Si tienes la osadía de escribir lo que pensaste, asegúrate de ser digno de las hojas de un árbol.
Antes o después alguno morirá de un mal verso;
alguno, como mucho, escribirá en la India su nombre diecisiete veces sobre la sombra de una vaca;
y alguno dará la vuelta al mundo para verse su trasero.
Los poetas comprendieron, haciéndose el amor, que los tomates enrojecen por vergüenza;
pues el que mira al cielo cuando escribe, poco conocerá los ojos del que escucha.
Y con las redes sociales hemos aprendido que no se nos entiende, que sólo seremos importantes cuando baje Dios a hacernos la entrevista.
A menudo hay aplausos larguísimos como feliz consecuencia de que la lectura ha terminado.