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Positivismo tóxico

04 de Agosto de 2025
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Positivismo tóxico. positivo

Hoy estaba meditando, y mientras escuchaba una música suave y melódica, sentí que el mundo era bonito, entonces, en medio de mi meditación saltó en Spotify un anuncio de una cerveza que interrumpió mi momento zen de alta vibración con el universo y esos segundos me hicieron recordar un poema de mi último poemario que hablaba de juguetes rotos. En mi cabeza apareció una pregunta: ¿Si en los últimos tiempos se ha invertido tanto en cuidar la salud mental de las personas, por qué seguimos rotos? Bueno, en primer lugar creo que no se ha invertido tanto como nos hacen creer; los anuncios de la televisión diciendo lo importante que es la salud mental no sustituyen a los especialistas que podrían ayudar.

Y, en segundo lugar, se ha puesto de moda ser feliz e inspirar con frases motivadoras a los demás en las redes sociales; es lo que vende: un positivismo tóxico que a veces te dan ganas de mandar al carajo y decirle a la influencer que te deje tranquila con tu duelo, porque, queridos amigos, tenemos que pasar ese duelo; a veces nos tiene que doler el corazón, tenemos que llorar y rompernos para volver a reconstruirnos, porque —no sé si lo sabéis— somos seres humanos, no somos robots.

Así que su positivismo tóxico y obligado se lo pueden meter por donde les quepa.

Pero vamos, que si con tantas terapias, libros de autoayuda, psiquiatras, psicólogos y demás nuestra salud mental va para peor, ¿no pensáis que el problema puede estar en otro sitio? Quizás podemos limpiar nuestra alma, pero no podemos barrer el mundo, un mundo que agota y oprime nuestro pecho, convirtiéndonos en personas que no somos y despojándonos de toda identidad original.

En este país hay estadísticas para todo, y sin embargo solo dicen en las noticias que la salud mental es importante y que cada vez hay más gente con depresión o ansiedad, pero no hablan de que los problemas de muchas familias no son ficticios, que sus depresiones no vienen del humo, y que muchas personas sanarían no con libros de autoayuda ni con psicólogos, sino mejorando su vida; pero claro, entonces los gobiernos tendrían que mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, y eso cuesta más dinero que recetar pastillas para la depresión.

Tampoco hablan del motivo por el que ha aumentado la depresión entre los jóvenes, ni hablan del estrés que soportan los niños ni de los factores que pueden estar acabando con sus vidas, eso solo es “bienestar”, y como no influyen en la producción de ingresos, por lo tanto no son importantes.

La gente no entiende por qué no me gusta la política y por qué me niego a opinar sobre ella, y yo no entiendo por qué siempre que enciendo el televisor se habla de los mismos temas y no se abordan ciertos problemas que afectan a la población como la sanidad o el futuro de nuestros jóvenes. Lo único que veo es un corral lleno de gallinas cacareando sin decir nada importante, porque lo único que hacen es pelear por el gallo.

En fin, como todo en esta vida, es paradójico que mi meditación se haya visto interrumpida por un anuncio de cerveza; es como si el sistema dijese: sé feliz, ama la vida, pero… ups, espera, tienes que consumir mientras amas la vida.

¿Y vosotros? ¿sois positivos tóxicos?

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