Todo había empezado como suceden estas cosas, por casualidad y como un juego. Una tarde aburrida en la que los chavales están hartos de no hacer nada. Paseos por el barrio sin saber muy bien qué hacer, con qué entretenerse o a quién molestar para pasar el rato…
Es viernes tarde. Aún no se ha puesto de moda la Game Boy, ni la PS2, ni la Nintendo DS, ni la Nintendo Switch, ni siquiera está generalizado el uso del móvil. Los chavales, quedan por el barrio. Charlan unos frente a otros sentados en las espalderas de los bancos que rodean una mesa de ajedrez, con los pies sobre el asiento o directamente encima de la mesa. Son críos de catorce años. Hablan de chicas. De lo buena que se ha puesto Patricia o Irene. De estrategias para llevarlas al cine. Del coche que se ha comprado el hermano mayor de Enrique que ha dejado la escuela con 16 años y lleva trabajando de mecánico desde entonces lo que le permite ser un potentado económico. Aún no tienen malicia ni experimentan con drogas. Algún cigarro a escondidas, pero nada más.
A veces, cuando están muy aburridos se dedican a tocar los telefonillos de los portales y echan a correr, y escondidos entre los brezos de los jardines se parten de risa mientras uno contesta “¿Diga?”, y otro de los vecinos dice “¿Sí?”, y emprenden un diálogo de besugos en el que uno pregunta “¿a dónde llama?” y el otro doce “!pero si ha llamado usted!”.
Otras veces, entran a tropel en la tienda de chuches de doña Engracia y mientras un par de ellos entretienen a la anciana pidiendo que les coja algo que está muy alto y que, para alcanzarlo tiene que girarse, los otros llenan los bolsillos de chicles y golosinas que luego se reparten en el parque en cuanto salen todos corriendo de la tienda. La anciana ya se ha quejado varias veces al padre de Luis Carlos, el que hace de cabecilla de los chavales, que es vecino suyo. Pero este, que es un macarra de cuidado, le dice que tenga cuidado con lo que dice porque su hijo no está educado para robar a nadie y él no hace esas cosas. Seguramente acompaña a los demás, pero él no roba. Y por supuesto ni le menciona las acusaciones de su vecina cuando llega a casa.
Esta tarde de viernes, están ya hartos de dar vueltas por el barrio. Acaban de cambiar la hora y ha anochecido muy pronto, por lo que tampoco les apetece salir corriendo después de apretar los timbres de varios telefonillos. Caminando sin rumbo, junto al parque infantil, alguien ha dejado dos enormes cajas de cartón en la acera, junto al cubo de la basura. A su lado hay también un par de marcos grandes de madera redondos, que han contenido alguna foto o incluso un espejo. Luis Carlos propone coger los marcos y las cajas de cartón ir al parque y empezar una guerra de piedras. Harán dos grupos. Uno se resguardará debajo del castillo de los toboganes y los otros detrás del carrusel al otro lado del parque.
Comienzan el juego acumulando chinas de grava no muy grandes como munición. Cada uno hace un montón y cuando ya parece que tienen suficientes, entonces dan la voz para comenzar la guerra. Son chinas pequeñas que si te dan, apenas te hacen un pequeño escozor, aunque en un ojo pueden ser peligrosas. Para eso están los cartones y los marcos, como escudos. Comienza la guerra de chinas y los golpes en las maderas del castillo y en los hierros de la corona giratoria suenan como si hubieran sido disparados con un fusil. Se acaban las chinas de los montones y los contendientes comienzan a buscar munición a su alrededor. Las piedras cada vez son de mayor tamaño, hasta que una un poco más gorda y afilada hace blanco en la cabeza de Alfredo lo que le produce una pequeña brecha por la que sale bastante sangre. Alfredo, al llevarse la mano a la cabeza y notar el fluido entre sus dedos, comienza a despotricar. Su compañero de trinchera solicita un alto al fuego, pero cuando todo parece que ha parado Luis Carlos lanza la última piedra, (que ya no es ni china) y acaba dando en el hierro del carrusel produciendo un tremendo estruendo en el impacto y de rebote en la pierna de Alfredo que se retuerce del dolor. A este le sale del alma un “¡hijo puta! “ desgarrador que deja a todos pasmados.
