Los recientes resultados electorales franceses (al igual que la tendencia resultante del triunfo de los laboristas en el Reino Unido), pueden ser trasladados o interpretados en clave nacional o autonómica en España. Sin embargo, sí que contamos con notables diferencias en cuanto al comportamiento y actitudes de sus dirigentes.
Aquí la supuesta derecha moderada se ha unido constantemente, de hecho y de derecho, a la extrema derecha. Hasta esta semana han estado gobernando conjuntamente en varias Comunidades Autónomas y en numerosos Ayuntamientos. Pese a que, continuamente presentaban a la opinión pública sus continuas desavenencias.
De esta forma, al igual que sus homólogos franceses de la Agrupación Nacional, VOX ha tratado de mostrarse como un sector del espectro político “domesticado”. Ahuyentando el miedo a lo que han significado en nuestro pasado más inmediato con la intención de captar a núcleos de votantes descontentos con el sistema.
Se ha hecho hincapié más en un presunto patriotismo, intentando alejar, cuando podían, en periodos electorales, otras cuestiones de la denominada “batalla cultural” que podría dejar de darles réditos electorales, principalmente entre las capas medias y bajas de la sociedad.
Como hemos comentado, en Francia no ha dado resultado y ahora el debate en España estaba en si tiene sentido ( y sobre todo efectos prácticos) presionar al PP para radicalizarse, aún más, en temas tan polémicos de abordar, por su componente humanitario, como son el reparto de los inmigrantes o la consiguiente reforma de la ley de extranjería.
También es cierto que la derecha ha sabido manejarse muy bien en el terreno de la ambigüedad y ante el chantaje de romper los gobiernos donde funciona el pacto con la extrema derecha ya insinúan la necesidad de cumplir la ley, pero pretextando que antes deben contar con todos los medios adecuados para ello ( por si acaso).
El PP tendría, llegados a este punto, podría haberse adelantado cesando a los miembros de VOX en sus gobiernos autonómicos, salvo que quiera seguir mimetizándose con parte de lo que representa la extrema derecha. Esta segunda opción ya está pasando en algunas latitudes como en Madrid. La duda, en estos momentos, es si se exportará al resto de España
De momento, se acabó este himeneo entre PP y VOX. Ya no parece real esa insistencia, una y otra vez, en que formaban equipos coordinados, unidos y en completa sintonía ( aunque también decían obviedades, como que son partidos distintos y que lo que cumplen son los puntos definidos en sus pactos de gobierno).
El caso es que en Francia “ no han pasado”. ¿Tendrá la derecha moderada española la misma sensatez algún día?