Siempre es tiempo de reflexión, de invocar, a la razón cotejada, equilibrada; -la ética por enseña, la lógica, brisa que explora mejores vientos-, para diseccionar, esclarecer, desenredar, vislumbrar los magnos o francos enigmas, cuestiones, entresijos que nos plantea a resulta del sempiterno laboro, fructífero en lo excelente o vil, según maquine el perenne proceder del sujeto, equipo o mesnada, con más o menos bienhechora empatía. Y lo que me ocupa, preocupa a los que queremos quitar los pies de las ascuas, que esto conmigo otean, sin despeñarse en el abismo de la ignorancia es, saber, desentrañar si, una Universidad, una multinacional, un bufete de abogados, un restaurante, una fundación, un partido político, …., cualquier colectivo humano, cuando tiene que renovar los órganos de dirección, se aventuran con el primero que arriba, al libre antojo o, se nombran personas que saben al dedillo, desde lejos en el tiempo, lindante a la gestión, la maquinaria, su tendencia, fines, objetivos, destreza, astucia, estrategia, sus cloacas los que las tengan, para pastorear las coordenadas que el ente estipula, custodiando la linde, coto eficiente, a salvo de imprevistos dolosos, con dables penas carcelarias si la gestión no se ajusta a derecho . Sí sabemos, con certeza, sin posibilidad de duda razonable, en este asunto, quizá sólo en éste, que si el elegido o elegidos, no están versados en el modus operandi de la empresa, corporación, que cumple la legalidad, ésta no podrá actuar con eficacia; por lo tanto, por axiomático, menos viable será en una organización depredadora, consagrada, especializada en el expolio, robo, a gran escala, (en nuestro caso, a nivel estatal), que requiere secreto, disfraz, ley del silencio, familiaridad en la gestión y, con sus progenitores, mucha, mucha, proximidad, que no opte por la persona, personas, con garantía de total acatamiento y, forzosa confidencialidad.
Hay que ser contundente y, referir, opinar sin tapujos, cortapisa ni recelos, ante tamaña rapacería, si lo que se pretende es sanear el viciado proceder de los que nos representan. La sociedad tiene que prevenir, advertir y, protegerse de tan perniciosos avaros, depredadores de lo público, de lo nuestro; la comunidad tiene que actuar, cuando sus instituciones no son eficaces ni leales, cuando miran hacia otro lado y, o, en ocasiones, demasiadas, patrocina el contubernio. Sabemos de instituciones donde se trepa y recuecen malas hierbas, como las de justicia, interior, fuerzas de seguridad, que resulta si cabe, más infame, miserable y corrosivo para toda democracia al ajar la dignidad y embestir contra la tan deseada como querida libertad de los ciudadanos, que tanto dolo costó a nuestros mayores. Hemos, con estupor, con extrema preocupación, conocido, cómo desde el ministerio del interior se conspiraba, se atacaba a partidos elegidos en las urnas y se asedian construyendo falsos informes para abatir a sus contrarios políticos. Vemos cómo a jueces y fiscales no les resulta dificultoso, sin sentir vergüenza, quebrantando las reglas de la democracia, apoyar falsos simulados informes, perseguir a inocentes con inventadas acusaciones, desde sus patológicas e interesadas sentencias, compeliendo a muchos al exilio, dejar su tierra, familia, amigos, para no perder su anhelada, enamorada libertad, su preciosa dignidad. Y vemos cómo en las fuerzas de seguridad, trabajadores de la misma, con patología fascista, abusan de su posición ejerciendo arbitrariamente la violencia contra los que se supone deben proteger. Y todo esto, abalado, potenciado y comandado por las fuerzas cavernícolas de la derecha, que buscan tapar sus delitos e intentar asaltar el poder. Oímos, en el Congreso, en los medios, a Casado y sus esbirros, metamorfoseados en mochuelos moscardones cojoneros, con su psiquis enquistada por adoctrinamiento caciquil, < la palabra democracia, que parece no lactaron en la cuna, no la asocian a su doctrina>, desbarrando, pataleando, lloriqueando, enlodando, difamando, a causa de su delirio de grandeza, porque rumian que el mando les pertenece por ley divina, centelleada desde olivo o algún alcornoque. Y desde esa deslealtad a su propia razón, a toda lógica, a toda legalidad, cabalgando en su quimera, perpetuando el delictuoso proceder de los que les dieron el testigo, no nos extraña conocer, oír, un día sí, otro también, como niños mal criados, las patrañas y argucias a las que recurre para recuperar la corona de laurel perdida, pisoteando la decencia, recurriendo a lo más mezquino, soez, que el lenguaje alcanza formular.
Lo anteriormente nos refuerza la certeza de que los dirigentes elegidos sabían, saben lo que se cocía y cuece; sabían, saben cómo conseguían las especias, dónde adquirirlas, en aras de rellenar el puchero para, en su ñoño delirio, rescatar el poder en las urnas perdido. Por ello, convenimos señalar, esto viene de largo en el tiempo, que concierne, saber de siglos, a la patraña de una minoría humana, muy desalmada. Por marcar un punto en el trayecto anotaré, <que desde la pavorosa dictadura>, la monarquía, la derecha, sus gobiernos, instituciones, han heredado el hábito, perpetuado el método del sablazo, con la impudicia del que se siente, -perversión divertida para muchos de sus actores-, superior, decretando destino y sino de sus súbditos. Y, todo el pillaje, que entre risas pretenden camuflar, no se entendería sin sacar al coso, la monarquía, a Aznar, heredero del franquismo, que pasa el relevo delincuente-informativo a Rajoy y éste a.... y..
Tres fueron los elegidos, elegidas, para arrebatar el testigo en la persecución por el señorío del declarado y condenado por banda criminal organizada, Partido Popular: María Dolores Cospedal García, Soraya Sáenz de Santamaría, sobre las que pesan graves acusaciones y más que sospechas por su presunto delictivo proceder, y Pablo Casado, (vicesecretario general de comunicación del partido en 2015), que heredando todo un polvorín de corrupción, que le corresponde enmascarar, dice, que él no estaba. Pero no puede añadir, “< sigo sin estar>”. Está. Y, sabemos que estuvo, que sabe y sabía, como las otras dos candidatas, lo que el puchero cocinaba.
¿Sabía Pablo Casado, del entramado de la Gúrtel y de tantos y tantos infaustos entramados más, en que se había especializado su partido, para apropiarse de todo nuestro dinero posible a sus ambiciones? ¿Sabía, el que sueña desesperado, y procede iracundamente, ser presidente de nuestro país, cómo se atiborraba la famosa caja B, dónde la ocultaban y cómo se repartía el fruto rapiñado? Que cada cual juzgue. Pongo el foco, porque de ello platico, en lo que llamamos, los jueces nominaron, organización criminal organizada. Ajusto la lupa en el modus robo-operandi del Partido Popular, y amplifico. Y añado: La mafia, cualquier organización criminal organizada, como la que nos ocupa, ejecuta con eficacia, si todos sus afines, afiliados, acólitos, esbirros, todos, van en el mismo carro, trabajando con denuedo, sin fatiga, en su mega estafa; confiscación fraudulenta de los recursos del estado, nuestros y, como estamos conociendo, con ahínco y eficacia. Es imposible que este sistema funcione si no tiene todos los dientes del engranaje untados con la manteca del mismo cerdo. Un sólo diente del ingenio que no encaje, es suficiente para bloquear el movimiento, delatando, en el caso que nos ocupa, el latrocinio organizado; constatando, día sí y otro también, que todos los dientes, componentes, actuaban al unísono, con total entrega y absoluta coordinación.