Luis Carlos sale corriendo y mientras los demás están intentando lavar la herida de Alfredo, en la fuente, para ver si le llevan a casa o puede pasar desapercibida, llega el macarra del padre de Luis Carlos con este por detrás. Y sin mediar media palabra, se dirige al Alfredo al que arrea un bofetón que lo tumba. Antes de girarse e irse, le señala con el dedo y le espeta “que sea la última vez que llamas a mi hijo, «hijo de puta»”.
*****
Sofismas
Si en la tierra de los croatasa hostia limpia esta el mogollónSi en Somalia mueren como ratascomo ves en televisión...Y si el campo se va a la mierday el poder huele a corrupciónTranquilo, no te pongas nervioso, tranquilo.Tranquilo majete en tu sillón.CELTAS CORTOS
El 24 de octubre de 1945, nacía una organización internacional viciada ya desde su creación: la ONU. Un club formado por cuatro amigos y un enemigo común al que no podían dejar fuera debido a que había sido el principal valedor para la derrota de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. Recordemos que los cuatro amigos eran la USA de Harry S. Truman, el Reino Unido del falaz Churchill, la Francia de De Gaulle y la China precomunista de Chiang Kai-Shek. El enemigo común de todos ellos era la URSS de Stalin que había sido el gran luchador contra Hitler y el principal actor de la victoria aliada. China, en realidad no era ni una sombra de la gran potencia que es ahora, pero por oposición a Japón, aliada alemana, fue tratada como un socio más de ese gran club internacional que pretendía formarse, en teoría para el mantenimiento y la lucha por la paz, pero que, en realidad, sirviera como coartada internacional para los tejemanejes de una USA, que desde que nació como nación, se ha comportado en el mundo como sus colonos en el oeste, como una alimaña que todo lo pudre y que acaba trayendo muerte, destrucción y negocios oscuros.
Cuando se habla de comunidad internacional, en realidad se está refiriendo al padre crápula y déspota cuya moral ni está ni se le espera, que rige y decide lo que está bien y lo que no, y quién es amigo y quién enemigo. Cuando se habla de comunidad internacional, se está refiriendo a USA y a sus lameculos adláteres como la UE o el Reino Unido. Por ejemplo, mientras bombardear Ucrania respetando civiles y sus casas lo denominan genocidio, exterminar y aniquilar a todo palestino, sus casas, sus hospitales, bombardeando incluso ambulancias o eligiendo destinos dónde se encuentran periodistas o hijos y esposas de médicos (o incluso a los propios israelíes), esta comunidad internacional lo llama daños colaterales de la guerra. Pero es que ni siquiera hace falta un conflicto para convertir lo que es blanco en negro y viceversa. En España, dejar sin luz durante más de tres años a más de cien vecinos en la Cañada Real de Madrid ni siquiera produce escozor, en Ucrania es genocidio y en Israel, lucha antiterrorista. Tener a un periodista hispano secuestrado por el gobierno de Polonia (#FreePablogonzáez), no es ni siquiera noticia, pero ¡ay! ¡Hamás es el peor de los demonios y culpable de todo lo que pasa en Palestina porque tienen retenidos a unos cuantos colonos israelíes!
Cientos de miles de personas se han manifestado a lo largo del globo terráqueo en defensa de un alto al fuego, de la paralización de una masacre genocida que está día a día cometiendo el gobierno israelí y en defensa de los derechos humanos y de la legalidad internacional. Sin embargo, como divagaba yo el otro día con Ana Campos (@AnaCamposA), autora de este estupendo artículo junto con Antonio Aretxabala @aaretxaba, la legalidad internacional ya no existe. Y se han quebrantado todos los principios morales. Vivimos en una auténtica ley de la selva, o lo que es mucho peor, porque la ley de la selva aún tiene algún principio, vivimos en una constante partida de trileros en la que algunos juegan siempre con las cartas marcadas y son dueños del balón, del arbitraje y de las reglas que cambian constantemente a conveniencia del matón de turno. Y así, es imposible que ninguna sociedad pueda mantenerse en el tiempo. Porque se lleva a la ciudadanía hacia la apatía total, hacia el abatimiento y la flaqueza. Circunstancias que aprovechan los trileros para ser aún más fuertes y hacerse con más poder y riqueza.
