Para preguntar muy bien, muy bien debes antes conocer la respuesta.
Si tu maestro es malo, mejor alumno habrás de ser.
Y, quien poco enseña sabiendo mucho, o enseña que no sabe o sólo sabe lo que otros le enseñaron.
Comprendo que te resulte incómodo que no tenga respuestas para todas tus preguntas, pero comprende tú que sea a mí a quien resulte incómodo que tú no tengas más preguntas para todas mis respuestas.
No me envíes tus poemas para que te diga que son buenos, eso ya lo sabes tú; envíamelos para que te haga saber que no lo son.
Hay un espejo cóncavo en el que todos los arrogantes de España se miran, al menos, una vez en su vida.
Pretender un reconocimiento es legítimo pero no basta con venir al mundo para recibir el galardón de tus iguales.
El ego es infinitamente hermoso como lo es un padre cuando busca tu rastro entre las juntas de los azulejos; pero, quien se crea talentoso, al menos debería demostrarlo.
Toda vaguearía es resultante de la falta de amor propio.
Y el que poco sabe, mucho inventa; por eso los españoles presumimos de necedad en un intento de asumir las funciones del electromagnetismo.
La necedad es, en España, una bacteria persistente con la que todos enfermamos.