Serrat y la izquierda reaccionaria
28
de Septiembre
de
2017
Actualizado
el
02
de julio
de
2024
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He estado unas semanas fuera de España, algo que he agradecido enormemente en este momento porque me ha permitido distanciarme y ver en perspectiva adecuada lo que sucede estos días en nuestro país. Sobre todo colocar las cosas en su lugar sin enredarme en el juego de sombras chinescas que nos envuelve y atenaza, juego macabro en el que nada es lo que parece ni nadie parece aquello que representa, de tal manera que estamos inmersos en una atmósfera donde lo más carcundioso, reaccionario y anacrónico que tenemos en el panorama político, es decir, el independentismo catalán, pasa por ser lo moderno, y hasta “lo cool” para algunos jóvenes que, iPhone en ristre, están, en realidad, faltos de patrias claras y abiertas que les brinden un cierto cobijo y perspectivas de futuro dignas. Piensan, ingenuos, que el independentismo catalán, que es la mayor falsedad mejor envuelta de los últimos años, es algo distinto a la ingente tapadera histórica ideada por una burguesía catalana en gran medida antisocial e insolidaria.Pero el juego de sombras chinescas ofrece más escenas extravagantes y rocanbolescas. Ofrece, por ejemplo, la imagen de una cierta izquierda solidarizándose en causa común con este independentismo insolidario, carcundioso y reaccionario. Es una izquierda reaccionaria y populista que con su presencia entusiasta en el barullo independentista suscribe privilegios feudales y, lo que es peor, la exclusión totalitaria y antihumana de una parte de la ciudadanía catalana frente al rodillo nacionalista. Esa izquierda incurre en la enorme responsabilidad histórica de ni querer colocar las cosas en su perspectiva adecuada, por conveniencias de pactos y posibles aritméticas parlamentarias, y además delega su función de ofrecer a los jóvenes catalanes entusiasmados con la estelada una autentica bandera liberadora que ensanche horizontes en espacios amplios de convivencia. Es absolutamente lamentable que Podemos se preste sin rechistar a la estrategia de su jefe, Pablo Iglesias, de “divide y vencerás”. Solamente la izquierda populista y mediocre de Iglesias puede hacerle el caldo gordo a otra mediocridad tan desesperante y anacrónica como el independentismo catalán.De manera que esa izquierda participa en la idea a todas luces falsaria de que la identidad catalana se encuentra amenazada, cuando lo cierto es que si lo está lo está en la misma medida que la de todo el conjunto de España y la de otros pueblos del planeta por la dinámica uniformadora que se impone en un mundo concebido unicamente como un gran mercado global con la unificación creciente de hábitos de consumo y formas de vida. El Estado español no es una amenaza para la identidad catalana, sino más bien todo lo contrario.Lo que sí que está amenazado en Cataluña por el independentismo es la libertad de una parte de los catalanes, la igualdad con el resto de los españoles y la fraternidad en el seno de las familias. En la revolución francesa se acuñó el término “reaccionario” para clasificar a los que se oponían a la marcha dela revolución. En nuestro juego de sombras chinescas, donde nada es lo que parece, los reaccionarios son los que, queriéndose hacer pasar por los avanzados de la historia, atacan por acción, omisión o colaboración la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos y entre todos. Serrat tiene razón. El Mediterráneo, abierto, alegre y bello, no puede convertirse en un lugar cerrado, inhóspito y triste.
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