Lo que estamos viendo en Israel, no es algo que haya sucedido por generación espontánea. Que Israel se atreva, no sólo a pedir la dimisión de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, sino a enfrentarse con ella, declararles «non gratos» y negarles el visado es algo que ha sucedido porque Israel lleva saltándose esa legalidad internacional desde la Guerra de los Seis Días allá por el año 67. Israel lleva masacrando, asesinando, tapiando pozos y destruyendo casas de palestinos más de 50 años, saltándose todas las resoluciones de la ONU. Y, desde que el mal actor y peor persona Reagan llegó a la presidencia de USA, haciendo de su capa un sayo ya que, desde entonces el famoso veto americano ha impedido la aprobación de cualquier resolución de condena a Israel, como por ejemplo ahora que están usando fósforo blanco en sus ataques (lo mismo que hacían los nazis con los judíos, gitanos y comunistas, pero sin tener que construir cámaras de gas).
Se ha discutido mucho sobre si el Sionismo es una religión o no. Evidentemente, no se puede culpar a todos los judíos, ni mucho menos a todos los ciudadanos de Israel. Es verdad que hay muchos judíos ortodoxos que están clamando contra el genocida Netanyahu por sus crímenes de lesa humanidad contra los palestinos. Adriá Collell (@adriacolell) me dijo en Twitter que el Sionismo no es una religión sino un movimiento político ultranacionalista que pretendía dar una nación al pueblo judío. Sea como fuera, el caso es que se han otorgado una representación que no les corresponde, y que, con la excusa del sufrimiento sufrido por los judíos a lo largo de la historia de la humanidad y que han convertido en única (lo que tampoco es verdad, porque la persecución de los primeros cristianos, la de los musulmanes en la edad media, la de los coptos o los rohinyá, los kurdos o los Jázaros (yazaríes) ha sido igual o peor a lo largo del tiempo, por no hablar del pueblo gitano que ha sido tan perseguidos o más que los judíos), se instalaron en los últimos coletazos del Imperio Otomano en la zona de Palestina, comprando tierras y desplazando por la fuerza a los que allí habitaban desde hacía siglos. Todo, en nombre de dios y bajo la excusa de seguir los mandatos de una novela como es la Biblia o la Torá.
Sea como fuere, lo que está sucediendo en Palestina y la impunidad israelí, es consecuencia de una Comunidad Internacional que no existe. Es consecuencia de una ONU que es un fake de organismo. Es consecuencia de un país imperialista amoral y desquiciado que tiene a sus ciudadanos muertos de miedo por la acción de tiroteos incontrolados producidos por energúmenos a los que entrenan para matar, metiéndolos en cualquier avispero del mundo, a los que después, y una vez que han perdido toda conciencia moral y con una salud mental destrozada, abandonan a su suerte para que acaben matando a sus convecinos en cualquier colegio, centro comercial o gasolinera. Consecuencia de un imperio gobernado por dementes que prefieren emplear los fondos públicos para que sus ciudadanos más elitistas puedan hacer negocio, metiéndose en conflictos a lo largo y ancho del mundo, que proteger a sus compatriotas que mueren tirados en la calle víctimas del Fentanilo. Y consecuencia de una Europa vieja y aturdida, en la que sus ciudadanos han preferido mirar para otro lado cuando sus dirigentes se comportan como capos, sucumbir a las comodidades de un consumismo desenfrenado, durmiéndose en los laureles y llenando sus gobiernos de fascistas sin escrúpulos que coartan cada día más sus libertades, que les empobrecen hasta la miseria y que sólo miran por el negocio de aquellos que pagan sus sillones en organismos y consejos de administración.
Hemos llegado al momento en el que el hijoputismo ha completado el circulo llegando al idioceno, en el que acabaremos sucumbiendo como raza por dejar que unos descerebrados prepotentes, asquerosos e intolerantes sean los que dictan las NO normas (porque cambian con los intereses), utilizando a las fuerzas de seguridad como gorilas particulares y destrozando el medioambiente para sus negocios insaciables. Solo me queda la esperanza de que los chinos, cultura milenaria, con su paciencia y sus tiempos pausados sean capaces de impedir que todo se vaya al garete, aunque dudo mucho que la mayoría se salve.
Salud, feminismo, ecología, decrecimiento, república y más escuelas públicas y laicas.