Es la buena noticia del día, de mi primera columna de opinión en Diario 16. Es hora de empezar a vivir. ¡Sí, señores! De sentir y pensar menos. De ocuparse y no pre-ocuparse. De llevar a la acción nuestros propósitos. De poner en marcha nuestros sueños.El cambio de vida empieza en cada uno de nosotros, en labrar nuestro camino en responsabilidad, en respeto y cuidado hacia uno mismo. Recuerdo una ponencia de Richard Vaughan, en la que nos recordaba a los asistentes que “en caso de despresurización de la cabina, han de ponerse la máscara de oxígeno… primero, ¡ustedes!, después al resto, su bebé que viaja a su lado, su madre, su padre, su mejor amigo, su prójimo”.Primero, yo. Después, los demás. Si yo no estoy bien no podré ayudarles. Bajo esta premisa, todo es posible. Solo tenemos una responsabilidad como seres humanos y es cuidarnos a nosotros mismos primero, para así poder impulsar al resto de nuestros congéneres.Ha llegado el momento de empezar a vivir, desde este mismo instante. Yo hace mucho tiempo que dejé de quejarme cuando las cosas iban mal. Comienzo a focalizar en el lado positivo de lo que me ocurre. Investigo sobre aquellos factores que me hacen crecer en resiliencia. Abandono el instinto de “supervivencia” para convertirlo en “sobrevivencia”.Indagué en las herramientas innatas que utilizaba para vencer cualquier obstáculo en mi camino. Me encontré con la sonrisa, con el foco positivo, con el seguir a pesar de todo, con el levantarse de nuevo las veces que haga falta. Adopté por bandera la frase de Martín Luther King: “Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa, sólo da tu primer paso”.Alguno estará ahora mismo pensando ¡qué fácil lo ve toda esta chica! Yo no he dicho que sea fácil, valga la redundancia, lo que si les aseguro que es posible. ¡yo, lo he hecho! Y tantos muchos héroes anónimos que van por ahí empoderados con su afán de sobrevivencia.Quizás estén pensando que he tenido una vida fácil. Pues miren, yo he llevado y llevo mis mochilas, como todo el mundo. Lo que ocurre es que una vez soportado su peso, de conversar con ellas y me contaran su ¡para qué! se subieron a mi espalda. Decidí aprender de ellas… para crecer.Me ha pasado de todo, ¡cómo a todos ustedes! ¡qué carajo! Debuto con la hemorragia cerebral que sufre mi única hija a los 11 años de vida. Me sobreviene, la muerte de mi padre de cáncer de pulmón a los 65 años de edad. Me pierdo, los primeros pasos de mi hija, mientras veo cómo se imprime en la rotativa el primer número de mi recién fundado periódico. Tras dos décadas de trabajo, veo como la edición impresa del periódico es una verdadera ruina y la crisis se lo lleva todo. Entre esto, me caso y me divorcio dos veces.Pues, miren. Enfoque positivo a todo. A mi hija le conté que era la niña con el cerebro “más especial” que ha pisado la tierra. Con el episodio de la hemorragia encontraron un fallo congénito, su arteria cerebral media no existe, pero lleva una vida normal, sin secuelas, sin barreras mentales. Una milagrosa circulación colateral riega perfectamente su cerebro. Cumplí la última voluntad de mi padre, le escribí un libro “El poder de tu sonrisa” para conmemorar su muerte.Siempre cuento como una bella metáfora que mi primer negocio comenzó a andar el mismo día que mi hijita daba sus primeros pasos. Reinvento mi negocio, me formo en crecimiento personal, creo mi propia marca personal y monto una agencia de comunicación y el periódico funciona a las mil maravillas en su versión online. Mientras, espero celebrar mi tercera boda, un día de estos.
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