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Puerca Castilla (dedicado al resistente Rubén Valín) 

28 de Marzo de 2018
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Ruben Valín
Lo primero entiéndase y extiéndase el sustantivo de “mundo rural” a las capitales de provincias en las que viven alrededor de 50.000 personas; las más, ancianas; con mucho paro; con los comercios cerrados, con los impuestos a flor de piel y las estafas del Banco muy recientes. Compréndase estas ciudades o núcleos urbanos parte de eso que llamamos “mundo rural” por lo cercano a su economía, paisaje y cultura. En estas, y en los Pueblos,  nos jugábamos mucho ahora que despoblados y sin vías de repoblación han decidido los Administradores del Dinero que aquí se venga la macroindustria ganadera a poner macrogranjas de cuantos animales comestibles existan. En otros lugares, el asunto se ha puesto también en contra de los campesinos y ganaderos: 70.000 suicidios en la India por su incapacidad de pagar las deudas; bandoleros a sueldo para eliminar campesinos, en América del Sur, que se oponen a los grandes capitales; presión condicional a los alcaldes y anulación de leyes, aquí en el Oeste Español protagonizada por la Junta de Castilla y León, con la coartada de simplificar los trámites administrativos para que las macrogranjas se instalen a placer. Barra libre a una Industria que acabará echándonos a los resistentes.El campo fue un lugar de resistencia económica. Al menos aquí, y creo que en Europa en general y en el mundo, siempre hubo un amo: feudal, noble, cacique, capitalista. Pero al margen del impuesto o maquila que hubiese que darle al poder, siempre había una parte que resistía generando una economía interna de supervivencia y, mientras hubiera eso mínimo para comer, se podía prescindir de lo otro. A Castilla, tras la guerra, vinieron familiares, a matar el hambre, que vivían en ciudades donde no había ese mínimo de resistencia, pues mi abuela con huerto, harina para pan, cerdo y gallinas, fruta de temporada, al menos salía adelante, pese a lo poco que pagaba a mi abuelo el señorito. Y no se olvide, esa supervivencia tenía sus propias leyes, sus propias solidaridades y su propia lengua; aunque no independientes de los avatares de la sociedad, era una subsistencia ajena al poder: la astucia campesina.Claro que entonces no había deuda más que con la Tierra y con Dios. Modernizarse sólo ha servido para que la gente abandone el campo por una ciudad hostil la mayor de las veces. Sirvió para endeudarse, y que Eso, esa caja de resistencia que aseguraba la comida al menos, es lo que se ha entregado de intereses a los Administradores del Dinero. Trabajar en la ciudad sí tiene plusvalía. Nosotros en el campo, no teníamos eso. Lo que pagábamos de impuestos es lo que nos restaba, el Estado, de poder dar de comer mejor a nuestros hijos. Vencer al amo, vencer al clima, vencer al suelo, era la tarea. No entendemos en el oeste nada de lo bucólico del campo que los diarios publican. Queremos decir: cuando ya nosotros no podamos resistir, no habrá esperanza para los de las ciudades, porque no habrá modo de obtener el sustento básico. Todo un conocimiento perdido. Y la tierra es tan dura que algunos de ustedes dejarían sus muertos sobre tierra por no cavar. Puerca Castilla.
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