Para que nuestro país sea realmente democrático, habría que darle un giro muy amplio de casi 180 grados. Son muchas las deficiencias que en este aspecto tiene, y no creo que Pedro Sánchez se comprometa a hacerle frente y erradicar a gran parte de las mismas. Para ello tendría que, enfrentarse a los poderes facticos: Iglesia, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, Justicia, medios de comunicación e Ibex 35, todos campan a sus anchas y favorecen a la derecha, que con sus apoyos tiene el poder y solo le falta disponer del BOE para ostentar también el Gobierno.
En el caso de la Iglesia, no sé concibe que siga gozando de sus privilegios heredados desde el régimen franquista. Va siendo hora de la denuncia y derogación del Concordato acordado con el Vaticano, erradicación de las ventajas fiscales y de la injusta y arbitraria enseñanza privada concertada, expropiación por el Estado de muchas de las miles de propiedades inmatriculadas de forma fraudulenta, clase de religión en los centros educativos públicos, capellanes militares, sacerdotes en hospitales públicos y monjas gestionando las residencias de mayores.
En lo que respecta a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, éstas son anacrónicas y manifiestamente obsoletas, como lo demuestra la existencia de la reaccionaria Legión, creada en 1920 por el fascista teniente coronel José Millan Astray teniendo como ayudante al igualmente fascista y genocida comandante Francisco Franco, que se sirvió de éste estamento militar para dar el infame y cobarde golpe de Estado a la II República legalmente constituida. La Guardia Civil igualmente está desfasada desde que la creo en 1845 Francisco Javier Girón Duque de Ahumada. Al principio se dedicaba a luchar contra el bandolerismo, pero también ha jugado un gran papel en el régimen franquista sobre todo en zonas rurales, apoyando a oligarcas y caciques en pueblos y aldeas controlando y reprimiendo a sus vecinos.
Inconcebible la existencia de cuatro fuerzas policiales: guardia civil, policía nacional, policía autonómica y policía municipal. Por operatividad y eficacia, debería aplicarse el modelo único británico de Scotland Yard (los populares bobbies), extendido por todo el país. Eso significa que tienen un solo mando al frente y éste, cuenta con responsables de las diversas secciones. La gran mayoría no portan armas y quienes si lo hacen, es en el momento requerido porque están en servicios especiales como es el terrorismo y tienen certificado para ello. Su profesionalidad y apoyo a la ciudadanía está fuera de toda duda.
La Justicia es otro poder factico sumamente ultraconservador. Inexplicable que el CGPJ haya estado incumpliendo el mandato constitucional para su renovación, por más de cinco años y ahora a los 2030 días, el PSOE y el PP llegaron a un acuerdo para su renovación o pequeño retoque. Si de verdad se desea que la Justicia como tercer poder del Estado sea realmente democrática, ésta debería emanar del pueblo, mediante las elecciones generales por sufragio universal. De no hacerse así, continuará como se ha venido demostrando en manos de la derecha.
Los medios de comunicación igualmente necesitan de una profunda regeneración democrática. Por lo visto, es lo que por ahora únicamente pretende realizar Pedro Sánchez, junto con la parcial modificación de la Ley de la Seguridad Ciudadana (popularmente conocida por ley mordaza), algo que incumple su promesa para su completa derogación. Según parece, no pretende ni tan siquiera erradicar las prerrogativas que, tienen los policías para solamente con su palabra y testimonio, acusar a ciudadanos en sus legítimos derechos de reunión y manifestación, para estos ser arbitrariamente sancionados.
Muchas grandes empresas pero fundamentalmente, las del Ibex 35 son las que de entre los poderes fácticos, más inciden con sus boyantes economías en la vida social de la mayoría de la población. La macroeconomía española que según Pedro Sánchez “va como un torpedo”, efectivamente es así tomando como referencia la de otros países de nuestro entorno, pues la nuestra está creciendo el doble o triple con relación a éstos. Pero es evidente que, eso está muy bien desde el punto de vista empresarial, pero no así en lo que respecta a la microeconomía que, afecta a las familias en general y personas en particular en su subsistencia.
En España el 26,9 % de la población sufre pobreza o exclusión social. Así, alrededor de 9,7 millones de personas, viven con ingresos inferiores a 10.989 euros anuales por unidad de consumo (916 euros al mes). Esto demuestra que la riqueza que se genera, está muy mal repartida. Se vendió como una especie de panacea, pero ha sido absurdo subirle el impuesto a la banca por los beneficios obtenidos, pues era de esperar que como así ha ocurrido, repercutiría en sus clientes mediante la subida de las hipotecas, comisiones, “servicios prestados” etc.
Aparte de haber cerrado muchas de sus delegaciones, dejando a las personas sobre todo de zonas rurales sin sus servicios, y produciendo el despido de miles de trabajadores. Esto ha generado que, en los tres primeros meses de este año, los cinco principales bancos del país hayan ganado 26.000 millones de euros. En este caso, regenerar la democracia sería que podamos contar con una banca pública que nos evite las arbitrariedades y extorsiones de la privada. Lo mismo tendría que ocurrir con la creación de una empresa energética pública.