones.El maravilloso libre mercado es una completa ficción, y los acuerdos de libre comercio como el TTIP o el CETA lo único que promueven es la consolidación de las grandes multinacionales como poderes económicos hegemónicos e indestructibles que siempre tendrán la última palabra, que nos impondrán qué productos consumir, en qué tiendas y por cuanto. Y encima serán capaces de determinar, no sólo la marcha de la economía, sino también las decisiones que tomen nuestros gobiernos, controlando la política mundial y por ende la democracia. Yo diría que, para tener la raíz léxica en la palabra “libertad”, los liberales no son muy proclives a fomentarla.Si de verdad Albert Rivera creyera en el emprendedor, buscaría limitar el poder de esa fuerza destructora que son las grandes multinacionales para que los emprendedores pudieran emerger en un modelo competitivo y tuvieran una oportunidad real de no ser absorbidos en esa vorágine, que es lo que a la larga ocurre. Para que los emprendedores emerjan hace falta que reciban apoyo del sector público, que las fuerzas políticas democráticamente elegidas tengan un control real del mercado, y que éste no quede en manos de fuerzas invisibles y no democráticas. No es una cuestión de acabar con la libertad, sino de protegerla. La desregulación de la economía solo nos lleva a un error de mercado. Cualquier oponente será comprado o aplastado.El argumento de la mano invisible ha quedado obsoleto. El egoísmo y la competitividad no nos han llevado a una mejor economía. Es hora de plantear modelos económicos más solidarios, buscando el bien común e imponiendo límites a la economía inspirados en la dignidad humana y el respeto a los derechos fundamentales.
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