Julián Arroyo Pomeda

¿Quiénes son los responsables?

09 de Octubre de 2023
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incendio

Acaban de suceder unos hechos gravísimos. Las noticias nos sorprendieron el 2 octubre por la mañana. Se había incendiado un polígono de ocio nocturno con dos discotecas en Murcia. Se han señalado 13 muertos.

Lo más horripilante es conocer cómo ha sucedido. Un accidente le puede ocurrir a cualquiera, pero esto supera todos los límites. Era difícil suponer que no pasara algo fuerte. Y ha pasado.

El responsable municipal ha dicho que se sabrán todos los detalles. Parecía encontrarse muy seguro de descubrirlos. Y así parece que es.

Seguidamente, ofreció a la prensa informaciones inexplicables. Las dos discotecas quemadas funcionaban sin licencia del ayuntamiento: Fonda Milagros y Teatre. Abrían y cerraban con toda tranquilidad desde enero de 2022. Tenían orden de cierre desde entonces y se encontraban precintadas.

No puede decirse que el ayuntamiento no supiera lo que pasaba, pero también los propietarios, que actuaban según su voluntad, como si no existieran representantes del municipio. No aceptaban la ley, no la cumplían. No se inmutaban. ¿Por qué?

Nadie mandó parar estos incumplimientos. Tenían orden de cierre desde entonces, pero no se cumplía. ¿Acaso no sabía el ayuntamiento que nadie hacía ningún caso? ¿Quién era el encargado de vigilar que esto se cumpliera? ¿Quién era el encargado de vigilar para que el mandato se obedeciera desde el primer momento?

En este caso parece que nadie vigilaba lo que se estaba haciendo. Lo lógico es dar la orden y vigilar su cumplimiento. Pues aquí esta gente campaba a sus anchas y nadie imponía la ley. Parece que esto cuesta demasiado trabajo.

Basta con acudir a la oficina del ayuntamiento, comunicar la posible apertura de una discoteca, pedir los documentos adecuados y rellenar lo que se pide. Cuando se lo autoricen, abren el negocio y dejan pasar al que quiera divertirse, tomar una copa u oír música.

Ya se sabe que en estos lugares debe haber unas seguridades correcta y controlada por operarios, que atiendan al personal, que saque su entrada, y quiera pasar. Estos sistemas tienen que funcionar. Así la gente estará convencida de que no ocurrirá percance ninguno. No tiene por qué. Ahora bien, si los que tienen que vigilar, no lo hacen, entonces puede pasar de todo.

Según testigos, no había salida  de emergencia. Otros dicen que la zona de los reservados era como un laberinto y el alcalde sentencia: “Todo esto se va a aclarar hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga”. Cuanto ruido y cuanto negocio.

Porque aquí debían tener montado un negocio brutal. No pagaban el canon municipal, todo lo hacían los dueños, no tenían control ninguno. Todos los beneficios iban directamente al bolsillo. El precio de los reservados lo ponían también ellos. Era una especie de capitalismo salvaje.

Yo establezco lo que pago y lo que hay que pagar por el reservado, que alquilo. El que no esté de acuerdo, que se vaya. Soy el dueño; por tanto, el que quiera venir aquí se somete a mis propias normas.

Además, teníamos licencia, pero se desapareció en el incendio, dice el abogado. Que chungón es este hombre, por Dios. Todo esto es para troncharse de risa, si no fuera una tragedia impresionante.

El mundo se nos ha descolocado bastante. No queremos ninguna responsabilidad. Nos da todo igual. Si no te gusta, te aguantas, pero no se ocurra decírmelo de frente, porque te encontraras con la cara rota, por faltarme al respeto. Tengo derecho a defenderme. Que nadie me acuse sin pruebas.

Yo me ganaba la vida trabajando legalmente. Se incendia el local y tengo yo la culpa. ¿Por qué no pensar en un accidente? Claro, pero antes habrá que depurar responsabilidades y analizarlas.

Es la hora de petición de responsabilidades, las que correspondan a cada uno. Merecen un castigo ejemplar para que, al menos, nadie se atreva a volver a repetirlo. Es difícil luchar contra los objetivos únicos de los seres humanos: ansia de dinero, afán de diversión, egoísmos personales, que no se ocupan de los demás, la avaricia por querer siempre más sin término, vivir la vida sin límite ninguno.

De unos objetivos tan estrechos poco se puede esperar. Pocas perspectivas y nos quedan en medio de tantas miserias.

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