En mis tiempos se decía "¡qué potra tienes, tío!" y veo que la RAE lo respeta con "buena suerte", "chiripa", "chorra" y otros parecidos.
Tras triunfar con iniciativas trascendentales, además de únicas y solo suyas, como lo fueron la reconquista del liderazgo del PSOE en 2017, la conquista en 2018 del Palacio de la Moncloa tras la única moción de censura exitosa que recuerdan los siglos postfranquistas y, hace unos días, el cruel pero legítimo y legal ultimátum a Feijóo para la renovación de un CGPJ más que caducado, vemos hoy a Sánchez manejando un conflicto con más potencia por la unidad de España que si hubiera convocado un referéndum a cara o cruz sobre la independencia de Catalunya y el SÍ a seguir bajo el yugo de Madrid hubiera ganado por 9 a 1.
Porque, evidentemente, lo que Sánchez no se plantea es si tal unidad es buena o mala para los españoles, sino seguir gobernando él.
Entonces, en qué quedamos, señoras y señores españolistas de casi todas las derechas posibles, ¿acaso no opinan ustedes que, a cambio de asegurar la unidad de España, es lícito seguir gobernando a cualquier precio?
"Sí", escucho que me responden desde un silencio avergonzado y cobarde. Incluso a cambio de otro 18 de julio (me llegan sus pensamientos), que por eso nunca hemos condenado demasiado el del 36, concluyen mirándose entre ellos.
Discúlpeme usted el regreso a este drama, inevitable cada vez que ellos, con sus malas ideas y peores modales, vuelven a romper lo poco que queda, unas fotos nada más, de las mismas víctimas del franquismo que asesinaron.
Antes de entrar en los detalles de la última osadía de Sánchez, que rima con amnistía, recordaré a nuestro prota de hoy poniendo en X una carta para anunciar que se retiraba a reflexionar durante cinco días tras recibir la noticia de que un juez tramitaba una demanda judicial contra su mujer, interpuesta por algunos de los franquistas habituales a base de recortes de prensa.
Que él concibiera esa acción como cebo o no es cosa suya, pero lo que sí consiguió es que Feijóo y los suyos lo mordieran. Cosa de su potra, porque Sánchez no es tan adivino como para saber qué peces y cuantos van a picar.
De lo de la carta, la prensa se hizo el mismo eco que si hubiera estallado una central nuclear, pero lo que salió casi nada fue que a Feijóo se le ocurrió llamar a los afiliados del PP para que escribieran a Sánchez, con lo que consiguió que compartieran el momento reflexivo con el marido de Begoña. Y quien comparte algo con cualquiera, aunque solo sea una actitud, termina odiándolo menos.
En fin, que si escribe usted en Internet "1136" y "PP" aparece la información, que yo solo quiero añadir hoy que con esa acción se ha demostrado que Feijóo sabe menos que cualquiera de sabiduría popular. ¿A que usted ya ha pensado en aquello de que "no hay mayor desprecio que no hacer aprecio"?
Otro que parece estar haciendo méritos para ser admitido en el "partido sanchista" es José Luis Sanz, alcalde de Sevilla y del PP, pues acaba de concederle a Susana Díaz el título de Hija Predilecta de Triana. Sí, es la misma Susana que en 2014 dijo aquello de "este chico no vale, pero nos vale" y que después pudo comparar ambas valías, la suya y la de él, tras la fatal derrota que sufrió en las primarias socialistas de la "reconquista" a que me refería al principio.
Pero una cosa son los líderes y cargos públicos de un partido como el PP, podrido hasta las entrañas tras décadas de corrupción, y otra los cientos de miles de independentistas catalanes que no quieren ni querrán saber nada de España jamás, tal como corresponde a una cultura propia y a dos historias tan enfrentadas.
Por eso, conocedor o no de los obstáculos, con la amnistía está consiguiendo que los independentistas se suban al mismo carro de una causa con la que, aunque para él sea perdonar y para Puigdemont reconocer que el Estado se equivocó al reprimir y condenar, se enfrentan al mismo enemigo a muerte, palabra que también rima con jueces, y disculpas por tanta música.
Y pocas cosas neutralizan más al adversario, aunque sea independentista catalán, que compartir con él la misma trinchera desde la que defenderse contra un enemigo tan peligroso como el que representan unos jueces que, blindados con las togas, se dedican a hacer política sin urnas. Es decir, casi como en las cómodas dictaduras.
Solo le falta a Sánchez que la selección gane la Eurocopa futbolera. En ese caso, más le valdrá a Feijóo jubilarse o pedirle a Rueda que le haga un hueco en Galicia pues, a fin de cuentas, aquel no estaría en la Xunta si él no hubiera intentado la Moncloa.
¿Cuántas derrotas nos quedan por conocer de los adversarios de Pedro? ¿Y cuántas de sus aliados?
Seguiremos contemplando.