Los críticos intelectuales de la izquierda alternativa deben saber que Sumar puede ser (alerta spoiler: no va a terminar siendo un chiste Simpson) más o menos comunista, más o menos socialdemócrata, más o menos progresista, más o menos transformador/rupturista pero, ante todo y sobre todo, es la mejor herramienta de la izquierda alternativa para estas próximas Elecciones Generales. Por lo tanto, hay que cuidarla. Y hay que hacerlo porque el contexto socioeconómico lo demanda y porque los tiempos políticos no han dejado margen de maniobra para plantear otra estrategia.
El proyecto político de Sumar es el resultado de la deriva de la izquierda alternativa bajo un contexto de crisis climática y sanitaria; conflicto armado en Europa (con la OTAN de por medio como no podía ser de otra forma…); encarecimiento de la cesta de la compra y subida de los tipos de interés; los problemas estructurales propios del mercado laboral; y, como problema añadido, el avance de una ultraderecha que apunta a ser determinante para dificultar la vida de las clases populares y facilitar la de los poderosos. Y, por supuesto, Sumar también es el resultado de la participación de la izquierda alternativa (por primera vez en lo que va de Régimen del 78’) en el Gobierno del Estado. Una experiencia que debemos valorar como muy positiva y determinante para que las clases populares estén hoy a salvo de las políticas neoliberales iniciadas por Zapatero y ejecutadas a la perfección por Rajoy.
Además, tampoco podemos olvidar que los tiempos políticos también han sido determinantes. El adelanto electoral vuelve a colocar a la izquierda alternativa (una vez más) en una continua carrera contrarreloj para cerrar acuerdos electorales cuando, lo ideal, es llegar a él tras mantener debates sosegados y reflexivos. Pero el capital acecha y las clases populares urgen una respuesta que les ayude a contrarrestar su fortaleza.
Por tanto, Sumar no es un experimento ni una idea personal de Yolanda Díaz. Este partido es un proyecto que está marcado por el contexto socioeconómico y los tiempos políticos. Con todo, cuenta con personalidades de la vida política, cultural y militante que poseen un gran bagaje de gestión y, lo más importante, con partidos que tienen implantación territorial y militancia activa. Este trabajo y potencial hace que Sumar se encuentre en situación de echar un pulso a la extrema derecha (cuyo marco conceptual y cultural juega a su favor) en cada circunscripción. Es decir, Sumar está en condiciones de ser determinante para las clases populares.
Dicho lo cual, cuesta creer que los intelectuales críticos más mediáticos (necesarios referentes de la izquierda alternativa más amplia y heterodoxa) no sean capaces de ver e interpretar el contexto y los tiempos. Cuesta creer que no sean capaces de entender que su análisis crítico hacia Sumar (que se debe reservar para después, aunque no se esté de acuerdo con el proyecto) en vez de ayudar a las clases populares está alimentando al enemigo. No se puede dar pie a eso porque, por mínimo que sea el comentario en contra existen sectores -Malacara habla de los que dicen: no voto porque mimimimimimi- que esperan cualquier excusa para abrir brecha, romper la unidad y desmovilizar al personal.
Por tanto, y aunque cuesta decirlo, gran parte del éxito de Sumar estará en el solidario silencio que durante la Campaña Electoral los críticos intelectuales de la izquierda alternativa deben realizar. Un momentáneo pacto de no agresión necesario y determinante para el futuro (a corto plazo) de las clases populares.