“El valor de la educación es uno de los más grandes valores humanos” (Virginia Woolf).
La educación, uno de los valores humanos más importantes, está en peligro. Su situación es alarmante. Los rectores de las universidades madrileñas han expresado su preocupación en una carta abierta a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, ante el borrador de presupuestos para 2025. La Presidenta, les ha citado el 3 de diciembre para enfrentar una situación compleja.
¿Qué pasa verdaderamente con la más alta institución educativa madrileña? Las universidades públicas, pilares de la educación superior y del avance científico, parecen estar al borde de una situación insostenible, mientras que las universidades privadas reciben un trato preferencial.
Isabel Díaz Ayuso ha hecho declaraciones públicas que han causado malestar, como que imparten títulos como “churros”, tratando de desprestigiarlas. Esto se interpretó como cosa de Ayuso, pero parece que estaba destinado a ser algo más, como ahora queda claro.
La falta de financiación adecuada para la educación superior es un tema de gran preocupación. La ciencia, la cultura, las ideas y los modelos de convivencia de un país dependen de una educación superior bien financiada y valorada. Es incomprensible que no se le dé la debida atención a la educación. Es aún más desconcertante que la educación superior no se trate con el máximo interés. La situación actual es francamente desesperante.
Los rectores afirman que Madrid es la comunidad que peor financia sus universidades públicas, con uno de los precios públicos más altos del país, y tienen razón. El principal problema es la infrafinanciación, que resulta peligrosa en varios aspectos.
Los presupuestos son insuficientes y no contemplan el impacto de la inflación en los suministros, ni cubren el incremento salarial establecido por el Gobierno central, ni las exigencias de la nueva ley de universidades. Todo esto se ignora y queda oculto. Si no se cubren estos mínimos, ¿cómo se va a mantener la infraestructura?
Los edificios requieren mantenimiento, que ha sido ignorado desde 2014, y la seguridad puede variar de un año a otro. Estos presupuestos insuficientes conducen a la precariedad laboral, impidiendo reponer jubilaciones y limitando las promociones, afectando así a los proyectos de formación e investigación, quedando solo la docencia.
En consecuencia, la calidad del servicio público que ofrecen las universidades disminuye y la desigualdad respecto a otras aumenta. Madrid es la que peor financia a sus universidades, con los precios públicos más altos del país, lo que afecta principalmente a las familias y también a la posibilidad de realizar los estudios deseados.
Los rectores proponen un modelo de financiación plurianual, ya implementado en muchas universidades del país, que garantiza su sostenibilidad y una inversión considerable en infraestructuras. Estas acciones deben ser inmediatas y, consecuentemente, los presupuestos deben ser revisados antes de su aprobación en la Asamblea de Madrid. ¿Qué ocurrirá finalmente con todo esto?
No puede alegarse que no hay dinero para todo, porque para otras cosas sí que hay, como convenciones deportivas, corridas de toros, celebraciones, etc. No es que esto no sea importante, pero el asunto radica en dónde se establece la prioridad.
Se priorizan las universidades privadas, olvidando las públicas, lo me parece aberrante. La escuela pública se ha degradado con el tiempo y ahora comienza a suceder algo similar con la enseñanza profesional, beneficiando a las universidades privadas. La educación en general no es una prioridad para la Comunidad de Madrid.
Lo que realmente importa es saber qué implica esto. La sanidad y la educación están gravemente dañadas. Lo público ha perdido interés. Los servicios seguirán existiendo, pero se privatizarán. ¿Y qué pasará con la institución que los gestiona? Que se sentirá aliviada.
Quién necesite curarse, tendrá que pagarse su propio hospital. Y aquel que desee graduarse, deberá hacer algo parecido. Si su economía no se lo permite, estos servicios no serán accesibles para él. Solo unos pocos alcanzarán la cima. Los demás tendrán que buscar alternativas. La brecha entre ambas realidades se ampliará. El objetivo de la igualdad se esfumará.
Seguirán pudiendo disfrutar de unas cañas y trabajaran como si fueran esclavos de otros. Así es el mundo. Debe haber ricos y pobres; es un ciclo sin fin. ¿Cómo se ganarán la vida? Quizás siendo astutos, siempre que puedan.
Las escuelas acabarán siendo sustituidas por cárceles. Es la nueva pedagogía del porvenir. Estrenaremos el tercermundismo. Lo que nos faltaba.