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Queridos museos

23 de Mayo de 2024
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Os escribo esta carta porque sois mis amigos, me habéis acompañado en innumerables ocasiones, con motivo de vuestro día, el 18 de mayo, tengo que mandaros una felicitación. Me atrevo a deciros que nadie, o casi nadie, se imagina una ciudad sin vosotros, ¿sin museos? Imposible. Con independencia de que gustéis más o menos, los turistas o viajeros terminan siempre visitándoos. Podéis ser grandes, pequeños, temáticos, palaciegos, tener nombre propio o diseño vanguardista. Da igual, todos tenéis vuestro público. El día 18 de mayo celebráis una fiesta, la del Día de los Museos, por ello os dejáis mimar y cuidar hasta con actividades nocturnas, a vosotros, que os vais pronto a descansar y, como es vuestro día, abrís las puertas de forma gratuita. No se os puede pedir más. Es una fiesta bien merecida, hay que celebraros como “cajitas con joyas que sois”.

Los de ciencias naturales estáis indicados para los más pequeños, soléis ser intuitivos e interactivos, y eso a los niños les gusta. Todos sois bonitos y especiales, no quiero dejar a ninguno fuera, pero sabéis que no es posible. Os voy a hablar de uno especial, que seguro os gusta, es el del reloj, situado en un pequeño gran pueblo suizo llamado la Chaux-de-Fonds. Y no está allí por casualidad. No sé si sabéis que la relojería llegó a ser a finales del siglo XVIII su principal industria. En Suiza hay muchas empresas que se dedican a fabricar piezas de reloj. Rolex, TAG Heuer u Omega tienen su origen en La Chaux-de-Fonds. Cartier, por cierto, se estableció en este pueblo del cantón de Neuchâtel en 1972, el edificio es espectacular, diáfano y acristalado. Pero no es un museo, aunque alguna pieza termine algún día en alguno de vuestros espacios.

La población de la Chaux-de-Fonds es obrera y se siente orgullosa de ello, además tiene un gran sentimiento artístico y ecológico. Su trazado lineal, rectangular y perfecto, único en Suiza, le ha merecido ser nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Le Corbusier, padre de la arquitectura moderna, vanguardista y racional, nació allí. La Chaux-de-Fonds es el pueblo más grande de Suiza y con él tengo un nexo familiar, y por ello os lo menciono, no quiero que tengáis celos entre vosotros.

El Museo del Reloj es una maravilla. La colección de vuestro compañero está formada por 4500 piezas. Los de hay de pared y de pulsera. Los hay extravagantes con basamentos en forma de elefante, de estructura arquitectónica a modo de catedral gótica, algunos están sobre delicadas marqueterías y los hay más convencionales. Pero me quedo con uno que me encantaría que vierais: una exquisita jaula con pájaros cantores de cobre dorado y esmalte. Sí, habéis leído bien, pájaros cantores. Aquí se encuentran la ciencia, el juego y el arte. Exclusividad y refinamiento, porque eso sois vosotros.

Algunos museos sois muy dulces, os dedicáis al chocolate. Otra pequeña debilidad mía que, tal vez, no sepáis. Pero dejadme que os cuente. En Zürich, Lindt se deja visitar. Lo mejor, es el final del recorrido, ya que una vez conocido el origen, la historia y la producción de este delicado bocado, nos permitís disfrutar de tan delicioso producto de forma ilimitada. Es decir, que podemos elegir y comer todo lo que queramos. Más de uno se pondría enfermo. Sois maravillosos.

Como veis, vuestro mundo es fabuloso. También actuáis de bálsamo para el espíritu. Cuando se vive solo en una gran ciudad, se agradece vuestra presencia, porque con vosotros siempre me he sentido acompañada. Cuántos domingos me he acercado para disfrutaros en pequeñas dosis y, ya de paso, me he dado una vuelta por las tiendas de souvenirs, que cada vez las tenéis más sofisticadas. Libros, pañuelos, reproducciones y hasta comida se mezclan en un espacio del que es difícil salir sin algún artículo. Al pasear entre vuestras salas tengo la oportunidad de escuchar diferentes lenguas, ¿las entendéis? Y, también, de observar el comportamiento de los grupos, parejas y gente que se acerca a los tesoros que cuelgan de vuestras paredes. Me gusta ir sola, lo recomiendo porque me detengo donde me apetece y observo con mayor detenimiento lo que sucede a mi alrededor.

Tenéis oferta para todos los gustos. En Madrid, por decir una ciudad, y de nuevo disculpadme, pero comprenderéis que no puedo elaborar un elenco de todos porque sería interminable, además de aburridísimo. Como os decía, en Madrid, algunos museos como El Prado, el Thyssen o el Reina Sofía ofrecéis contenido diferente y complementario. Lo habéis hecho muy bien. Me alegra que gocéis de tanta popularidad, ya que es señal de que estáis vivos e incorporados a la sociedad. Los museos albergáis buenos restaurantes, conciertos y eventos, en definitiva, pienso que habéis sabido reinventaros y adaptaros al siglo XXI. Por todo ello, os felicito mis queridos amigos. Os envío un fuerte abrazo.

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