Imagínate un día que tú y yo y tu vecino, y también la del cuarto, y el panadero, y el conductor de autobús, y aquél que ves cada mañana cruzar el semáforo a la misma hora pero no sabes quién es ni a dónde va, y el mecánico y el técnico del ascensor, y también el del bar y la hija de tu amigo que hacía tiempo que no veías y la doctora del CAP, y el del cajero del supermercado, y la de la floristería y más, muchos más, os reunís un día para decir: ¡Basta! ¡Estamos hartos! No queremos formar parte de esta corrupción, de este engaño, de este odio a los catalanes, de esta farsa, de estas mentiras. Y decidimos desobedecer al Estado Español de manera pacífica: con actos de resistencia no-violenta. Y hablamos del cómo, del porqué, del cuándo.
Este movimiento cívico, transversal, voluntario, sin sentido de pertenencia a ningún partido político, está formado por ciudadanos, trabajadores normales, vecinos de todas las edades y condiciones, que pretenden construir la República desde un punto de vista social, desde abajo, de la base, de la gente de la calle. Con el punto de mira en los valores republicanos: la implantación de la democracia en toda su extensión, es decir, la participación ciudadana en las decisiones de gobierno de la forma más directa posible.
En un primer momento se autodenominaron Comitès en Defensa del Referèndum (CDR) y se formaron debido a los múltiples impedimentos del Estado para su celebración. Custodiaron las urnas y las papeletas; se encargaron de mantener las escuelas abiertas durante todo el fin de semana organizando actividades cívicas para todos los vecinos, se encargaron de la resistencia pacífica durante la madrugada del 1 de octubre y hasta el final de las votaciones, protegiendo el derecho al voto incluso ante situaciones de carga policial.
Una vez se dieron a conocer, después del 1 de octubre, cambiaron la R de Referéndum por República y ayudaron a difundir el mensaje republicano para las elecciones del 21 de diciembre. Además, colaboraron en un recuento paralelo para asegurar la transparencia de unas elecciones durante las cuales, recordémoslo, algunos dirigentes republicanos estaban encarcelados y otros en el exilio.
Para los que no los conocen o no forman parte de los CDR es muy fácil sentirse molesto por las acciones que afectan al resto de la población. ¡Ya están otra vez! ¿Por qué cortan carreteras? ¿Por qué organizan marchas lentas? ¿Por qué organizan manifestaciones? Todas sus acciones son siempre pacíficas, recordémoslo también y por mucho que fastidien no se pueden tachar de violentas. Incluso algunas son directamente ventajosas para los ciudadanos, como el levantamiento de barreras de los peajes en Semana Santa, que ha ocasionado la queja inmediata de Abertis.
Sin embargo los CDR trabajan la mayor parte de su tiempo en tareas que no son tan visibles ni palpables:
organización de charlas para ampliar la base, exponiendo:
las ventajas de la República
economía sostenible
educación
colocación de lazos amarillos en carreteras y ciudades
colocación de carteles y pancartas, reparto de folletos informativos recordando los presos políticos y las mentiras de los medios de comunicación, policía, partidos políticos y gobierno de España.
gestión de una prisión simbólica que se desplaza por Catalunya. Durante una semana esta prisión se monta en la plaza central de la ciudad y voluntarios la ocupan haciendo turnos con el objetivo de sensibilizar a la ciudadanía. La celda es una réplica de las celdas reales donde se encuentran los presos políticos.
coordinación con otras instituciones como ANC y Òmnium, plataformas de defensa de los derechos sociales, estudiantes, grupos feministas, de inmigrantes, organizaciones anti-homofobia, contra la subida del precio del transporte público, soporte a diferentes encausados; “27 i més”, raperos, tuiteros, periodistas, titiriteros, etc.
enlace con ayuntamientos.
organización de conciertos y pases de documentales que divulgan los valores de la República y los derechos civiles,
realización de talleres y cursos de resistencia pacífica, antirepresivos, seguridad informática, economía sostenible, etc.
otras actividades vecinales que persiguen la cohesión social en plazas y calles.
