Para realmente regenerar la democracia, se necesita tener muy en consideración el derecho fundamental de organización, reunión y expresión. Este fue cercenado por el gobierno del “desconocido” M. Rajoy, por mediación de la Ley Orgánica 4/2015 del 30 de marzo, denominada Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (más conocida como Ley Mordaza). Fue ideada y puesta en funcionamiento, para en gran medida, contrarrestar a las organizaciones políticas de izquierda y fundamentalmente, a Podemos que nada más constituirse, tuvo un gran arraigo y mucha repercusión en todo el país y eso incordiaba e iba en contra sobre todo de los intereses del PP.
Mediante la misma se ha cometido todo tipo de represiones contra activistas políticos, siendo un caso muy significativo el del diputado por la Provincia de Santa Cruz de Tenerife Alberto Rodríguez, que bastó sólo la imputación sin pruebas, de un policía acusándole de haberle agredido y causado lesiones, para injustamente la que en su momento era la presidenta del Congreso de los Diputados Meritxell Batet, haciendo causa común con el ultraconservador Tribunal Supremo, retirarle su acta de diputado.
Con el uso de esa reaccionaria ley, se ha venido igualmente represaliando a personas del mundo de la cultura, la información, sindicalismo etc. El caso es que, Pedro Sánchez desde hace tiempo ha prometido derogarla, pero hasta la actualidad no lo ha llevado a efecto y en caso, de al respecto tomar algunas medidas, estas con toda probabilidad serán muy tenues o “descafeinadas”. En este sentido, por lo visto pretende hacerlo con pequeñas restricciones a determinados medios de comunicación, que con sus bulos y mentiras están crispando cada vez más la normal convivencia.
Viendo la trayectoria y deriva de Pedro Sánchez, no le hace acreedor para ponerse al frente de la tan necesaria regeneración de la democracia, hasta hace poco manifestaba que “España es una democracia plena”. Si por supuesto, para los poderes facticos que continúan con sus tantos privilegios heredados desde el régimen franquista. Apoyándose en ellos, la derecha no gobierna (solo le hace falta controlar el BOE), pero tiene el poder.
Ahora cuando está siendo sometida su esposa Begoña Gómez a una campaña burda y miserable por el “sindicato manos limpias”, en complicidad y connivencia con el ultraconservador juez Juan Carlos Peinado, es cuando ha podido captar las grandes deficiencias democráticas que sufre nuestro país. Pero él mismo ha contribuido a que esto haya venido ocurriendo, sobre todo teniendo “mando en plaza”, para poder hacer y deshacer con el PSOE a su libre albedrio, haciendo de este un Partido Socialista totalmente irreconocible, con arreglo a los legados que dejaron desde su fundación el 2 de mayo de 1879 sus cofundadores, encabezados por Pablo Iglesias Posse, como demócratas, socialistas y republicanos.
Con nada de esto se identifica Pedro Sánchez en consecuencia, tendría que crear una organización política a su imagen y semejanza. En el plano democrático, ha secuestrado y supeditado al PSOE hasta unos niveles irreconocibles. Esto se pudo demostrar en los dos últimos congresos federales, el 39 celebrado en Madrid entre los días, 16,17, y 18 de junio del 2017 y el 40 en Valencia entre el 15 y el 17 de octubre del año 2021. Ambos fueron diseñados y organizados para rendirle pleitesía como secretario general y sobre todo el último, ostentando también la Presidencia del Gobierno.
Este desde posiciones democráticas, llegó a extremos auténticamente bochornosos, como lo nunca ocurrido, la representación fue por cabezas de delegación que, por supuesto se autoeligieron los dirigentes territoriales y éstos, posteriormente designaron al resto de delegados, desde luego todos los elegidos fueron acólitos suyos. Para colmo entre ellos, cribaron las enmiendas presentadas a la ponencia marco, aprobadas en las correspondientes asambleas locales y congresos insulares o provinciales.
No fue debatida la gestión de la Ejecutiva Federal saliente y menos aún, se voto su aprobación o rechazo como siempre ha sido preceptivo. Con arreglo a lo que se exponía desde la Presidencia del congreso (Ximo Puig), se llegó a quitar la palabra a quienes intervenían. O peor aún, dependiendo del tema no la daba como ocurrió con jóvenes de Juventudes Socialistas, y miembros de Izquierda Socialista que pretendieron sin éxito, debatir sobre el modelo de Estado, entre el actual monárquico o el mucho más democrático republicano.
Nada de extrañar pues el PSOE (Pedro Sánchez que lo tiene secuestrado), ha hecho causa común y votado conjuntamente con el reaccionario PP y fascista Vox, para impedir que el Parlamento constituyera una comisión de investigación, sobre las muchas indecencias y corrupciones cometidas por el rey emérito (¿Por qué le sigue manteniendo este cargo simbólico y honorifico que expresamente para él lo creó Mariano Rajoy?).
La democracia interna brilla por su ausencia, no hay debates ni toma de decisiones democráticas en las sedes de las agrupaciones locales que prácticamente permanecen cerradas. Quedó en empoderar a la militancia y ha venido haciendo justo lo contrario y, ahora ésta no cuenta para absolutamente nada. Es evidente la necesidad de regeneración de la democracia, pero con estos ejemplos, cuesta mucho creer que Pedro Sánchez sea la persona indicada, para que esta lógica y justa reivindicación se lleve a efecto.