Es demasiado, hacerse consciente diariamente de cómo está el mundo (iba a decir el patio, pero se me queda pequeño), y después emprender los quehaceres diarios...
Estamos siendo espectadores de genocidios, guerras, conspiraciones y delitos, la muerte nos escupe a los ojos a través nuestros móviles, ordenadores, televisiones, y la rueda no para, y no sabemos muy bien qué hacer (¿o sólo soy yo?).
La diseñada sociedad de consumo que sostiene el sistema del crecimiento y la rentabilidad nos tiene tan atrapados en nuestras necesidades, que no tenemos tiempo más que para asistir, atónitos, a la desintegración de nuestra forma de vida y de convivencia. Espero que en pos de un sistema más humano, más amable, más de todos. Pero mucho me temo que se están moviendo cosas que van a alterar nuestra forma de concebir la vida, a peor.
Los medios de comunicación normalizan las guerras y los genocidios y alimentan el odio al distinto, las redes son vehículos de campañas de desinformación, de fomento del odio, de insultos, de ganas de inflingir dolor.
Hay disturbios por todo el mundo porque están mundializando el conflicto, y el poder ejerce violencia sobre el pueblo que manifiesta su sentir. Reprimir en lugar de escuchar, y eso es porque el plan está trazado. O así me late a mí.
¿Quién tiene razón? ¿Cuál es la verdad? ¿Quién me manipula y quién me informa verazmente? ¿Es mía la opinión que tengo o viene dada por las noticias de las que me nutro y con las que me informo? Noticias que me son dadas previa filtración de mis datos y de toda la info que se almacena (no sé en qué nube) sobre mí.
¿Cómo puedo fiarme de mi opinión si no tengo la certeza de tener toda la información?
Creo que unos cuantos están jugando al Monopoly (siempre, pero van cambiando los jugadores) y el tablero y las fichas somos nosotros. Creo que están expandiendo la polarización social por todo el mundo, alimentando el odio, señalando lo que nos hace distintos los unos a los otros. Para dividirnos, para que pasemos por el tubo ante lo inevitable.
Nos infunden miedo, nos dan la información sesgada para que opinemos de una determinada manera. Y estamos expuestos, somos las víctimas, los esclavos y los verdugos a la vez. Si necesitan soldados somos nosotros, si necesitan esclavos somos nosotros, si necesitan clientes también somos nosotros.
¿En qué situación me siento yo?
Amo el directo y el escenario, siento que es mi trinchera ante cómo me posiciono en la vida. Soy cómico, sé que he de hacer reír, pero va a ser con cosas que a alguno le generen alguna pregunta. Que a otro le abran una línea de pensamiento, o que haga sentir a otros que no son los únicos en haber sufrido complejos o enfermedades.
Me concentro en entender antes de odiar, de preguntar razones antes de soltar argumentos, de saber que todos no podemos pensar igual, pero que hemos de convivir sin pelear.
Por eso me gusta hacer un humor que rasque a veces las conciencias, que nos iguale a todos en el pecado o en la falta, en la salud o en la enfermedad, en la vida o en la muerte. Un humor visibilizador, normalizador. Que te demuestre que tan verdad es tu forma de ver las cosas como la de otros que no piensen o sean como tú.
Y me siento cómico de directo, cuando he intentado acceder a televisión, no les he encajado en unas ocasiones, o no he querido yo en otras. Creo que la mayoría de los cómicos televisivos pasan a ser solo graciosos porque las cadenas tienen línea editorial. Y la fama y el dinero castran al mensajero. Y no se habla de lo que no se pueda hablar y punto pelota. Libertad medida para que parezca creíble.
No sé muy bien ni qué pensar ni qué hacer. Intento reírme de todo y de todos sin ofender a nadie en un intento de demostrar que no hace falta pelearse por pensar distinto si somos capaces de reírnos de todo (y de nosotros mismos) sin ofendernos. Y me esfuerzo en comunicar que es muy difícil ofender a aquél que está en equilibrio, porque el trabajo de la comedia no es solamente del cómico.
Yo no quiero convertir mi vida en una guerra, por eso me dedico a hacer reír de cosas que son susceptibles de polémica y ofensa.
La vida es otra cosa que vencer al que no es o no piensa como tú.
¿Hay que tomar partido? ¿Hay que ponerse en uno u otro bando? ¿Es un error la equidistancia? ¿El estoicismo? ¿Cómo reaccionar ante este presente que oscurece el futuro? ¿Hay camino a través de la paz y el amor? Y lo más importante: ¿Sirve de algo?
¿Qué (me/nos) está pasando?