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Sánchez debe comenzar ya y por arriba a regenerar la democracia

17 de Junio de 2025
Actualizado a las 7:40h
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Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de la Fundación Cotec celebrado este lunes en Madrid 

"El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente" dijo Lord Acton, y no recuerdo a nadie que se lo haya discutido Ahora no hay absolutismos como los del XIX, pero sí poderes políticos, económicos, judiciales... y corrupciones por todas partes.

Durante el siglo XX y tras cuatro décadas de "poder absoluto" se pactó en los 70 una transición que mantuvo en sus puestos incluso a quienes aplicaban la "justicia" franquista, por lo que siguieron vivas muchas costumbres que alteraban el manejo del dinero público. Sólo las leyes de la vida podían cambiar los nombres de los corruptos.

Del 82 al 96 el PSOE felipista protagonizó casos de financiación ilegal tan graves como el AVE o FILESA. También otros de personas que se enriquecían desde sus cargos de confianza, como Roldán o Juan Guerra. Y los gobiernos fueron cómplices, por ocultación, de las tropelías del emérito, tal como confesó Narcis Serra, ex ministro de Defensa. Porque yo le llamo corrupción a regalar 60 millones de dinero no declarado a su amante Corinna Larsen.

Aznar gobernó desde 1996, pero llegó a Moncloa con varios asuntos de corrupción del PP al máximo nivel. Aún me indigna que se descartaran las grabaciones que demostraban la financiación ilegal del PP porque se habían conseguido investigando por narcotráfico ¡¡a otro miembro del PP!!

Fue el caso Naseiro, tesorero entonces del PP, aunque viví más de cerca lo del Túnel de Sóller, donde se declaró probada la financiación ilegal, pero sin condenas porque el tribunal aceptó la prescripción. Otro modelo de corrupción fue el del fraude electoral practicado en 1999 con la Operación MAPAU para ganar las elecciones manipulando los votos del censo CERA.

Después vinieron momentos estelares como el de "Luis, sé fuerte" mientras en Génova 13 se rompían los discos duros a martillazos para destruir pruebas o entraban disfrazados en la casa del extesorero en busca de otras. O el mensaje de Cosidó a los senadores del PP para que votaran por Marchena porque les garantizaba el control del Tribunal Supremo "por la puerta de atrás". O el "M. Rajoy" aún por descifrar. O sea, pura "mafia", ya que hablan.

Salgo a dar un paseo y mi amigo Alberto me recuerda el regreso de Sánchez enarbolando la "regeneración democrática" tras los cinco días de reflexión que se tomó cuando el juez Peinado arreciaba contra Begoña. No he visto ninguna reforma que afecte a la clase política y sigo pensando que Sánchez montó el número para hacerse la víctima y conseguir que Illa ganara en Catalunya.

A continuación, recibo un X antes Twitter que da en el clavo: "Ahora mismo en España, si oyes una conversación en la que se habla de mordidas y putas, no sabes si están hablando del emérito, del PP o del PSOE" y al instante me viene Carmen Calvo en "El País" del 9 de mayo de 2022. Ese día no habló del emérito, sino de su hijo, y lo que dijo fue gravísimo.

Tengo que terminar y por más vueltas que le doy llego siempre a la misma conclusión: mientras el jefe del Estado pueda seguir cometiendo toda clase de delitos porque a él le da la gana (Carmen Calvo) y además ostente la "función" de MASUFA (art. 62.h de la C.E 1978), los partidos políticos que defienden la monarquía seguirán disfrutando de "vista gorda" desde una justicia tan dura, en cambio, contra quienes desde parlamentos y gobiernos ganados en las urnas convocan a construir una república.

Por tanto, no me parece casual que Ayuso haya estado acusando a Sánchez de querer implantar una república en España desde que llegó a La Moncloa. La última vez fue hace diez días, el 4 de junio. Quiere convertirlo en un desestabilizador peligroso para que lo desestabilicen a él con instrucciones judiciales contra su entorno iniciadas incluso con recortes de prensa.

Pero sin proclamar la III República, lo que sí considero inaceptable es que ni un solo diputado de los que apoyan a Sánchez le diga que se olvide de sus votos en el Congreso si no inicia ya las reformas necesarias para derogar la Ley (franquista) de Secretos Oficiales y acabar también con la impunidad de Felipe VI en los términos anunciados por Carmen Calvo, es decir, sin necesidad de modificar la Constitución.

Mientras por la calle se cruzan apuestas sobre cuándo disolverá Sánchez el Congreso, sigo pensando que nada contribuiría más a desmoralizar a muchos corruptos que sentir que están robando en una democracia capaz de abrir la caja de los truenos y recortar privilegios incluso al jefe del Estado.

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