12 de Junio de 2024
Guardar
presentismo

Queda uno como paleto entre historiadores si es presentista, esto es: si valora el pasado con los criterios de la actualidad. Enseguida alguien, con razón, te dirá que no es lo mismo vivir en el XVI que hoy, y eso está clarísimo y distintísimo, evidentísimo. De hecho, conocer una época es entender los mecanismos que generan el pensamiento en cada momento, época es un término tan vago…

Hace tiempo que cuando se trata de disquisiciones teóricas, para mí eso de la “verdad” está amortizado, la cuestión radica en qué postura genera menos dificultades; por muy justificada que esté una posición teórica si genera más problemas que otra, por tonta que parezca ésta es la mía. Cuando afirmamos que no podemos valorar una época con los criterios de la nuestra, la rapidez o el tópico se imponen, sin embargo: ¿Aplicamos ese principio a todo momento histórico o sólo cuando queremos defender una postura de opresión “justificada” por los condicionantes históricos? El conocimiento, el rigor obliga a la coherencia, no a la arbitrariedad, que precisamente deslegitima ese intento de comprensión de los contextos.

Hay una cláusula implícita en la expresión “No podemos valorar una época con los criterios de la nuestra”, que consiste en suponer que pensamos distinto hoy que hace 3.000 años o hace 500, y aunque hay algo de verdad en ello, pues los estudios humanísticos se encargan de dilucidar esas características precisas y únicas, este prejuicio ¿sugiere un deterioro o una mejora del criterio? Porque si es un deterioro, no podemos juzgar el pasado ya que siempre fue mejor, la esclavitud romana era mucho mejor que los contratos actuales; si se trata de una mejora, empero, estamos siendo partícipes de una mala interpretación del evolucionismo, que consiste en suponer que hay un orden, dirección, mejora, perfeccionamiento en el cambio de las especies… Ni en 5.000 años hay evolución biológica apreciable (tampoco mental) ni podemos sustentar la Historia en un idealismo trasnochado y providente al cuidado de ¿un vigilante supremo?, cambiar hacia mejor puede ser un hecho pero no es una Ley Natural.

Nos sigue faltando una consciencia explícita del sufrimiento; si fuéramos verdaderos humanistas, si se nos formara en un verdadero Humanismo, nuestro trabajo principal debería consistir en explicar las causas del sufrimiento a lo largo del tiempo, no el éxito de esos espectros de los ¿Estados (o propiedades privadas)?, ¿guerras, conquistas, invasiones, colonizaciones… ?, eufemismos para ocultar la imposición, la opresión, el sometimiento de la mayor parte de la Humanidad cuya única aspiración ha podido ser únicamente la supervivencia, el combustible de esta maquinaria justificatoria llamada Historia.

Pienso en el débito conyugal, ese eufemismo tan manido de “violación”; ¿cuántos millones, cientos de millones de mujeres la han sufrido (y sufren) bromeando incluso sobre este hecho violento? Han sido (son) ¿felices? con ello, como nosotros lo fuimos en aquella escuela de hostias como panes porque no conocíamos la alternativa; la pregunta es ¿de haber conocido la maldad de ese trato, de haber tenido consciencia de sus causas y de la intención en esos castigos o delitos, los habríamos tolerado igual? La respuesta es ¡No!; por tanto el intelectual no puede defender la singularidad del momento y del comportamiento (salvo para justificarlo) porque su duda debe versar, su trabajo de investigación debe explicar cómo fue posible, ha sido posible, es posible el sometimiento de unos humanos por otros y cómo hemos tolerado las justificaciones de esas situaciones de injusticia absolutas… eso nos lleva a aprender y a evitar.

Usted puede estar pensando que esto es lo natural, que el fuerte maneja al débil y eso es el ser humano, claro, entonces nos sobra todo desarrollo intelectual de idea alguna, supongo que si alguien le diera una buen paliza se conformaría, aquí paz y después gloria, porque así es la naturaleza… podríamos continuar sarcasmeando pero no merece la pena, es muy triste, y señal de ignorancia plena, de solipsismo incapacitante, no ser capaz de visualizar la propia realidad, o verse siempre aparte de los demás como si fuéramos especiales o mejores… en fin, la realidad suele desmentir estas veleidades, ya lo decía Hobbes: nadie es demasiado débil como para no ser un posible enemigo.

Este criterio no presentista, supuestamente elaborado y respetuoso con los tiempos, siempre se aplica, decíamos, arbitrariamente. El revisionismo actual lo ve bien, estupendamente si se aplica al papel de España (qué sería eso entonces, Dios mío, nótese cómo los mismos quejosos de aplicar criterios actuales al pasado toman la idea actual de Estado, de país, de España, como sempiterna realidad presente, destino único en lo universal… vamos, contradictoriamente) si se aplica, decimos, al papel de España en la América del Descubrimiento, Conquista, Encuentro… No para la Alemania de 1935 a 1945 (de momento), ahí no vale entender que los pobres nazis sufrían mucho con tanto trabajo en Mathausen, o que la resistencia de las víctimas no dejaba desarrollar la labor comunitaria encargada a los asesinos, o que las decisiones obedecían a la voluntad de una mayoría dominante que tenía derecho a vivir su época y sus valores, como todas; pues no, entonces exigimos que si eras alemana en 1943 ó francesa, o belga, o sueco y no veías claro el Crimen de Lesa Humanidad de los nazis, entonces eras colaboracionista y criminal; ¡fue tan diferente con los Reyes Católicos en 1492!, de eso hace mucho, no mezclemos (nótese la ironía).

El negocio de la religión (y sus figuritas o productos propiciatorios para la explotación de las miserias personales o comunales a través del milagro… y la venta de parcelas en el Paraíso), la esclavitud (en todas y variadas formas, a veces tan sutiles), el control de la alimentación y las guerras de exterminio (violaciones, caza de personas…), son la esencia de la Historia humana. Si la intelectualidad no entiende aún que el daño no cambia de una época a otra, que el sufrimiento es el mismo (no su interpretación), que la violación, la agresión, la tortura, la explotación es siempre el mal en sí, que, itero, el sufrimiento es igual y la voluntad de dañar la misma y sólo cambia el modelo de ignorancias, si la Historia no explica a quién beneficia esa mentalidad opresora del momento es que actúa como superestructura sierva del Poder en su peor versión: el ejercicio de la violencia no ya gratuita (ay, animal de fondo) sino interesada, pérfida, malévola, canalla, artera, abyecta, desalmada, criminal, ¿no?

Lo + leído