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La renuncia de Biden y el fin de la Marina de Guerra tradicional

23 de Julio de 2024
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Joe Biden
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden

La reciente renuncia de Joe Biden a repetir como presidente de los Estados Unidos marca el fin de una era tumultuosa, dentro y fuera de las fronteras de USA, que tuvo su punto álgido con la caótica retirada de Afganistán. Este evento no solo simboliza el final de un capítulo en la política estadounidense, sino también un punto de inflexión en la estrategia militar global, particularmente en la utilización de la marina de guerra tradicional.

El conflicto con los hutíes en el Mar Rojo ha puesto en evidencia la obsolescencia de los grandes buques de guerra en el contexto de las nuevas amenazas tecnológicas. Los hutíes, con apoyo de Irán, han utilizado drones y misiles hipersónicos para atacar con éxito, embarcaciones, incluyendo tanto naves comerciales como buques militares estadounidenses (aunque lo escondan). Ellos, no han hecho más que seguir el camino que les han marcado los Ucranianos, con la Marina Rusa.

Estos ataques han demostrado la vulnerabilidad de los buques tradicionales frente a estas armas modernas, que son baratas pero altamente efectivas.

Los misiles hipersónicos, capaces de alcanzar velocidades de hasta Mach 8, y los drones marinos y aéreos han complicado significativamente las operaciones navales. Estas armas son difíciles de interceptar debido a su velocidad, no estar guiados por GPS y su maniobrabilidad, superando las capacidades de muchos sistemas de defensa actuales, al atacar en manada.

El coste desproporcionado entre las armas de ataque y los sistemas de defensa es el nudo gordiano del problema. Por ejemplo, interceptar un dron con un sistema de misiles puede costar millones de dólares, mientras que el dron en sí puede valer solo unos pocos miles de dólares. Y eso si no es falso.

Este desbalance económico hace que la estrategia de defensa basada en grandes buques de guerra sea insostenible a largo plazo. En el último ataque de americanos e israelíes al régimen Hutí, han tenido que ser los bombarderos de gran alcance los que han sido utilizados. Millones invertidos para destruir unos depósitos de combustible y lograr unas pocas bajas, para que, a continuación, estos bombardearan con misiles puertos de Israel.

La necesidad de evitar los ataques hutíes, pero también ucranianos, ha obligado a todos los buques de guerra a operar en el límite de su radio de acción, complicando tanto la logística como la efectividad operativa. Y en esa tesitura, no puede haber cadena de suministros para un desembarco tradicional. Los “mariners” o la infantería de marina, han perdido su desempeño tradicional.

En respuesta, se están desarrollando, tanto en tierra como en el mar, nuevas herramientas y embarcaciones más pequeñas y versátiles, capaces de operar con mayor autonomía y adquirir suministros sobre el terreno sin depender de largas cadenas de suministro. Es lo que se llama el “combate litoral”.

Y en tierra, el caso es similar. Hemos visto en nuestros telediarios el sorpresivo fracaso de los carros de combate más modernos y sofisticados, destrozados por minúsculos y baratos drones en Ucrania; donde ya luchan drones contra drones.

Este cambio no solo implica una transformación en la maquinaria utilizada, sino también en la formación de los soldados, quienes deben adaptarse a un entorno de guerra más tecnológico y disperso, donde deben ser autosuficientes.

Y es que la retirada de Afganistán en 2021 fue un evento que marcó profundamente la crisis de la estrategia militar de Estados Unidos. Este evento, junto con su renuncia de hoy, también por senectud, simboliza el fin de una era caracterizada por intentos de retirada y replanteamiento estratégico en zonas de conflicto. La evolución tecnológica en el ámbito militar, Rusia, China y la creciente amenaza de actores no estatales con acceso a armas avanzadas subrayan la urgencia de adaptarse a un nuevo paradigma.

La renuncia de Biden y la evolución del conflicto con los hutíes reflejan la necesidad de un cambio profundo en la estrategia militar global. Los grandes buques de guerra, símbolos de poder naval durante siglos, serán reemplazados por tecnologías más avanzadas y estrategias más flexibles, marcando el fin de una era y el comienzo de otra en la guerra del mar.

!Ah¡, y el pagano será Europa, ¿qué se juegan?

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