Querido hooligan, te escribo después de pensarlo mucho y, para qué engañarnos, tras cabreos monumentales al leerte.
No siempre hemos estado de acuerdo, soy consciente, pero últimamente lo tuyo pasa ya de castaño oscuro.
Decía Sartre que los soñadores tienden a confundir el desencanto con la verdad. Es cierto, sólo el que sueña puede sentirse desencantado, frustrado, decepcionado. Es el riesgo que se corre, que corremos. Pero el sueño, como la verdad, es el nuestro, a veces compartido, a veces no. En ningún caso tu verdad tiene por qué ser la mía y deberías empezar por asumirlo, para después respetar las verdades de los demás. Igual que deberías empezar a pensar que no tienes el monopolio del desencanto. Sólo eres uno más entre cientos, miles que hemos visto como nuestro sueño se desmoronaba y llegaba a parecer irrealizable. La diferencia entre nosotros es que hemos decidido guardar el mono de derribo y cambiarlo por el de trabajo.
Como te decía, últimamente lo tuyo pasa de castaño oscuro, vamos que estás un pelín insoportable. Perdóname la confianza, pero es fruto del hartazgo de leer cada día las barbaridades que escribes. No sé en qué momento alguien te dijo que tenías más razón que el resto y en qué momento, convencido de que esto era así, te lanzaste a vomitar todo lo que se te pasaba por la cabeza en cualquier red que se pusiera a tiro.
En esto de embarullar y tocar lo que se tercie has ido cogiendo práctica. Siempre has estado ahí, agazapado, esperando el momento propicio en el que podías soltar tu frase sesuda de turno y de paso repartir lecciones a diestra y siniestra. Los demás te escuchábamos, intentábamos decir la nuestra, defender nuestra posición, debatíamos, discutíamos. ¿Cuántas sobremesas maravillosas hemos pasado intentando arreglar los problemas del mundo?
El problema es que ahora las sobremesas se atragantan y que ya no sólo repartes carnets, ahora sientas cátedra, juzgas y, si se te lleva la contraria, insultas. Has aprendido que es mucho más practico pasar al ataque y, de hacerlo, mucho mejor en grupo, cuantas más personas haya diciendo y haciendo lo mismo, menos se notará la barbaridad que se dice y se hace y más cansado acabará el que te lleva la contraria, que si termina por rendirse mejor que mejor.
Has encontrado en las redes el campo de batalla ideal, muchas veces escondido tras el anonimato: tuiteas lo que probablemente no serías capaz de decir cara a cara. Ejemplos tenemos innumerables y son multitud los y las que te han sufrido. Desde la descalificación a la amenaza, por no hablar de esa afición tuya a juzgar y soltar estereotipos y peroratas sobre quienes no sólo no conoces de nada, desconoces lo más básico de su trayectoria personal y profesional. Ya dicen que la ignorancia es muy atrevida y la mayoría de las veces en esto de ser atrevido te llevas el premio gordo.
No termino de entender qué pretendes, si es que pretendes algo más que generar un clima de tensión insufrible, como tampoco entiendo la exhibición cual trofeo de cada bloqueo. Que alguien opte por bloquearte no es un triunfo, es un fracaso. Quien no piensa como tu te está diciendo que se ha cansado, que no quiere saber nada más de ti.
Al final acabarás creando un microcosmos en el que hables contigo mismo.
Ten en cuenta que no vas a tener más razón por gritar más alto, básicamente porque a base de tanto gritar serán muchos y muchas los que dejen de escucharte.
A la gente se la suele convencer más con argumentos; claro que tu actitud probablemente responda sencillamente a que no los tienes, lo digo sin acritud, simplemente resulta difícil de creer que el insulto sea tu única opción.
En fin, entiendo que estés más cómodo en la trinchera, pero déjanos a los demás que decidamos donde queremos estar y sobre todo déjanos que decidamos no meternos en tus batallitas y que ocupemos nuestros esfuerzo en otras cosas. Por último, recuerda que no contestarte no es darte la razón.
https://youtu.be/kyDA_2GcncM