Un Real Decreto de 2007 obliga a las Universidades a reservar un porcentaje mínimo del tres por ciento de las plazas ofertadas por los centros universitarios a deportistas de alto rendimiento. Año tras año, excelentes deportistas de nuestro país acceden a las universidades con una nota inferior a la habitual, ya que su éxito deportivo difícilmente logra compaginarse a la perfección con el académico, y los resultados que se obtienen tras superar los requisitos académicos correspondientes suelen ser algo inferiores de lo habitual.
Los olímpicos matemáticos sufren del mismo problema. Cada año, alrededor de 80 estudiantes son seleccionados para competir en las Olimpiadas Matemáticas, y llegar hasta ahí no es nada fácil. Cabe destacar que la esta olimpiada es la que más difiere del currículo de bachillerato, y además, los problemas de dicha prueba no son para nada predecibles. Al igual que un deportista de alto rendimiento, el estudiante olímpico de matemáticas debe prepararse día tras día la Olimpiada si quiere lograr clasificarse, aprendiendo cosas tan distintas del bachillerato como las congruencias de la aritmética modular, teoremas como el de Ceva, o nada, porque la Olimpiada Matemática no sigue patrones tan estrictos como el bachillerato. Y el día de la competición es igual que el de un deportista, deben dar todo de sí para lograr el mejor resultado.
Estos casi 80 olímpicos anuales participaron por vocación propia, avisados por activa y por pasiva y pudiendo participar libremente en la fase local. Una vez finalizada, los mejores concursantes son seleccionados e invitados a la fase nacional, en donde buscarán ser uno de los 6 mejores que lograran el pase a la fase internacional. El resto, volverá a sus comunidades con el deseo de continuar haciendo matemáticas, o no, pero habiendo dedicado una gran parte de su tiempo preparándose para lograr este pase. Los que se decantan por matemáticas, tendrán que realizar una Selectividad casi perfecta: no es más que ver las notas del acceso al grado y como en toda España esta carrera supera el 10 sobre 14 para ver que la dificultad es máxima, más cuando durante medio curso tuviste que centrarte en una matemática distinta, demostrando el éxito en el proceso, y que probablemente una nota baja te deje sin opciones a la carrera de tus sueños. ¿Por qué no guardarles un cupo de plazas en matemáticas, y si acaso en carreras relacionadas? ¿Acaso no queremos a estos talentos dedicarse a la carrera que ya demostraron realizar con éxito?
Recientemente Roger Bargalló (concursante de la Olimpiada Matemática en 2022) twitteó un mensaje devastador, en donde decía lo siguiente: «La mitad de los integrantes del equipo olímpico catalán de la Olimpiada Matemática Española que este año entraban en la universidad se han quedado fuera de Matemáticas en la UPC. Deberíamos reflexionar…», y tanto que deberíamos reflexionar. Otros tantos alumnos, y más de 20 seguro, habrán entrado a la carrera por tener una nota de corte fantástica, dejando sin acceso a un pequeño conjunto de aspirantes con un deseo .
El tweet, como no era de otra forma, suscitó un debate en donde pudimos leer la opinión de las voces matemáticas más importantes del país. Óscar Rivero, experto en teoría de números y profesor investigador en la Universidad de Warwick, sugirió que se imitase lo que se hace con los deportistas de élite, y que haya reserva de plazas para personas que vienen de Olimpiadas de Matemáticas. Xavier Ros-Otón, catedrático de matemáticas en la Universidad de Barcelona, creía que no habría consenso, que no ocurriría, y que si acaso se necesitaría convencer al Ministerio de Educación y Formación Profesional. En los comentarios también pudimos leer comentarios en contra de la reserva de plazas, como se podía leer en una respuesta de Josep Mallol, preparador en Lleida, donde decía que hay centros que no participan, debido al nivel exigido en los problemas que aparecen.
Aunque es verdad que este problema ocurre, la participación es individual, la preparación es gratuita (y más hoy en día con páginas web como Art of Problem Solving), y esta dificultad demuestra el mérito de pasar de fase. Bargalló achaca la culpa al sistema de acceso, que da la misma importancia a todas las asignaturas para acceder a un grado exclusivamente dedicado a una de ellas, y que eso sumado a las increíbles notas de cada grado, en donde intervienen factores como la suerte, eventualmente se pierde talento en el proceso. Personalmente, creo que todos los argumentos a favor del cupo de reserva para olímpicos de matemáticas es igual que para deportistas de alto rendimiento, y los de en contra, lo mismo.
Cuando alumnos no participan porque no les interesa o tienen otras ocupaciones, entonces no demuestran una verdaderamente fuerza por las matemáticas, y aún así, pueden acceder sin acogerse al cupo de reserva al grado, y cuando se reservan plazas universitarias a alumnos con discapacidad, deportistas de alto rendimiento, les facilitas el acceso, que, por condiciones como las que vió Roger, ocurren año tras año, y dejan a personas extraordinarias desenvolverse en su carrera.
Y a los que creéis que el talento está en cualquiera, no solo olímpicos, o que este cupo es un desastre, o que hay varias universidades como para que un aficionado a las matemáticas se quede fuera de todos los grados de matemáticas (pese a que ya he dicho que las notas están increíblemente altas), y etcétera, les recalcó que el cupo de plazas no ocuparía todas las plazas. Ni siquiera la mitad. Ni la décima parte. Serían muy pocas, las necesarias como para que tanto el olímpico que no tuvo tiempo para prepararse como para que tu hijo que quiere ser matemático y no se clasificó para la fase nacional puedan hacer matemáticas, y el sistema no obligue a ninguno de los dos a hacer otra carrera por la nota. A ninguno. Que el talento se quede en España, y que todos y todas aquellos que tienen talento puedan desarrollarlo con éxito, y disfrutar con ello. Solo eso.