Hace más de 40 años que conocí a la familia Fernández, oriundos de Granada y afincados en una de las poblaciones del cinturón de Barcelona donde vivíamos la inmensa mayoría de los inmigrantes andaluces que optamos por trasladarnos a Cataluña en busca de mejores oportunidades para ganarnos la vida.
Y fue entonces cuando empecé a tratar a una mujer gitana, valiente y comprometida, en la medida de sus conocimientos. Se trataba de la madre de Loli Fernández, la presidenta y fundadora de la primera Asociación Gitana —ésta realmente sí ha sido la primera— formada entonces solo por mujeres gitanas y dirigida por ellas mismas. Estoy hablando de “Romí”, (mujer gitana) organización en cuyo nombre se encierra la síntesis de su lucha por lograr el respeto y la conquista de los derechos que durante tantos siglos nos habían sido negados.
Sin ellas no existiríamos
Obviamente no me refiero al hecho de la procreación donde la presencia de la hembra es indispensable. Así lo quiso el Gran Hacedor de la vida y del universo cuando creó a los seres racionales y también a los irracionales. La madre es la piedra fundamental sobre la que descansa la supervivencia del género humano y el animal. La antropología, como ciencia, ha venido a aclararnos aspectos fundamentales de la diferencia entre ser padre o madre, al margen de la sustancia química cerebral denominada oxitocina, que es una hormona asociada con los vínculos maternales. De ahí que los gitanos, sin saberlo, y mucho menos explicarlo, hayamos dado a la familia el valor supremo de nuestras vidas donde el hombre, el padre, tiene una función de autoridad que no aminora ni desvirtúa el papel supremo que para nosotros desempeña la mujer, la madre.
En ella reside la sabiduría, el amor y la generosidad
La mujer gitana, lo he repetido hasta la saciedad, es el tabernáculo sagrado donde se guardan los rasgos de nuestra cultura milenaria y de nuestras costumbres singulares.
Y no solo eso. Ella ha sido en infinitas ocasiones, la protagonista obligada por la necesidad, en la búsqueda de recursos para subsistir. Ella ha traído el pan a nuestras casas cuando el hombre no ha podido o no ha sabido hacerlo. Ella ha dado la cara y se ha enfrentado con valentía a quienes en el ejercicio de su autoridad nos han arrollado, nos han encarcelado o nos han maltratado.
Desde hace muchos años, a través de los modernos medios de comunicación, he difundido mensajes muy claros en defensa de la mujer por su papel de madre y muy en especial de la mujer gitana, vivo ejemplo de fidelidad y respeto por todo lo que para nosotros significa ser gitanos.
Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, he querido ilustrar este comentario con un fragmento de cinco minutos de mi discurso pronunciado en la Universidad de Cádiz cuando fui investido doctor Honoris Causa en el año 2008. Si tiene tiempo y quiere rememorar conmigo aquel momento, pulse en el siguiente vínculo.