Estas iniciativas son orgánicas, nacen de la espontaneidad y de la gente de la calle y están adaptadas a las necesidades de cada territorio.
Tampoco tiene sentido hablar de los CDR como entidad, porque en realidad se trata de un conjunto de ciudadanos que se reúnen de forma voluntaria y de hecho, cualquiera puede asistir a sus asambleas abiertas. Tampoco tienen representantes. Los CDR somos todos y al mismo tiempo nadie. Los CDR están en cada esquina y a la vez en ninguna parte. Los CDR son pueblo y son dignidad.
Cada grupo de CDR se autoorganiza y es independiente de los demás, aunque en algunas ocasiones se coordinan entre ellos para tener una mayor repercusión en el territorio. En las grandes ciudades normalmente se estructuran por barrios y luego se agrupan por comarcas o zonas. También existe un CDR a nivel nacional, pero la autonomía de cada grupo se respeta. Incluso existen CDR internacionales: en Alemania, Francia, Bélgica, Boston, etc., que ayudan no sólo a internacionalizar las reivindicaciones catalanas sino que también ayudaron con el casi imposible voto exterior en las últimas elecciones.
Hace unos días que los políticos españoles y la fiscalía, orquestados con algunos medios de comunicación, han empezado a hablar de los CDR como violentos y los han querido identificar como kale borroka (pelea callejera). Mediante imágenes falsas, mentiras y exageraciones persiguen crear una falsa y premeditada corriente de opinión. Este paralelismo con el conflicto vasco tiene un interés claramente político para criminalizar a los CDR. Después de descabezar a los partidos políticos republicanos y a las organizaciones pro-republicanas ANC y Òmnium, al gobierno español le interesa crear mediáticamente una opinión pública para justificar la persecución judicial e introducir el concepto de tumulto y violencia y proteger así la falacia de rebelión que mantienen los autos del juez Llarena.
Sin embargo, esta post-verdad olvida que los catalanes hemos sido capaces de organizar manifestaciones masivas de millones de personas totalmente pacíficas desde el 2011. La vía catalana, ocupó 400 km. de carretera de forma pacífica. Organizamos un referéndum pacífico. Fue tan pacífico que aguantamos agresiones físicas severas y desproporcionadas y agravios sin rechistar. Los que votaron “no”, también recibieron. Los que no fueron a votar también lo vieron. Todo el mundo lo ha visto. Y está grabado en las retinas y la memoria de millones de personas. Y no se puede borrar.
Es de todos sabido también la costumbre de infiltrar policías en las manifestaciones. Estos policías se dedican a incendiar el ánimo de los demás manifestantes pacíficos lanzando objetos, quemando contenedores y atacando directamente el cordón policial con el objetivo que los manifestantes más impulsivos se sumen a la violencia y así poderlos detener. Aun así, gracias a las redes sociales y los dispositivos móviles hoy en día estos “topos” son fáciles de desenmascarar. Por twitter y facebook circulan vídeos donde se ve claramente quiénes son y cómo el resto de los manifestantes los aíslan.
Los CDR son el verdadero motor de la República que reúne el afán de la gente de la calle de querer vivir en paz en un país con separación de poderes, con ayudas sociales, con pensiones dignas y aseguradas, con control y castigo a los corruptos, en definitiva, en un país democrático.
Como dice Elpidio José Silvia: “Antisistema no son los CDR's, sino quienes desde dentro de las instituciones nos han arruinado, expoliado y desahuciado. Maquillan la democracia para sobornarla sujetándola al régimen más corrupto de Europa”.
https://twitter.com/elpidiojsilva/status/979755785201836041¿Quiénes son los CDR? ¡Tú, yo, nosotros somos CDR! ¿te apuntas?